Capítulo 1. Traidores

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No hacía falta llevarme con los ojostapados tal y como solían hacer con otros muchos prisioneros, ya queme conocía esa nave como la palma de mi mano. Rey delante de mípataleaba tratando de zaparse de los soldados, que la llevaban casien volandas y sin parar de salir maldiciones de su boca. A mí llevana empujones pero prefiero no dar mucho espectáculo, eso cabrearíamás a los soldados y no le iba a dar el gusto a Hux, el cual estabadetrás de mí riéndose, sintiéndose el dueño de todo aquello que,por desgracia, lo sería.

Una vez llegados al pasillo de celdasHux abre una de las puertas, me meten a mí primero enganchando lasesposas que aprisionaban mis muñecas en un saliente del bajo techode la celda y luego los soldados que llevaban a Rey la metieron de unempujón y el General hizo un gesto con el que los soldados salieronquedándonos solos con él después de que con ella hicieran lo mismoque conmigo pero en la pared. Y en realidad no necesité la Fuerzapara leer la mente para saber qué era lo que se le estaba pasandopor la cabeza al malnacido de Hux. Iba a hacerme daño utilizando aRey.

-No la toques.

-¿Y si lo hago qué vas a hacer tu? –Responde sacando una navaja del bolsillo con la que rajó sinproblemas la camiseta de Rey. Ella pataleaba para quitarse alpelirrojo, o rubio todavía no tengo muy claro el color de su pelo,mientras seguía con sus maldiciones pero la lucha era en vano puestoque la fuerza que Hux tenía era notablemente superior a la de lachica. Mientras tanto yo buscaba la manera de poder soltarme deaquellos grilletes que estaban acabando con mi paciencia mientrasintentaba no oir los gritos de Rey a escasos metros. Por suerte soloduró unos minutos, minutos que parecieron horas, minutos que soloeran un prólogo de lo que se avecinaba en el resto de la tarde. Trasacabar Hux se incorporó con una risa de victoria mirándome. Mecostaba respirar por la rabia de no poder hacer nada, y lo miraba conodio. Lo que él acababa de hacer era un límite que ni yo pasaría,y mucho menos con Rey.

-Te aseguro que pagarás por esto

-¿Yo? – Una carcajada sarcásticasalió de lo más profundo de su garganta tras colocarse bien la ropay el cabello – Ya veremos si tú sales vivo de esta tarde – A unaorden suya los soldados volvieron a entrar para desatar a Rey ysacarla de allí está vez a rastras y quedarme allí solo sinpoderme quitar de la cabeza los llantos de la que sin haberme dadocuenta se había convertido en mi amiga. – Sin ese poder tuyo noeres nada eh, solamente un simple hombre incomprendido y cobarde,obsesionado con llegar a ser algo que sabe que ni en sueños seacercará. Nunca serás como Darth Vader.

-Bueno, ya he conseguido algo que élno hizo, matar a su Maestro. Y no se como pero el siguiente vas a sertú, aunque no pueda hacerlo con mis propias manos, alguien lo hará.Las ratas como tú siempre acaban en las ratoneras.

-Ahora es el gatito quien esta en lajaula – Expresa antes de darme un puñetazo – Vamos a jugar unpoquito – Y tras tomar en sus manos una cadena toma impulso ysegundos después un dolor desgarrador recorrió mi espalda. Pero nogrité, era lo que él quería. Después de ese vinieron más.Comencé a notar como la sangre corría por mi espalda, me dolíanlas costillas y la piel me quemaba, pero de mi garganta no salíanmás que breves gruñidos, algo que no hacía más que frustar alGeneral. Hasta que llegó el momento en el que no pude aguantar másy grité, la voz salió de mi garganta como si la vida me fuera enello, como si al a mayor volumen disminuyese el dolor que sentía encada centímetro de mi cuerpo. Hux, satisfecho con su trabajo abriólos grilletes haciéndome caer al suelo sin mínimas fuerzas y, trasdejarme una patada en el estómago que hizo que arqueara el cuerpointensificando el dolor se fue dejándome allí. No tardé en quedarinconsciente en el suelo de la celda de aislamiento

Caminos entrelazados (Reylo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora