Otra vez en mi cuarto observo cada rincón incrédulo. Todo se ve desmejorado. Voy hacia el balcón y armo un cigarro. Me distraigo cuando escucho el golpeteo en la puerta.
-¡Va! -grito.
La abro y me encuentro con Delia. Ella me ha traído el desayuno. Le saco la bandeja de las manos y la dejo apoyada en el escritorio.
-Mi niño, ¿dónde estaba? Su madre está tan furiosa con usted.
-Me lo imagino, Delia -digo de espaldas a ella-. Fui a su casa y ya no estaba allí.
-¡Oh, hijo! Lo lamento tanto -expresa sincera.
-¿Usted lo supo siempre? -pregunto y me volteo a verla. Aunque muera de miedo, necesito ver su expresión, temo que me rechace. Aunque sea un infeliz que necesita la aprobación de la servidumbre. Sé muy bien que ella es más que eso.
-No siempre, Jeremías. Tenía mis sospechas, lo confirmé cuando te vió con María, estaba muy furioso contigo. Yo misma encontré el dibujo que habías hecho para él.
-Él me lo había robado. ¿Usted lo tenía?
Ella asiente entrelazando los dedos.
-Y... -hago una pausa- Y... ¿qué piensa de mí ahora, Delia?
-¿Qué pienso? Qué deberías tomar el desayuno porque te veo muy escuálido, se le notan todos los huesitos.
-¿Me sigue queriendo? -indago algo nervioso.
-¡Ay hijo! -Se acerca a mí y acomoda mis cabellos-. Jamás voy a dejar de quererlo. Lamento que las cosas hayan terminado así, mi niño.
-Lo sé, Delia. Gracias.
-Apúrese que su madre lo espera en el hospital.
Ya pasó una semana de la ida de Lucas y no hay mucho que decir al respecto.
Los días se hacen cada vez más largos y pesados y por el momento no hay noticias de él, tampoco me animé a indagar a Miguel sobre el tema. Creo que si algo anduviese mal Miguel me lo informaría.
¿Qué debo preguntar?
Las palabras de Miguel fueron muy claras. Debo respetar su desición.
Leo una y otra vez la carta que escribió para mí.
Tiene la letra pequeña y desprolija.
Creo que a esta altura ya me la sé de memoria.¿Yo, un ángel? ¿Por qué dice algo así?
Su carta me dejó más dudas que certezas, como siempre.
¿Por qué no me la entregó?
Eva de a poco está mejorando, le diagnosticaron Difteria, es una enfermedad que poco se sabe al respecto, por el momento le están aplicando un suero y con eso ha evolucionado muchísimo.
Me alegra que esté bien, aunque sigue internada, su semblante es otro.
Todas las tardes voy a verla y me quedo con ella hasta que Gregoria vuelve, aunque parezca sorprendente mi madre no se ha separado de la pequeña un segundo, realmente se la ve muy afectada por la enfermedad de Eva. Solo espero que su amor maternal le dure. Al menos, con ella es amorosa y muestra algo de afecto. María se ha convertido en mi compañera fiel de todos mis días y realmente se lo agradezco. Ella ha sido de mucha ayuda.
En este momento estoy con la pequeña, se la ve mucho más delgada pero confío en que va a mejorar. Debe de mejorar. Está mucho más animada y eso me llena el alma.
-Jeremías, ve a buscar a tu padre -pide Gregoria. Mi madre ingresa a la habitación sorprendiéndome.
Suelto la mano de la pequeña.
ESTÁS LEYENDO
Hacia el camino de la perfección
Historical FictionUna familia estrictamente religiosa, con padres ligados a la alta sociedad. Jeremías un adolescente, retraído, inteligente y por sobretodo; tímido. Conocerá el amor, en el lugar menos pensado y con la persona menos indicada. Y tratará...