Tras pasar seis días desde que Nick fue a mi casa y me dio la noticia que se tenia que trasladar a España por causa del trabajo de su padre, me encontraba en la plaza central de la ciudad, donde habíamos quedado para despedirnos una última vez. Yo odiaba las despedidas, era muy llorona y ya mucha gente se había ido de mi vida como para no ponerme mal. 7 de junio de 2014, sábado a las 16:30 teníamos que estar allí, fui unos minutos antés porque quería asegurarme de no llegar tarde. Erán las 16:27, estaba sentada en uno de los bancos que había, junto al puesto de pochoclos; miré a mi alrededor, el día era bello, una leve brisa de otoño se sentía en el aire, y los insípidos rayos de sol se engruían en mi piel, debía de hacer unos 20ºC como mínimo, en los últimos días el tiempo había sido espeluznante, el cielo monstruoso de un gris amenazante, pero hoy no, parecía el día perfecto para una despedida. Había muchos niños corriendo por mi alrededor, a los que se los veía felices, siempre cuando iba por la calle, o me encontraba en un lugar donde haya mucha gente me encantaba ver a los niños, me gustaba ver como su vida se basaba en solo divertirse y hace muchos amigos; Porque no recuerdo esa época feliz en mi vida, cuando el día acababa al ponerse la noche y no cuando tú quisieras, esas épocas donde no era consciente de lo triste y solitario que podría llegar a sentirme en un futuro no muy lejano, en donde no podía ni imaginar que algún día mi vida sea este infierno del que no puedo salir.
Después de hundirme en mis pensamientos por un rato, me di cuenta de que Nick estaba dirijiendose a mi, antés de percatarlo ya estaba sentado a mi lado todavía en la banca.
— Hola, ¿Hay alguien ahí? —Dijo pasando su mano por enfrente de mi cara, y sacudiéndola de un lado a otro.
— Si, lo siento, estaba pensando. — Respondí casi inaudible.
— ¿En que pensabas?
— En lo feliz que pude haber sido y nunca fui. — Dije apenada, ni siquiera habíamos empezado una conversación de verdad y ya me había puesto melancólica. — Pero vinimos aquí por otra cosa...
— Tienes razón. ¿Tú estas bien? — Preguntó apoyando su mano derecha en cima de mi hombro izquierdo.
— Si...— Musité, dándome vuelta para verlo a los ojos, no podía asimilar que esta fuera la última vez que viera esos hermosos ojos en persona hasta en mucho tiempo. Desvié la mirada y abrí mi pequeña cartera que colgaba de mi brazo, revolví entre mi celular, mis llaves y un poco de plata, hasta que por fin encontré lo que buscaba. — Para tí. — Extendí el brazo para darle la carta que había escrito la noche anterior. Se encontraba dentro de un sobre color hueso que en la parte frontal decía "Nick..."
«7 de junio,2014.
Nick: Soy muy buena para estas cosas, pero ahora mi mente esta en blanco.
Quería decirte que erés una de las personas que más me importan en este mundo, no sabría que hacer sin tí, sin tu constante ayuda que me ha salvado muchas veces de caer, no sabría que hacer sin tus rísas, y tus consejos. Lo siento si alguna vez, y sé que lo he hecho, te lastimé, sabes que soy demasiado torpe para darme cuenta de mis acciones sin antés ya haber cometido el error. Al fin y al cabo, erés el único que sabe todo sobre mi y que ha estado apoyándome a pesar de mis locuras frecuentes. Supongo que voy a sobrevivir sin tu presencia, o eso espero.
Te agradezco infinitamente por ser mi confidente y a la vez mi mejor amigo, unas simples palabras no bastan para expresar lo que significas para mi.
Te quiero. Para siempre
PD: No te olvides de mi. ¿Prometido?
—Liz. »
Se quedo sorprendido al ver que era una carta, sinrió con esa calidez que solo puede provenir de él. Sabía que yo expresándome era una caja de sorpresas, no solo porque lo hacia de una manera tan natural y sincera, si no porque no solía compartir mis sentimientos hacía otras personas. Se me daba bien escribir, frecuentemente lo hacía cuando necesitaba liberarme de una forma distinta a la que recurría diariamente.
— No la leas ahora, hazlo cuando estés en el avión. — Dije. Me avergonzaba que lean mis escritos frente a mi, era una de las muchas debilidades que tenía.
— Esta bien. Yo solo quería decirte que eres importante para mi ¿Sabes? — Respondí asistiendo con la cabeza — Y no quiero que hagas cosas de las que luego tengas que arrepentirte. Ya no estaré aquí para cuidarte, ni contenerte personalmente cuando las cosas se pongan difíciles, tienes que mantenerte firme y luchar contra ti misma, sé que puedes hacerlo, porque sé que erés más fuerte de lo que todos pensamos. Erés capas de alcanzar todo lo que te propongas, siempre y cuando no pongas en peligro tu salud, deja ya este juego, eres hermosa y sabes que si te pasara algo yo me moriría. Seguiremos en contacto a travéz de mensajes, llamadas, videochats, no te podrás librar de mi fácilmente. — Estaba sonriendo, estaba sonriendo por él.
— Entendido. Tú tampoco te librarás de mi de todos modos. Pero cuando llegues allá, y en el nuevo instituto haya cientos de tías que quieran lanzarte hacía ti, no te olvides de mi. De todos modos te esta permitido tener novia, siempre y cuando me tengas al tanto. — Dije bromeando.
— Sabes que no me fijaría en nadie más que no seas tú. — Me sonrojé y se me escapó una diminuta sonrisa. Mire hacía abajo al mismo tiempo que él me alzaba la cara con las manos para ponerla a su altura. — Estoy hablando en cerio. — Esto se estaba poniendo incomodo, si no me alejaba de él en unos segundos iba a terminar hundida en sus labios y no quería cometer un error gigantesco. Su teléfono sonó y por lo visto tenía que irse. Sin darnos cuenta, por nuestra interminable despedida, se nos había pasado media hora volando, y al pareces la madre de Nick en poco tiempo iba a salir hacía el aeropuerto. — Tengo que irme, el vuelo se adelanto una hora. Quisiera haber podido decirte más cosas, pero en fin, te quiero, te quiero tanto que nunca podré explicártelo, sabes que vales muchísimo, y erés perfecta con todas tus imperfecciones, no trates de cambiarte.
— Te quiero Nick... — Y como era de esperar mis brazos no aguantaron y se lanzaron sobre los suyos. Me abrazó tan fuerte que pude sentir como le latía el corazón, no lo solté hasta que estuviera lista. Y antés de eso él me susuró al oído:
— Si pudiera quedarme toda la eternidad así, pagaría cualquier precio por hacerlo....
Eran las siete de la tarde y me encontraba en mi habitación hecha un mar de lágrimas. No entendía porque me había pegado tan fuerte la despedida, si siquiera alcanzamos a decir un par de cosas. Será porque Nick era el único que en cerio me valoró y pudo comprenderme, será porque no lo quería perder, será porque en cerio me importaba. Y como suelo hacer, tenía muchas ideas acumuladas en mi cabeza, las que no me dejaban seguir pensando por mi cuenta, me encogía el cerebro no poder liberar lo que pensaba, así que tomé mi libreta y escribí:
«Hoy estas vivo y nadie está a tu lado, y si mañana mueres muchos estarán a tu lado...
Hoy vives y nadie te da un abrazo, y si mañana mueres nadie quiere soltarte...
Hoy estas vivo y nadie te regala una rosa, y si mañana mueres te regalan ramos y coronas...
Hoy nadie te toma en cuenta, pero cuando mueras seras popular por todo un día, donde la gente colocará fotos de ti en sus redes sociales, diciendo te quiero mucho, eres súper especial y cómo vivir sin ti...
Hoy estas vivo y todos te hacen llorar, si mañana mueres todos lloraran por ti...»
¿Bonita reflexión verdad? Es crudo pero real. Tenemos que aprender a valorar lo que tenemos y a los que tenemos, antés de que sea demasiado tarde. Creo que eso fue lo que me pasó, veía a Nick como solo una parte esencial de mi vida, la que nunca podría irse, lo que menos podía pensar es que algún día millones de kilómetros nos separarían. Él siempre me dio un hombro para llorar y una mano para levantarme, nunca podré agradecerle todo lo que hizo por mi. Justo en ese momento, cegada por mis pensamientos, me llego un mensaje suyo.
«—Prometido.»
Y entonces recordé la carta, me estaba prometiendo que nunca me olvidaría....