Ya pasaron dos meses desde mi ingreso al centro de rehabilitación y no podría decir que estoy del todo curada, es más, creo que casi todo lo contrario, estoy peor; tampoco recuperé la felicidad, porque ésta es un concepto abstracto y dudoso, imposible de alcanzar en cualquier etapa de la vida, supongo que todavía me queda mucho por aprender y refleccionar.
Continué escribiendo mi 'novela' y estoy mejorando muchísimo, voy cerca del capítulo trece. Una amiga de Rachel trabaja en una famosa editorial del país y ella le ha enviado una serie de capítulos de mi novela, a lo que respondió muy entusiasmada. Dijo que cuando salga de rehabilitación, si es que estaba interesada en el asunto, podría tener una entrevista con ella y buscar distintas maneras de terminar la novela, para luego ver opciones de en un futuro no muy lejano publicarla en base de libro. Eso me entusiasmo de manera inexplicable; escribir mi historia, publicarla, que demás personas lean por lo que atravesé y aún así sigo en pie, poder ayudar a otras chicas, demostrarle al mundo que sigo acá y que no pudieron conmigo, bueno, si es que salgo ilesa de todo esto. Simplemente quiero ayudar, que alguien reciba la ayuda a tiempo que yo carecí en su momento.
Rachel ha sido de mucha ayuda, y un apoyo incondicional para mi en todo este tiempo de cambios drásticos en mi vida, y agradezco todo lo que está haciendo para que yo mejore día a día; pero lo que verdaderamente necesito no es que me den un sermón miles de veces a la semana de que comer me hace bien, que estoy arruinando mi vida, y que luego me arrepentiré de esto al pasar lo año, sino, que alguien me mire a los ojos y me diga "No estás sola", sin promesas de sacarme de todo esto, ni falsas ilusiónes, solo un "No estás sola". Necesito que alguien se de cuenta que sigo estando enferma.
En los principios de todo esto, hubiera necesitado que todas las noches en las que me dormía llorando alguien me dijera que todo iba a pasar. Hubiera necesitado que cuando mis papás discutían en frente mio, se hubiesen parado a pensar en todo lo que me afectaba eso a mí. También hubiera necesitado que mis amigas al enterarse de mis trastornos me ayudasen, hablaran con mis padres, con la tutora del colegio, con alguien, que hagan algo para sacarme de todo eso, y no solo dejarme que me siguiera destruyendo.
Pero ahora, más que nada, cuando la nostalgia se adueña de toda mi alma, solo necesito un abrazo, solo un abrazo. Hablando en serio nunca nadie me ha dado un abrazo con sabor a todo va a estar bien, y ese es uno de los principales motivos por el que hoy vuelvo a consumirme en este infierno que creía ya haber superado; nunca recibí afecto desde el corazón, si simples 'tienes que mejorar' o 'confío en ti' pero por Dios solo necesito un abrazo ¡UN ABRAZO SINCERO!
Paré Simple Plan que en ese momento sonaba en mis auriculares y me dispuse a levantarme de la cama. Apoyé mis pies descalsos en el frío suelo de mi todavía asignada habitación en LU.CO.BA y cuando quise dar unos pasos me parcaté de que todavía tenía conectado a mi brazo zurdo el suero, así que a duras fuerzas lo quité de mi cuerpo y por un segundo la vista se me nubló, pero todo volvió a ser normal después, Luego de haber hecho esto, me dirigí al baño privado del cuarto. Eran las tres de la madrugada aproximadamente, así que aparentemente todos estaban durmiendo y por primera vez nadie me vigilaba. Pasé frente al espejo, cuando una sensación conocida se adueñó de mi. Hacía mucho que no me sentía así al ver mi reflejo y realmente me dió miedo. Al observarme sentí odio, desprecio, rechazo por cada centímetro de mi cuerpo nuevamente.
