Nos dirigimos hacia la pensión. Yo más dubitativo que seguro de lo que estoy haciendo.
A él se lo ve encantado y de vez en cuando me palmea la espalda.
-¡Estoy tan feliz, Jeremías!
Lo miro y solo sonrío.
Llegamos al modesto lugar donde se hospeda.
-Está un poco desordenado. No pensé terminar con vos aquí -explica.
Comienza a ordenar un poco sus cosas.
-No te preocupes por mí, Joaquín. ¿Tenés algo fuerte?
-¿Algo fuerte?
-Sí, algo para tomar.
-Sí, tengo algo.
Estoy un poco nervioso. Comienzo a refregarme las manos, él me observa y sonríe.
-¿Por qué la sonrisa?
-Porque no puedo ocultar mi felicidad, Jeremías.
-Joaquín, no nos vemos hace más de diez años. No entiendo como podés...
-¿Seguir queriéndote?
No, no iba a decir eso.
-Sos muy importante para mí. Cuando todo estaba negro, cuando no encontraba el rumbo. Me acordaba de vos y de los buenos tiempos. Tu madre me separó de mi familia de muy chico. Y no me quejo, Raúl es un patán agradezco no haber crecido cerca de él.
-¿Hablas de tu padre?
-Sí. A eso no se lo puede llamar padre. No quiero hablar de él.
-Disculpame no te quise incomodar.
-No lo hiciste. Creo que tengo algo para nosotros. Al abuelo le gustaba hacer este tipo de regalos.
Va hacia su valija y saca una petaca.
La observo y es muy similar a la que le regaló a Lucas.
Me la entrega.
-¿Es whisky?
-Probá.
Abro la petaca y la huelo. Tiene un olor bastante fuerte.
Mojo mis labios y tomo un sorbo.
Comienzo a carraspear. Es muy fuerte y quema mi garganta.
Se la paso.
-¿Y qué era?
-Licor creo. No sé. Pero es muy fuerte.
-Tenemos que tomar de a poco. Sino mañana no nos vamos a acordar ni el apellido.
Y es lo que deseo no recordar nada de lo que haré en las próximas horas.
Su habitación carece de muebles así que nos sentamos en la cama. Mientras en él me sigue contando de su pasado, de su vida en La Pampa y de su trabajo como secretario de un prestigioso abogado.
-Al abuelo le encantaba que hable de mi trabajo. Él me quería hacer sentir importante. Él pagó mis estudios, Jeremías. Le debo mucho a él.
Se me queda mirando y se acerca de a poco a mí.
-No me quiero aprovechar de vos -dice acariciando mi rostro-. Estás borracho y molesto. No me gustaría que estés conmigo para olvidarte de él.
-Entonces no lo nombres, ya soy grande y tomo mis propias desiciones -susurro humectándome los labios.
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Hacia el camino de la perfección
Fiction HistoriqueUna familia estrictamente religiosa, con padres ligados a la alta sociedad. Jeremías un adolescente, retraído, inteligente y por sobretodo; tímido. Conocerá el amor, en el lugar menos pensado y con la persona menos indicada. Y tratará...