Llegue bien al colegio, siempre llego "bien".
Abrí la puerta del salón, puse mi mochila en mi banco asignado, me sentaba atrás de todo contra una ventana con vista a una gran plaza del otro lado del colegio. Suponía que ese era el mejor lugar para mi; Cuando estaba aburrida de las típicas clases de siempre y todo se volvía gris, solo me tomaba una milésima de segundo desviar la vista hacía la ventana. Ver los arboles repletos de hojas verdes, que ahora se transformaban en amarillas por el comienzo del otoño, oír cantar a los pájaros, dejar que los pequeños rayos de sol se posaran en mi piel. Eso era lo que me gustaba.
Me senté en mi lugar y me quede ahí, quieta y sola. Pero no del todo literalmente, ya muchos de mis compañeros habían llegado y se encontraban al frente de la clase empujándose, hablando, o simplemente estaban ahí parados. Dejé que Imagine Dragons siguiera cantando por mis auriculares "It’s time to begin isn’t it I get a little bit bigger but then I’ll admit I’m just the same as I was Now don’t you understand That I’m never changing who I am". Solo cerré los ojos, y me dispuse a imaginar cosas.
—¡Lizi, Lizi, Lizi!— Entró Ariane de golpe al salón e interrumpió mis pensamientos. Tras ella venia Eli, las dos eran mis amigas, las dos excepcionalmente bellas, excepto que ninguna me escuchaba—¿Me pasas la tarea de matemáticas?.
Por su puesto ¿Cuándo no? Yo era la "niña genio". A decir verdad, no me consideraba así, pero mi apodo ya estaba designado. Solo cumplía con las tareas y sacaba buenas calificaciones. Me irritaba demasiado que no hagan sus deberes. Claro que yo tenia tiempo de sobra; no hacia ningún deporte (solo practicaba piano y algo de voz) , no tenia que ir a ninguna tutora particular, no comía casi nunca, me la pasaba encerrada en los libros. Pero eso no le daba ni el derecho ni la excusa a los otros de no hacer sus tareas y no estudiar para los exámenes.
A demás de Ariane y Eli, también estaban Sam, Penny, y Gabby. Eramos inseparables, nos adorábamos, no había rato en el que no quisiera estar con ellas. Antes. No quiero decir que ya no sienta un fuerte cariño por ellas, ni que este desagradecida por todo lo que hicieron por mi, solo que ya no somos las mismas todas cambiamos, yo más que ellas.
Ariane no era muy alta a decir verdad, sus ojos caramelos eran lo que más llamaban la atención de ella. Su cabello llegaba hasta los hombros con un color parecido al del chocolate, y las puntas de él teñidas de rosa chicle. Personalidad era lo que no le iba a faltar nunca. Era exentrica, divertida y algo callada en público, solo con nosotras sacaba a lucir su verdadera personalidad.
Eli siempre llevaba siempre el pelo recogido y no comprendía porqué si es que tenia un cabello hermoso. Se puede decir que tenia ojos comúnes, nariz común, labios comúnes, pero ella no era común. Había pasado por muchas cosas en su infancia y hasta hace poco ha sufrido muchísimo. Supongo que es con la que más me identifico en ese sentido. No era más alta que yo, tampoco era rellenita, solo normal. Su personalidad era todo un dilema, a veces estaba feliz y otras tristes, solíamos no comprenderla mucho, pero con el tiempo nos fuimos acostumbrando. Podía llegar a cargar con muchos resentimientos, pero la queríamos igual.
Sam era la "niña". No porque sea de menor edad, si no porque es algo despistada y hasta a veces inocente. Solía reservarse las opiniones, pero solo lo hacía porque no quería dañar a nadie. Era delgada y un poco más alta que yo, (que por cierto, no mido más de un metro sesenta) tenía el cabello de color rubio que le llegaba hasta la cintura y era bellísimo. Ella solía ser con la que más me relacionaba anteriormente, siempre nos contábamos todo y pasábamos la mayor parte de la semana juntas. No quiero decir que ya no seamos amigas, pero no estamos tan apegadas como lo acostumbrábamos en el pasado.
Penny era la más bajita de todas nosotras, no pasaba el metro cincuenta, y eso que ninguna era muy alta a decir verdad. Tenia la piel morena y una voz que reconocería en cualquier parte. El tenue color de su cabello la caracterizaba, sin contar esos grandes ojos negros. Si tendría que ponerle una etiqueta, cosa que detesto, sin duda ella sería la graciosa, la divertida, la de los chistes en los momentos más inoportunos que cambiar por completo el ambiente hostil.
Y por último la infalible Gabby, no creo que haya mucho que decir sobre ella. Es varios centímetros más alta que yo y Sam. Suele ser la callada, o la que no opina mucho en temas importantes, pero ahora, si estamos hablando de celebridades, música, películas, y más aún si estamos hablando de chicos, ella es la primera en dar a conocer sus pensamientos. Es la reina de la cotilla, y no para mal, es la encargada de saber todo sobre los chicos de último curso y las chicas que no nos sientan del todo bien.
La mañana transcurrió como siempre, aburrida. En algunas clases levantaba mi mano para acotar una que otra cosa, en otras simplemente me limitaba a escuchar apoyando mi cabeza sobre el brazo que se encontrara encima de la mesa en ese momento. De vez en cuando me encontraba con Nick en los pasillos, él me sonreía y yo le devolvía la sonrisa. Pero no era él mi único amigo, también estaba Daniel, el rubio de ojos verdes y matiz dorada, más gracioso e inconfundible de todos. Todo lo contrario a Nick... no por decir que él sea ordinario, solo que Daniel no tenia las mismas actitudes, sobre todo si hablamos de el especial brillo en la mirada que carenciaba el rubio, era lo más maravilloso de Nick.
Al terminar la octava hora me volví a casa caminando, después de todo no era tan lejos, solo doce cuadras, y tendría que hacer ejercicio si quería llegar a esos grandiosos 45kg. Supongo que son entre quince y veinte minutos los que tardo en llegar por el camino más corto; aún así no son suficientes, y más si tengo en cuenta que con los auriculares cualquier medida de tiempo se pasa en un abrir y cerrar de ojos.
Cuando llegué Luce ya se había ido al colegio. De seguro que la había llevado Nini, nuestra "cuidadora", aunque prefería decirle "la mujer que limpiaba la casa". No comí nada más que medía manzana, mi tercer día, no estaba mal, pero quería llegar mas lejos que eso...
Ya había terminado todas las tareas y el aburrimiento se apoderaba de mi, justo ahí recordé que tenia que comenzar a alistarme para mis clases de piano y voz, y eso fue lo que hice. Que estas erán en el centro de la ciudad, lo cual me proporcionaba unos treinta minutos de viaje.
Después de dos casi interminables horas, al salir del Instituto de Música mi madre me recogió por la puerta, y me llevo a casa. El viaje fue silencioso, porque como de costumbre no me preguntó como me había ido en el colegio, en el Instituto, ni siquiera si me encontraba bien.
Llegue a casa sobre las nueve y cuarto de la noche, me puse mi pijama y me dirigí directo a la cama. No leí ninguno de los ocho mensajes que me había dejado Nick.
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