Capítulo 4: Demasiado lejos.

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No desperté en mi cama,tampoco en mi habitación, ni siquiera en mi casa. Ya sabia donde me encontraba, las sabanas extremadamente blancas y el olor a remedio que emanaba todo el cuarto me lo dijeron.

Estaba en el hospital.

Traía puesta una de esas batas grisáceas con puntos verdes claros asquerosas que daban allí. No sabia por que me encontraba en ese lugar, solo esperaba que no fuera nada grabe y que mis secretos no estuvieran en peligro; Pero ya era demasiado tarde,la bata era mangas cortas,lo que significaban que mis cortes estaban a la vista, ya no tenia mis pulseras. Lo que también significaba que alguien me coloco ese atuendo horrible,me saco mi ropa,mi hermoso suetér que tantas cosas ocultaba y mis marcas salieron a la luz. Cuando estaba apunto de desconectar el suero que fluía por un diminuto cable en mi brazo mi madre entró.

—¡Por favor Liz,no!— Estába llorando,era duro ver a mi madre llorar, y más sabiendo que yo era la razón— Ya nos haz hecho suficiente.

¿Yo les he hecho suficiente? ¡Ella nunca me preguntaba si me encontraba bien! ¡Ella ni siquiera me cocinaba! ¡Ella no se preocupaba por mi! . De repente todo mi enfado salio disparado y no pude evitar largarme a llorar.

Dos horas después ya había hablado con más de tres médicos y enfermeras. Mi papá me había ido a ver al hospital, con él me llevaba muchísimo mejor que con mi mamá. Y ahora ya sabia porque estaba allí... La bascula de mi casa estaba averiada; marcaba 10kg más de lo que en verdad pesaba,lo que significa, que el numero decía 50kg y yo pesaba 40kg lo que es un gran logro, pero extremadamente peligroso. Tengo trece y mido 1,58, no comía hace cuatro días y eso provocó que mientras dormía mi cuerpo se cansara demasiado y sufra un desmayo. Por lo visto cuando eran ya las tres de la tarde del domingo y yo no me despertaba mi madre comenzó a preocuparse, intentó despertarme pero al ver que no despertaba llamó a un médico, a lo que éste le reveló mi estado. Supongo que después de eso me subieron a una ambulancia y me trasladaron hasta el hospital, no recuerdo nada de lo que pasó en el último día. Hoy ya era lunes pasado el mediodía y recién acabada de despertar, todavía la cabeza me dolía ¿habia dormido mas de un día? Si que estaba en serios problemas y mucho más aún si sabían de mis cortes.

Estaba tan débil que decidí no hacer pasar a Luce al cuarto, me destruiría más de lo que estaba ver a ella llorar por mi salud. Pero no pude evitar que Nick ingresara de sorpresa. Eran las dos de la tarde, él seguía con el uniforme del colegio y por su cara no iba a ser una conversación muy agradable, supuse que iba a retárme; pero sucedió todo lo contrario, lo primero que hizo al verme ahí,desecha como un pañuelo en la cama fue abrazarme.

No tenia idea de como Nick se había enterado. Mi madre lo conocía pero no tenia su numero ni mucho menos. No solté a Nick hasta quedarme sin aire, era el mejor amigo que haya tenido nunca, se me escaparon unas lágrimas sin previo aviso.

Él si lo sabia, él lo sabia todo, todo menos lo de mis cortes, que ahora estaba a la vista. Era la persona en quien más confiaba en el mundo. Se sentó sobre la cama a pocos centímetros de mi y me tomo de las manos diciendo:

—No quiero que te pase nada— esas palabras me devastaron.

—Voy a estar bien, no te preocupes por mi— respondí casi a susurros.

—Me voy a seguir preocupando, por favor, no quiero verte así, te quiero y me niego a algún día perderte— Si no fuera porque Nick estaba ahí me habría largado a llorar, nuevamente, como una niña a la que no le compraron sus Barbies favoritas.

Me llevo unos segundos asimilar que el también estaba llorando, no del todo, solo unas pequeñas lágrimas se deslizaban por su mejilla. Por eso me negaba a que Luce entrara,no quería ser la culpable de más sufrimiento. No dije nada, yo también lo quería, lo quería muchísimo, solo que en ese momento no era capás de emitir ningún sonido. Pero en vez de decirle lo mucho que lo quería me salio un

—Yo tampoco quiero perderte.— Me encontraba más debíl que nunca, no tenia fuerzas ni para hablar.

Esbozó una pequeña sonrisa, me besó en la frente. Dejó un papelito en la mesita de noche que tenia a la derecha de mi cama y antes de irse me dijo:

—Cuidate, porque sino te cuidaré yo.

Me dejo tan atónita que no supe que responder. Nick era lo más dulce del mundo. Pero no sabia si lo decía como hermano mayor o como algo más...

Poco tiempo después de que Nick saliera de la habitación entraron Ariane,Eli,Sam,Penny y Gaby. Estaban todas compungidas y traían muchos ositos de peluches y cartelitos que decían "Te amamos". Me hacía bien verlas ahí todas juntas. No estaba segura si alguien les había dicho el motivo por el cual estaba internada, pero ya no me importaba. Corrieron a abrazarme y les devolví el abrazo. Su visita no duró más que tres minutos ya que entro una enfermera avisando que el horario de visitas había finalizado; se despidieron y prometieron volver.

Por un lado me molestó que hayan aparecido por acá. Dos de ellas ya habían visto mis cortes, y no me habían preguntado que sucedía. No me preguntaron porqué lo hacía, si estaba bien o si simplemente necesitaba un abrazo.

Quizá si hubieran hecho eso hoy no estaría aquí. Porque una palabra vale más que cualquier cosa.

Papá vino unos minutos más tarde para traerme ropa y ver como me encontraba. Se sentó en una silla al costado de donde estaba recostada y tuvimos una conversación digna de una película de Hollywood. Le conté todo lo que había estado ocurriendo durante los últimos años y a él le debastó saber de que todo eso estaba pasando ante sus ojos, sin sospechar un solo minuto de mis problemas. Obviamente como todo padre me dijo que deje de lastimarme y trató de hacerme entender que era lo mejor para mi. Me rompió el corazón saber que seguía lastimando gente. Me sentí egoísta y sucia, como siempre, pero esta vez de una manera muy distinta. Yo le dije que lo sentía mucho y que no iba a volver a hacerlo, cosa que los dos sabíamos que no iba a ser cierto, pero actuamos como si lo hiciéramos. Me dió un abrazo luego de su visita de casi cuarenta y cinco minutos y se despidió volteando cuando se encontraba en el marco de la puerta.

Mi cuerpo no respondía a muchas señales de vida. Así que decidí que estaba muy cansada a pesar de no haber hecho nada más que llorar todo el día. Tomé el papelito que Nick había dejado en mi mesita de noche e intente leerlo, era una carta, una hermosa carta, aunque lo único que leí fue "Te quiero" y luego sin darme cuenta me quede profunda y lentamente dormida...

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