Okey, había sido una hipócrita, me sentía mal, no podía haberme enojado tanto con mis amigas por una simple queja. Ese es mi problema, dimensiono mucho las cosas, más de lo que ya lo son. Pero como el orgullo me ganó,no dije nada. Con el único que me disculpé fue con Nick:
"Lo siento, ¿Podemos hablar?"
"¿De veras te vas a enojar?"
"¿Puedes contestarme los mensajes?"
"Mi intención no era pelear"
Esos,entre otros veinte mensajes que le dejé, no me contestó ni uno solo, él era la persona más buena que conocía, pero eso no quería decir que no fuese orgulloso. Era muchísimo más orgulloso que yo, lo que en verdad me fastidiaba. Lo único que temía es que no volvamos a hablar nunca más. Mis amigas solían comprender mis cambios de ánimos, iban a enojarse un buen rato por mi respuesta descortés, y luego todo seguiría como siempre. Lastima que esta vez estaba equivocada.
Al llegar a la escuela el jueves por la mañana me di cuenta, no solo de que mis únicas cinco amigas me ignoraban, si no que también todo el mundo lo hacía. Estaban todas juntas en una de las galerías del patio principal, entré al salón a dejar mi mochila; derecho, al fondo, contra la ventana, mi lugar. Luego, salí al patio para disculparme con ellas por el mal trato que había tenido la noche anterior, odiaba ser así de egoísta, ellas no se merecían eso, ellas si que me habían apoyado en todas, y yo no les he devuelto el favor.
Conforme me acercaba a ellas, me miraban y susurraban cosas entre si, seguramente estarían pensando "Y esta que quiere?" . Me paré frente a ellas, que estaban en ronda hablando y dije lo más firme que pude:
— Oigan, lo siento por lo de anoche, no sabia lo que decía cuando lo escribí.— Las palabras no me salieron así como así, estaba temblando, no solo por el frío si no porque odiaba discutir con ellas, y quiera o no, lo que vendría sería una discución.
— Yo creo que sabias muy bien lo que decias— Me respondió Eli. Tenia que ser. Ella era la más excéntrica del grupo, siempre tenia algo para acotar, sabia que esto no terminaría bien.
— Enserio, estaba pasando por un mal rato, y se me escaparon varias cosas que debí guardar.— Dije con un tono entre enojada y vulnerable.— Vamos, ¿Siempre juntas,no?
— Lo siento, las cosas han cambiado Liz— Esta vez la que habló fue Penny, ella era una de las más calladas del grupo, pero su carácter era prometedor.
— ¿De que hablan?
— Tienes problemas muy serios Liz, siempre hemos estado ahí para ti, pero ahora es diferente, no sabemos como controlarte, y nuestras madres nos han aconsejado que no interactuamos mucho contigo, nos traerás problemas.— ¿Era chiste? Definitivamente me estaban tomando de loca desquiciada, que posiblemente lo sea, pero no podían estar haciéndome esto. No creía ni una sola de las palabras que salían por la boca de Ariane. — Lo siento.
— Yo lo siento mucho más. — Dije firme, me di media vuelta y me fui hacía el salón. Para mi desgracia Nick pasaba justo por ahí cuando estaba entrando al salón, ni siquiera me saludo, ni me miro, solo siguió caminando. Me debastó.
Al parecer todos habían conspirado para dejarme sola, Nick, las que antes eran mis amigas, mi madre, hasta mis compañeros de clase. Shelby, que era una de las chicas con las que me llevaba medianamente bien también dejó de hablarme, bien, era una estúpida, pero tanto como para que todo el mundo me deje tirada?. La mañana fue un asco, nadie me hablo, literalmente, me pase los recreos sola con mis auriculares a todo volumen encerrada en el salón, acobijada en mi lugar, donde al parecer era invisible. Me sentía un asco, en todos los aspectos, no tenia amigos, ni a mi madre; a demás de que ayer me había comido una porción de pizza entera y media manzana, me detestaba, todo de mi me molestaba.
No había cosa en mi que no odiara. Mi pelo, no tenia un color definido, toda la vida me dijeron que era castaña clara, pero yo me lo veo más anaranjado,genial, además de sin amigos, gorda y estúpida, era daltónica; y el frizz abundaba en él. Mis ojos, eran una mezcla de gris con verde, esos de los que ocultaban grandes verdades, chicos y hundidos. Mi nariz, un asco. Mis orejas, yo las veía enormes. Mis dientes, horribles. Mis piernas, flacas, recaídas, sin forma. Mi abdomen, asqueroso. Mis brazos, llenos de cortes, llenos de secretos. Todo me desagradaba.
Al mirarme al espejo quería huir a otro lado, donde no haya un estereotipo que te diga como debes verte, ni vestirte, ni ser. Solo huir a donde todo sea perfecto. Al llegar a casa no comí, dormí porque no soportaba la soledad. Me despertó Luce al llegar a casa con su voz chillona diciendo:
— ¡Despierta bella durmiente!— Y me besó la mejilla. ¿Cómo alguien tan dulce y amorosa podía ser mi hermana?
— Luce por favor, no me encuentro bien. — Le dije bufando y me lleve la frazada a la cabeza, para poder cubrir toda extremidad de mi cuerpo.
— Esta bien, pero yo no llamaré a tu príncipe para que te despierte— Gritó y salio de la habitación.
Por ahora no necesitaba un príncipe, solo a Nick.
¿Que estaba pensando? Me había vuelto loca.
Y como ya eran las nueve de la noche y había sido totalmente normal que mi madre no le haya hecho la comida a Luce y se haya ido a dormir, tuve que levantarme a hacerla yo misma. Me encantaba cocinar. Odiaba comer.
Le cocine a Luce unas milanesas con papas fritas, algo no muy elaborado porque no tenia ganas de cocinar en ese momento. Leí un poco y trate de dormirme nuevamente, pero la pelea con mis amigas no me dejaba dormir, y Nick; Pero era algo más normal, no porque nos peleemos seguido, si no porque Nick era el causante de mis desvelos diariamente. Lo extrañaba, era el único que me escuchaba, no quería estar peleada con él.
Entre cabezazos y grandes esfuerzos logré dormirme, y soñar, por su puesto, con Nick.