Capítulo 20

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Me quito el abrigo y lo tiro en el respaldo de la silla. Saco la valija de arriba del ropero y pongo toda mi ropa en la cama.

No me puedo concentrar y en mi mente solo tengo una par de labios carnosos que me recorren entero. Mi conciencia, que por cierto no tengo, viaja a las acciones recientes con Lucas.
Tiro la ropa que estoy metiendo en la valija y me siento en la cama con la manos en la nuca.

Abren la puerta y miro el reloj que está en la mesita de luz.

-Todavía no es la hora -grito.

-¿Qué estás haciendo? -pregunta.

Aprieto los ojos disfrutando y padeciendo al mismo tiempo de su voz.

Cierra la puerta y pone la traba.

-La ví entrar a tu madre, Jeremías. ¿Te dijo algo?

-Me tengo que ir, Lucas.

-¿Qué? ¡No! ¿Por qué?

-Escuchame.

-No, no, no. Jeremías, no te podés ir ahora.

-Lucas, por favor. -Lo tomo de la cara para que me mire-. Lucas -susurro aprentando los dientes.

Abre grandes los ojos y pone su mirada en la cama y en mi ropa.

-Va a ser lo mejor, Lucas. No me pienso arriesgar.

Se suelta de mi agarre, se toma la frente y se mueve de un lado a otro.

-No, Jere.

-Lucas, que yo me vaya ahora no significa nada. Nos vamos a seguir viendo en Buenos Aires.

Lo vuelvo a tomar de la cara y él hace lo mismo.

-Por favor -dice y pega su frente a la mía.

-No supliques, Lucas.

-No quiero que te vayas. No quiero que te vayas así, Jeremías.

-Yo tampoco quiero.

Me trae a su boca y me besa con pasión y necesidad y yo lo sigo incongruente de mis actos.

-Andate, por favor -pido, tomándolo de los hombros y alejándolo de mí-. Lucas andate. Entendé que me amenazó, no me lo perdonaría jamás si algo te llegase a pasar por mi culpa.

-Tenes que hablar con tu viejo.

-No puedo hablar con él, Lucas ¿Qué le voy a decir?

-La verdad.

-¿La verdad? No puedo decirle la verdad.

-¿Te avergonzás de lo qué sentís? ¡Decilo!

No contesto a su pregunta.

Lucas se queda inmóvil y se aleja de mí de espaldas a la puerta en ningún momento rompe contacto visual conmigo, aprieta sus labios y retrocede a la puerta jugando con sus pulgares.

Se da media vuelta, abre la puerta y se va.

¡No! ¡La puta madre!

Salgo detrás de él y me topo con Teresa en el pasillo.

-Hijo ¡qué susto!

-¿Qué hace despierta es esta hora?

-Su madre me pidió un té de tilo.

-Son más de las tres, Teresa. Vaya a dormir. Yo se lo llevo.

-¿Seguro?

-Sí, seguro. -Teresa se gira con lentitud-. ¿Por casualidad vió a Lucas por aquí?

Hacia el camino de la perfecciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora