Capítulo 7: No soy la única.

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Me pase toda la mañana tratando mal a todos, incluso a Nick, de lo que a los cinco minutos me arrepentí,él no tenia la culpa de tener un amiga trastornada.

No podía estar tan enojada con mi madre. ¡NO ME PODÍA MANDAR A UN GRUPO DE APOYO! Es grabe cortarse, vomitar y no comer,pero odiaba esos lugares en los que te daban sermones de lo maravillosa que es la vida, que no te sirven de nada,si al llegar a casa voy a agarrar la navaja de nuevo y voy a dejar que mis sentimientos salgan. Era tan patético ir a ese lugar,pero tenidría que ir por las buenas o por las malas,y por las malas significaba más control sobre las comidas y el vomito, así que me trague todo lo que pensaba y fui con la cabeza lo más gacha que pude.

Era mas o menos en el centro de la cuidad, a un par de cuadras de donde estudiaba piano y voz. Me encontraba en un cuarto gigante, como una sala en donde haces yoga o algo así, solo que esté tenia sillones, sillas y banquetas. Cuando entre había solo una chica, tres chicos y un señor; Uno de ellos estaba de espaldas hablando por el celular, era rubio y tenia un aspecto muy similar a Daniel, hasta la altura y la forma de balancearse al hablar. La chica era pelirroja de esas que parece que el pelo se les esta a punto de encender en llamas, de ojos color miel y aparentaba unos dieciséis años . También estaban dos chicos morenos,que por lo visto eran gemelos, yo les daba unos quince como mucho. Y por último el señor, que por lo visto era el que iba a dirigir la clase de hoy. Detestaba el lugar, el ambiente, las personas que estaban allí, todo, me quería largar de ahí lo más rápido posible.

Me senté en uno de los enormes sillones que había color suela y me puse a escuchar musica, nadie me diría nada, la sesión empezaba a las 4:45 y eran 4:38. A los pocos segundos de poner a todo volumen Love Story, el chico que había estado de espaldas hablando por celular se sentó en el otro extremo del sillón, ¿Acaso no había suficiente lugar para que él quiera sentarse justo aquí?. Entonces me di cuenta. Ojos verdes, matiz dorada, sonrisa inconfundible, ¡Era Daniel! y yo no sabia que decir. ¿Lo tendría que saludar? ¿Qué hacia él aquí? ¿No estaba de viaje? ¿Él también estaba loco?. No podía con tantas preguntas en mi cabeza, así que me acerque a Daniel, le puse una mano en el hombro, él seguía de espaldas a mi pero era inconfundible, y lo más suave que pude le dije:

— Daniel... — Él se dio vuelta y por lo que mostraba su cara, lo que menos esperaba era verme en ese lugar.

— ¿Qué haces aquí? — Dijo casi susurrando.

— ¿Tú que haces aquí? ¿No estabas de viaje? — Nada de lo que estaba pasando me parecía creíble.

— No Liz, eso es lo que les hice creer a todos. Estuve en rehabilitación, es una larga historia, ya la escucharas. — Me dejó atónita, no tuve tiempo de contestar porque él ya se había levantado e indicándome con el dedo que lo siguiera hacia el centro de la sala en donde todos estaban haciendo una gran ronda sentándose en el piso.

No me había dado cuenta, pero allí ya había más de veinte personas, la mayoría eran chicas, los únicos varones eran Daniel, los gemelos y el Sr. Martinez, que luego de que se presentara me enteré que era el que iba a dirigir la clase. 

— Buenas tardes, hay mucha gente nueva por lo visto, me presentaré nuevamente, me llamo Julian Martinez, pero pueden decirme Sr. Martinez, mi edad no importa, soy el que llevará a cabo esta clase de apoyo. Todos los que estamos aquí están o pasaron por momentos difíciles, y sabemos que la mejor manera de desquitarnos es hablando— Yo conozco una mejor, vomitando o cortándome, pensé para mi misma — por eso es que nos vamos a presentar uno por uno, tendrán que decir su nombre,su edad y que creen que los impulsó a venir a este lugar. Empecemos por vos Daniel, tú ya vienes aquí hace mucho.

— Emm, bueno, me llamo Daniel Valenti, tengo catorce años, y he intentado suicidarme más de tres veces tomando pastillas. — Dijo él con la voz temblorosa. ¿Era chiste? Daniel era el chico más feliz que yo haya visto nunca, no podría imaginar que lo que estaba contando era cierto. Pero yo sabia todo lo que puede ocultar un par de sonrisas. A pesar de tenerme al lado y en esa incomoda situación, Daniel nunca perdió la postura, parecía el mismo de siempre, tranquilo y seguro. 

— Bien Daniel ¿Cómo te ha ido en el centro de rehabilitación?— Dijo el Sr. Martinez.

— Estoy mejorando.. 

— Me alegro mucho por ti. Ahora tú muchachita. — Se refería a mi, y ahora más que nunca quería desaparecer.

— Soy Liz Park, tengo trece años, me auto lesiono, hace una semana estuve internada, y me diagnosticaron bulimia e indicios de anorexia. — Dije  lo más suave que pude para no perder la calma. Muchas de las chicas que se encontraban allí me miraron con ojos de "Te comprendo"

 — Es duro.. con tan solo trece años. Te felicito por haberte animado a hablar— Sonreí en seco y me undí en la silla lo más que pude. 

Al escuchar todas las historias y problemas de los demás chicos me sentía insignificante. "Intente suicidarme veinte veces" "Soy bipolar,bulímica y anoréxica" "Tengo esquizofrenia" "Pude superar a la anorexia" . No podía mirar a los ojos a nadie, cada vez me avergonzaba más de mi misma.

Al hacerse las 5:30 termino la clase, no fue tan densa como esperaba, pero de todos modos hubiera preferido no venir. Daniel se ofreció a acompañarme hasta casa y acepté. Fuimos en colectivo hablando sobre los distintos chicos que habían ido hoy a la clase de apoyo. La mayoría eran chicas que se auto lesionaban o sufrían de trastornos. Pero yo todavía seguía impactada por lo de Daniel, no mencionamos una sola palabra de sus intentos de suicidio, quería ayudarlo, pero no sabia como. Al llegar a casa, lo hice pasar así podríamos hablar más tranquilos, mi madre no llegaría hasta dentro de una hora con Luce del colegio. Daniel me contó todo lo que había sucedido.

— Mis padres no me prestan atención, mi hermana se suicido, tú eres mi única amiga además de Becky, me va muy mal en el colegio, todos los días me cargan con que soy una marica. No quiero seguir así. Tome muchas pastillas y mi hermano justo entró a la casa, llamo a emergencias y me internaron en un centro de rehabilitación. 

No pude decir nada, solo lo abrazé. Fue muy duro ver como me contaba sus más íntimos secretos. Prometí no contarle a nadie lo del grupo de apoyo, lo de la rehabilitación, ni siquiera pensaba decir que él estaba en la ciudad.  Ya que él no podría ir a la escuela hasta la semana entrante. Daniel se fue y mi madre con Luce llegaron quince minutos después.

— ¿Cómo ha ido la clase de apoyo? — Preguntó haciéndose la amable

— Bien. —Dije, aunque hubiera querido responder "Una verdadera mierda" 

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