Comenzé a tomarme la cara suavemente con las manos, como si en realidad pudiera hacer alguna modificación respecto a ella. Seguí con mi abdomen, reduciendo panza, poniéndome de lado, acariciando mis costillas, y por último mis piernas que tanto aborrecí por mucho tiempo. Estaba vulnerable, ellas estaban volviendo. Y si, soy consciente de que hay millones de personas en peor estado que yo, millones de personas deseando la muerte más que yo, muchas que a penas tiene que comer o de que beber, otras forzadas a hacer cosas que no quieren, si lo sé, pero realmente me da igual, me joda que yo no pueda encontrar ese suspiro de alivio que anhelo hace tanto tiempo, esa sonrisa verdadera que rompería cualquier barrera, esa yo del pasado, que sinceramente se ve tan ajena a lo que soy ahora, me jode no poder tener una vida normal, y me jode no poder entender que cada vez me estoy haciendo más mal a mi misma. Y si, me da igual que haya personas en peor estado que yo, me da igual todo y todos llegados a este punto.
—¿Piensas matarme?— le pregunté a la chica del espejo que me miraba con tanto rencor.
—Cariño, ya estás muerta— me respondió con total ironía.— ¿Qué crees que pasó? Estamos en el mundo real, un mundo cruel, despiadado, sin misericordia alguna, si eres debíl, pues cariño lamento informarte que, estás muerta.
—¿Estás feliz de haber terminado conmigo?
—Tú sola re hiciste esto. Si te observaras detenidamente te darías cuenta de que estas muerta desde hace mucho tiempo — y al escuchar eso le disparé, al fin logré dispararle a la persona que tanto odiaba en el mundo. Sin embargo, no murió, las balas no atraviesan los espejos
¿Saben qué? Le tememos a la oscuridad¿cierto? Cuando las peores cosas pasan a la luz del día. Le tememos a la muerte, si. Y a pesar de eso, los momentos más dolorosos ocurren cuando estamos vivos.
Una desesperación irreconocible se adueñó de mi, junto con un miedo atroz por lo que estaba a punto de hacer. Me fui inmediatamente del baño y regresé a la cama tratando de dormir la fuerza, pero me resultó totalmente imposible. Entonces, en ese momento de ceguera y desolación busqué mis antidepresivos recetados que el doctor Karev había dejado en un frasco sobre mi mesa de noche, ya que últimamente no había presentado síntomas de otro intento de suicidio, pero ahora las cosas volvieron a cambiar...
Estaba temblando, el pánico se abría paso lentamente hasta consumirme por completo. Las imágenes en mi cerebro me miraban tratando de asecharme por sorpresa. No ejercía control sobre mi cuerpo. Temblaba y temblaba, tiritaba y pedía ayuda a gritos, pero nadie escuchaba mis llamados de auxilio silenciosos. Mis brazos y piernas comenzaron a hacer movimientos sin sentidos, mi cuerpo empezó a darme tics nerviosos mientras las lágrimas se deslizaban por mis mejillas hasta caer en las sábanas inmaculadamente blancas de la cama, y mi mente me hacía creer que alguien me perseguía. Tenía la imperiosa necesidad de vomitar las siete pastillas que había metido a mi organismo, sin embargo, sabía que mi cuerpo estaba demasiado débil para portar esos comprimidos, y causaría los efectos que quería rápidamente, aunque por otro lado, tampoco me atrevía a hacerlo; por lo visto una parte de mi quería seguir sintiendo y saboreando el sufrimiento.
Comencé a escuchar voces y giré mi cabeza frenéticamente hacía todos lados, pero no había nada, ni nadie en el cuarto. Siquiera estas decían nada, solo susurros inentendibles de lo que podría ser; un gran quizá que nunca descubriré. Mi mente estaba es en contra mio y yo no estaba apta para una nueva batalla. Un ejercito se inseguridades se abalanzó sobre mi y todo se tornó oscuro. Los brazos se tumbaron a los costados de mi cuerpo, los ojos se me cerraron lentamente y nueva,desquiciada e incómodamente, solo deseé no volver a despertar.