Capítulo 16

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Su viejo departamento, el lugar en donde estuvo viviendo la mayor parte de su vida. Todo estaba exactamente como lo había dejado hace tres años.

Las nubes tenían una tonalidad rojiza. El atardecer estaba en su pleno esplendor. Todo a lo lejos parecía tan tranquilo.

Matthew miraba desde su ventana, sentado con la cabeza recargada sobre la pared mirando hacia...la nada.

Parecía que las nueves avanzaban muy despacio casi tan despacio que no se podía notar, pero si te tomabas tu tiempo y solo las mirabas, así era. Eso era lo que Matt podía ver al otro lado de su ventana, sumido en sus propios pensamientos.

–Tan hermoso. Si tan solo Caterine estuviera aquí.

Un par de minutos después y ese color rojizo en las nubes se habían ido, comenzaba a oscurecer.

–Ya la has hecho sufrir mucho.

Esas palabras aún retumbaban en su mente. Louis tenía razón...ya la había hecho sufrí demasiado.

–Mierda. Solo no quiero perderte Cate –Pensaba al mirar por su ventana.

El chico se levantó y tomó su chaqueta, saliendo de su viejo departamento y dejando tras él la oscuridad que antes había sido un bello atardecer.

Se dirigió hacia un bar, esto le recordaba a los días en los que estaba soltero, cuando hacia cualquier cosa sin ningún compromiso. Ahora él tenía una familia y los amaba, por eso sabía que tenía que hacer todo lo posible por recuperar a Caterine y a sus hijos.

Su casa estaba lo suficientemente lejos del apartamento en el que se encontraba ella como para ir a verla a cualquier momento, aunque eso era lo que el castaño en verdad quería, deseaba verla a todo momento, acariciar su suave piel, saborear su dulce aroma y sus labios.

Amaba completamente todo de ella.

–Caterine, Caterine, Caterine, que hago yo en este mundo si no estás a mi lado. Te necesito enserio te necesito.

Unas cuantas cuadras más y ya estaba ahí frente a ese bar al que solía ir, el ambiente seguía siendo el mismo y correría con gran suerte si no se encontraba a ningún viejo amigo cerca.

Había ganado mucha fama en esos lugares.

– ¿Eres tú? –Le dijo alguien tras de él al momento en el que se sentaba cerca de la barra.

Matthew volteó al instante para reconocer a ese viejo amigo.

–Sí que creaste fama en este lugar Matthew –Se dijo así mismo al momento que sonreía.

– ¡Pero mírate nada más! Si eres Joe–Un tipo alto un poco más que Matthew y delgado, bastante atractivo por cierto, con unos ojos azules que contrastaban con su cabello rubio–. Mi viejo amigo–se levantó para darle un típico abrazo de hombres.

–Claro que si–le dijo correspondiéndole al abrazo–. ¿Qué haces de nuevo por aquí?

–Mmm ya vez...así es la vida.

–Vamos Matthew suéltalo, sé que esto va de otra cosa. Hace tiempo que no nos vemos ¿Cómo te ha ido? ¿Alguna chica que quieras presentarme?

–Joe, sigues siendo el mismo... ¿quieres algo? Joder estas aquí por eso ¿no? Vamos pide algo yo invito.

Ambos pidieron un Manhattan y comenzó una charla muy larga.

– ¡Te cásate! –Se burló Joe–Me estas jodiendo ¿cierto?

La sonrisa en su rostro se desvaneció poco a poco cuando comprendió que Matthew no estaba jugando con eso y que enserio habla con la verdad.

–Vamos hermano... ¿Quién es ella? ¿No la has traído?

–No, no está aquí.

–Ok si, ya me di cuenta de que no está aquí, pero ¿Esta en tu casa? Vamos quiero conocerla.

–No, no está aquí, ni en mi casa...

El rubio lo miró desconcertado.

– ¿Y entonces...?

–Ella está molesta.

– Matthew se más explícito.

–La engañé...fue Deborah...ella volvió y me hizo una mala jugada.

–Y tu caíste en sus juegos, Matthew sabes que ella no es nada bueno en tu vida ni en la vida de los demás no sé cómo pudiste caer de nuevo.

–Lo sé, ya lo sé...

– ¿Y qué piensas hacer? ¿Ella está aquí?

– ¿Quién?

–Tu esposa Matthew, a mi Deborah no me importa en lo absoluto.

–Mmm si– Matthew tomo un trago de su cuarto Manhattan–. Por eso he venido, para aclarar todo. No sé qué hacer.

– ¿Y qué haces aquí entonces?

–Ella no quiere hablarme, no quiere verme.

– ¿Te rendirás a la primera? Estoy ebrio pero no lo suficiente como para dejar que te rindas a la primera. El destino nos unió de nuevo y si estoy aquí, te ayudaré.

–Vayamos ahora...

– ¿Enserio? Creo que no es tan prudente hacerlo ahora...

–Tienes razón...Me da gusto verte de nuevo, eres un gran amigo.

–Lo sé, ¿sabes que te odio cierto?

–Claro, siempre lo tengo encuenta.

EL GUARDAESPALDAS (Sin Corregir)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora