Capítulo 13: Giro inesperado.

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Me detuve un segundo y me dije a mi misma que no tenia porque salir corriendo a abrazarlo, no tenia siquiera porque mirarlo. Era mi cumpleaños, por más amigos que seamos, por más que me atraiga como a nadie.

Nick estaba mirándome, por lo visto salio a hacer ejercicio, era tan hermoso, tenia los brazos perfectamente marcados,su frente sudaba, y la remera que traía se le pegaba al cuerpo a causa de su transpiración. Estaba bellísimo, estaba como siempre, estaba como nunca, estaba ahí y luego ya no.

Dejé de verlo cuando Luce me llamo de un grito, se encontraba con mi padre, muchos metros atrás de donde estaba yo, que suerte, no quería ni imaginarme lo que hubiera pasado si me veían casi babeando por él..., ¡¿Qué demonios estaba diciendo?! Nick estaba enfadado conmigo, no me saludo por mi cumpleaños, y era absolutamente imposible que me gustára. Lo quería muchísimo, él me ayudo y me escuchó más que a nadie, y de verdad me arrepentía de haberlo tratado mal, pero no había nada que pueda hacer.

— Liz!!!!! Vámonos, tenemos una sorpresa. — Dijo Lu gritando y me sobresalto.

— Sí, ya larguémonos de aquí. — Murmure para mi misma.

Di una última mirada, una última mirada atrás. Él estaba mirándome, con esos ojos cafés que suplicaban perdón, se me llenaron los ojos de lágrimas, y antes de darme vuelta, casi para siempre, vi como sus labios decían:

«Lo siento, te quiero.»

Le di la espalda, me dirijí donde estaba Luce con el corazón hecho una bolita, y nos fuimos a casa. No quería saber nada sobre nadie, no quería sorpresas, no quería seguir viviendo. Cumplí un año más de sufrimiento. Puede que esté respirando, pero eso no significa que este viva. Cada día me siento peor con mi cuerpo, con mi vida, cada día me siento peor con todo lo que tengo, que por cierto, no tengo nada. No tengo a nadie,definitivamente.

Cuando llegamos a casa estaba mi madre con una caja gigantesca, eran las siete de la tarde. No había ido a mi segunda clase del grupo de apoyo, empezaba a esa misma hora, no iba a ir, era mi cumpleaños, por más desquiciada que este. Adentro de la caja había otra, y otra ,y otra, y otra..., hasta llegar a una pequeñisima que contenía  un collar. Este decía la palabra escrita en cursiva "Liz" . Ella bellísimo, me encantaba, cada vez que lo viera podría recordar ese día, el día en que el alma se me cayo en pedazos al ver que la persona más importante se iba, no, el día en que realmente descubrí quien era, y eso viene justo ahora.

Le agradecí a mis padres por el regalo y a Luce, les pedí estar en mi habitación sola por un momento para hablan con mis amigas, amigas que no existían. A decir verdad sí, Molly ya era una amiga, a pesar del simple hecho de habernos conocido un día antes. Pero lo que en realidad hice no fue hablar con Molly, si no por Daniel.

— ¡Hola! — Le escribí por un mensaje de texto. Me contestó a los pocos segundos.

— ¡Hola princesa! Casi lo olvidaba, feliz cumpleaños infeliz. Te quiero y lo sabes. — Me sacó una sonrisa ver ese mensaje, Daniel me importaba y mucho, aunque no quisiera asimilarlo, yo también lo quería.

— Pues, gracias príncipe. Yo te quiero más.

— ¿Cómo la has pasado? — «De lo mejor, he visto a una de las personas más importantes en mi vida, alejarse de mi» pensé. Pero solo me limite a responder:

— Normal, ya sabes que es un día más para mi.

Comenzamos a hablar, me encantaba. Él tampoco había ido hoy al grupo de apoyo. A veces no sabia si Daniel estaba tratando de ser amable o se proponía otra cosa, se la pasaba llamándome "Princesa, linda, corazón" y yo le seguía lo que pensaba que era un simple juego de amigos. Cuando ya se había hecho las nueve de la noche  y seguíamos hablando sin aburrirnos él me dijo:

— Si pudiera hace cualquier cosa para hacerte sentir bien lo haría, cualquier cosa de veras. Solo tienes que darme el lugar en tu vida.

Me quedé helada, ¿era mi imaginación? ¿era real? ¿Daniel insinuaba algo?. Como amo que me supliquen, me hice la desentendida y le pregunte:

— ¿De que hablas?

— Liz me gustas, me gustas desde el primer día en que hablamos, desde el año pasado cuando ibas caminando sin mirar adelante, con tus cuatro libros y me chocaste,  desde que te ayude a recogerlos del piso y me dijiste "Gracias" esbozando esa hermosa y tímida sonrisa que tienes. Me gustas cada vez que te veo, cada vez que me hablas y cada vez que escucho tu voz. Puede que sea un loco maniático, pero me gustas. Puede que tengas problemas, pero yo te ayudare a resolverlos. También puede que las palabras se las lleve el viento, pero lo que siento por ti, quedará intacto.

Bien, ¿Alguien quería matarme de un infarto, no es así? era increíble, seguía sin procesarlo. Siempre mire a Daniel como un chico guapo, el rubio de ojos verdes más guapo de todos, pero solo como un amigo. Tengo que admitir que siempre me derretía cuando me decía cosas lindas y que era la persona más dulce que conocía, pero ¿a mi no me gustaba Daniel, o si?  ¿Las cosas entre Daniel y yo cambiarían después de esto? , yo no estaba segura de nada, solo de que ese era el momento en el que más necesitaba un abrazo y un par de oídos, y también, quizá, un hombro para acurrucarme. Me sentía devastada, sin mis amigas, sin Nick, no, ¡basta! él ya me había dejado en claro que no le importaba, sabia por lo que estaba pasando, que lo necesitaba más que nunca y se dio el lujo de enojarse por una tontería. Pero, ¿Por qué había sido?, porque no queria que me hable con Daniel. Y cuatro días después seguía sin saber que tanto mal me podría hacer Daniel como para llegar al punto de tener que dejar de interactuar con él. Pues ahora ho me importaba, Nick me había demostrado que no me queria tanto como solía decir. En mi cabeza había una mezcla de sentimientos: amor, odio, rabia, desilución y confución. ¿Amor? No lo sabia, ¿Por Nick, o por Daniel?. Odio ,por mi misma.  Rabia, estaba llena de rabia por como a Nick no le importo que estuviera desmoronándome, y aun así me dejo sola. Desilución, Nick. Confución, Nick, Nick y Nick, ¿Por qué sigo pensando en él? , estaba confundida por lo que sentía, lo que sentía hacía Daniel. Todo mi cerebro no lograba acomodar la información.

Iba a intentarlo, quería dar vuelta mi vida. Hoy no era un mal día después de todo, no perdería nada intentando.

— ¿Cuando quieres entrar en mi vida? Te espero. 

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