" La única forma de irme que yo conozco son los libros, de abandonar este mundo por un plazo indefinido.
Sin embargo, estoy en un transe incomparable. No me animo a nada, me debilito casa vez más conforme los días avanzan. No soy capaz de hablar con nadie sobre mis sentimientos,no, no soy capaz de hablar con nadie sobre nada y punto. ¿Mi escapatoria? Mi navaja.
Empiezas cortándote cuando vez que todo está mal, que ya nada te sale bien, te sientes inútil, una mierda en simples palabras. Te sientes la persona más solitaria del mundo, hasta que un día conoces sobre el cortarse, lo veía estúpido antés, cuando en mi vida todo iba bien; hasta llegue a jurar nunca hacerlo, y aquí estoy. Solo que en momentos tan miserables ya no sabes calcular por tí misma lo que esta bien y lo que no, te dejás llevar por tus impulsos. Es una lucha de mí contra mí, pero erés debíl, y a la vez la persona más fuerte. Lo haces y te termina gustando. Ver que la sangre corre por tu brazo, te sientes libre y te sientes mejor. Pues tú sabes que no te estas cortando solamente, si no que estás haciendo por fuera como te sientes por dentro; destruida, sin fuerzas ni esperanzas. En el momento sientes todo eso, luego te arrepientes, miras tus heridas y piensas: «¿Por qué lo hice?». Atraviesas las peores de las batallas, en la que vas perdiendo y ganando a la vez. Ver esas cicatrices te causa unas fuertes puntadas en el estomago. Por unos segundos ya no te gusta, te arrepientes de haberlo hecho; porque cada vez es más difícil ocultarlas, cubrirlas y hacer como si no existieran. Cada vez que algo roza tu brazo haces lo imposible para disimular la cara de sufrimiento que expresas casi sin darte cuenta. Pero la proxíma vez que te sientes miserable, lo vuelves a hacer.
Es un juego repetitivo, incluso tedioso, del que quieres salir victoriosa. Sin darte cuenta ya erés adicta. Uno se hace adicto a cualquier cosa que lo haga sentir mejor, aunque sepa que le hace mal; como el cigarro, las drogas, el alcohol, el amor, las personas... Cada quien se auto denigra a su parecer. Y como toda buena adicción tiene sus consecuencias. Muchas consecuencias, como usar camisas que no sean de manga larga o no poder ponerte shorts, porque tus cicatrices de lo contrario se verían. Cortarse tan profundo que con solo el diminuto choque del agua al ducharte tengas que morderte el labio inferior para no dejar escapar un grito. En fin, muchas consecuencias.
Muchas veces me pregunto: «¿Estoy haciendo bien al cortarme?».
Aunque sé que la pregunta es insulsa no deja de pasar por mi cabeza. Digo, me fascina hacerlo, me hace sentir bien, me desahogo y la única que nunca me ha fallado al final de cuentas es mi navaja. Pero viéndolo de otro lado, sé que estoy haciendo mal y no puedo salir de esto, no, simplemente soy adicta. Sin embargo ¿En verdad me hace sentir mejor lastimarme? Muchas veces respondo al decir: No, alto, tengo que dejar de hacerlo.
Por más que quiera no puedo. Es mi adicción la cuál me hace sentir bien, la cuál hace que se me olvide todo por unos minutos, la que nunca me deja y dudo que algún día me suelte. Vidas duras y caminos difíciles me llevaron a esto. No sé si es del todo culpa de los que me destrozaron por dentro, sé que también soy mi propia destructora y responsable. Desearía poder volver el tiempo atrás y nunca haber cortado mis preciadas muñecas sabiendo que un día llegaría a este punto, en el que ya no me puedo controlar y no paro de hacerlo. No me reconozco, dejé de hacerlo hace tiempo.
De vez en cuando me agarran ataques de nerviosismo, en los cuales me hago un bollito y luego me tiro a algún lado a llorar sin razón. La respuesta más viable que encontré de porque esos momentos es que los recuerdos acumulados y la realidad abrupta afectan notablemente mi estado de animo haciendo que decaiga más de lo que ya está. En otrás palabras, se me hace tan difícil asimilar mi situación actual (una adolescente que se corta, es bulímica y no ejerce control sobre si misma) que no me queda otro remedio que negarme y hacer caso omiso a lo que no puedo evitar. Entre sollozos golpeo mi cara con las manos y hasta a veces tiro de mi cabello con fuerzas, para tratar de despertar de lo que deseo que sea una pesadilla, pero no lo es. Vienen de golpe, cuando se disparan los fashblack de cosas que me pasaron y se apoderan de mi mente. Si tengo suerte y estoy en público, bastan con cerrar los ojos con fuerzas. Otrás, la única opción que encuentro(que no siempre es suficiente) es dejarme caer a la cama, al suelo, al vacío. Me quedo un rato tirada llorando, y pasado cierto plazo de tiempo hago como si mi vida fuera bien.
Muchas personas nos consideran 'Emos', por el simple hecho de cortarnos. Pues no todos los somos. A veces cuando alguien se da cuenta de que te auto lastimas te humillan y te hacen pasar por cosas horribles, ya de por sí más horribles de las que tienes que lidiar todos los días; Te insultan en vez de darse cuenta de que lo que necesitamos es su apoyo. Un simple abrazo, que como dice mi profesora, son la droga más fuerte del mundo. Necesitamos que simplemente nos escuchen, no que nos comprendan porque eso sería hacer sentir a otros una basura por cuestión de segundos, solo que nos den un hombro. Algunos ya no te vuelven a hablar cuando lo saben, ahora soy 'la rara', 'la que se corta' , 'la tonta' , 'la que se hace daño' , y muchos más de los apodos que uno se pueda llegar a imaginar. Me discriminan por...¿Sacar el dolor de una forma distinta a lo que ellos? ¿Ahora por querer expresarme soy 'la mala'?
Incluyendo en esas personas a mis padres. Bueno, al menos los míos no son los típicos padres a los que les importo y se preocupan por mí. Quizá mi padre sí, y hasta cierto punto, pero mi madre ya no es digna de llamarse como tal. Es la típica con la que con solo decirle 'Si, bien' se lo cree después de preguntar como estas. ¿No pueden ver como me siento por dentro? ¡¿Es qué no se dan cuenta de lo destrozada que estoy?! . ¡Revisame los brazos mamá! Entiéndeme, escúchame, ponme antención al menos un minuto... porque en verdad no sabes lo mal que estoy. Te necesito y tú lo único que haces es ofrecerme tu rechazo. Eso no es lo que quiero, ¡Quiero que tus brazos estén ahí para mi! No me rechaces, por favor.
Al igual que las amigas. ¿Verdaderas? Muy pocas. Las demás, como suelo decir son compañeras de viaje que solo fingen serlo. Pues puedes tener muchos amigos pero dime, ¿Cuantos irán a tu funeral? Es decir, me refiero a ¿a quienes le importas de verdad? Algunos que llamaste amigos por años, que hiciste todo por ellos y tú pensabas que ellos en cualquier circunstancia harían lo mismo por tí, pero te fallan.
Eso de sentirse la persona más solitaria del mundo para mucho es normal, incluyéndome. Ves a tu lado ¿quién esta allí? Nadie, solo tu navaja. Dices un sencillo: «¿Por que no?» Y cuado te quieres dar cuenta ya te cortaste de nuevo. A veces me pongo a ver mi brazo y me empiezo a ver todas las marcas que tengo, visualizo mi vida llena de dolor. En la que ya no pasa nada interesante a menos que sea malo. Pienso en cada día que pasa y digo: «Otro día más de sufrimiento» Otro día más en el que pienso que todo sería mejor si no estuviera aquí, otrás veinticuatro horas en las que pienso en el suicidio, que soy insignificante para este mundo; lo que hago es malo, no importa lo bien que me sienta por el momento, esta mal. Siempre causo problemas ¿Por qué no estaría mejor el mundo sin mi? ¿Que hago aquí? ¿Cual es el sentido de mi existencia?. Miles de preguntas seguidas, que no halló las respuestas, con la misma razón todos los días: Que nadie me escucha ni entiende.
¿Cómo hago para desahogar todo esto? Ahora es cuando volvemos al principio: Mi navaja. Es lo único que me queda. Anelaría ser una persona feliz, tranquila y sin problemas. Volver a ser aquella niña que su mayor dolor era el raspón en la rodilla. Pero lastimosamente esa niña se ha ido. Ahora no soy la pequeña con una sonrisa verdadera en su cara, si no una trastornada que se corta y ve todo de gris. A decir verdad, no sé quien soy, no me reconozco, hasta llegar al punto de poder decir 'Esta no soy yo'. "
Eso fue lo que escribí en el ensayo para la clase de literatura, ensayo que no entregue, más palabras que me trague.