Capítulo 23. Duelo del destino

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Nos habían tendido una emboscada en Ciudad Nube, al salir por la puerta que daba acceso a una de las pistas de aterrizaje vi a varios soldados y detrás de ellos apareció Hux junto con la nueva guardia pretoriana. ¿Cómo habían conseguido entrar todos? Pensé, la verdad era que la guardia estaba entre nosotros desde antes. Eso se estaba pareciendo demasiado a la visión que tuve tiempo atrás,aunque en la visión no fuese en este lugar. Mi instinto me hizo buscar a mi madre y a Rey, las cuales se situaban al fondo, con soldados apuntando directamente a sus cabezas.

-Sabía que volveríamos a vernos las caras – Expresó Hux mirándome fijamente y les hizo a los soldados un gesto. Estos sabiendo a qué se refería me pincharon con lo mismo que lo hicieron cuando nos apresaron tras matar a Snoke.

-Que cobarde eres...

-Igualdad de condiciones lo llamo yo. – Observé que aunque a los demás les tenían colocadas unas esposas conmigo no lo hicieros. Solo me sujetaban entre dos.– Quiero proponerte algo – llevó sus manos a la parte trasera de su cinturón y desenganchó de él mi sable de luz y el de Rey, los nervios comenzaron a aflorar, mi visión se estaba cumpliendo. Hux,los sables, la guardia pretoriana y Leia. – Una lucha a muerte, tú y yo. Si venzo la Resistencia caerá, si lo haces tú tienes vía libre para quedarte con mi puesto y convertirte en lo que llevas años soñando, ser Líder Supremo.

-Seguro que guardas un as bajo la manga. Sabes que yo tengo más dominio de esto que tú, por mucho que os enseñaran en la academia a luchar con espadas. No puedes comparar esos trozos de metal con un sable láser.

-¿Aceptas o no? Si no aceptas asumirás tu derrota y todos moriréis, tú elprimero, y de la forma más lenta y dolorosa que pueda con tu juguetito.

-¿Crees que me voy a negar? – Sonrió de medio lado, los soldados me soltaron y cuando me acerqué me lanzó el sable que perteneció a mi abuelo. Lo encendí, hizo él lo mismo y toda su guardia se colocó a mi alrededor con sus armas listas. Miré a mi alrededor, lo hice una vez con la ayuda de Rey y de la Fuerza, en esta ocasión me iba a resultar casi imposible, además de que eran más en número que la vez anterior me había invalidado de nuevo mi unión con la Fuerza, debía dejarme llevar por mis instintos, tenía que vencer, demostrar que no era tan débil como él pensaba. Me coloqué en posición de ataque y dos guardias se lanzaron hacia mí. Tomé aire y comencé a esquivar los golpes con sus armas y devolverlos. Me costaba mucho seguir el ritmo que los guardias tenían, me movía por instinto, muy atento de todos los movimientos de los contrarios intentando quitar de mi cabeza el fin de mi visión. En uno de los giros unos gritos me informaron de que ese golpe había caído en la persona incorrecta. La visión se había cumplido. Aterrado por el resultado me giré apagando el sable para ver a Leia caer de rodillas y Hux riendo detrás de ella.

-Mamá...– Susurré, y fui hacia ella – Lo siento mamá. No quería hacerlo – Mi voz seguía siendo un susurro, solo para ella. Estaba agachado sujetandola en mis brazos.

-Lo sé y me has llamado mamá, has vuelto, con eso me voy tranquila. –Murmuró.

-No te vayas – Ella sonrió levemente feliz por haber oído lo qu ellevaba meses intentando escuchar y cerró los ojos aunque continuabacon pulso y la dejé en el suelo con cuidado. La mezcla de miedo, ira y venganza, pese a mi falta de Fuerza, hizo que la sensación más oscura que nunca había sentido se apoderara de mi cuerpo. Volví a tomar en mi mano el sable que había soltado en el suelo. Notaba como la ansiedad llegaba a mi pecho, me costaba respirar. Encedí el sable y me lancé sin la más mínima compasión hacia cada uno de esos guardias dejando al pelirrojo para el final. Uno a uno fueron cayendo, habían desatado la parte más oscura de mí. La lucha con Hux llegó a un uno contra uno, podía ver su mirada, sentía miedo, y yo aprovechaba ese miedo. Cada golpe de sable le costaba más esquivarlo, se notaba que en realidad no tenía ni idea de utilizarese arma, hasta que con un rápido movimiento de mi muñeca se quedó el sin las suyas, cayendo al suelo y recogiendo yo mi sable. –¿Quién es el débil ahora, General? – Pregunté mientras acercaba el brillante azul a su cara para quemarla y oirle gritar. – Te dije que todas las ratas acaban en las ratoneras, y en las ratoneras estas acaban sin cabeza – Sin pensar un solo segundo más encendí el  otro sable y con un simple movimiento la cabeza de Hux cayó al suelo separada de su cuerpo y, con una patada el cuerpo cayó detrás. Losdemás soldados, entre lo que se encontraba el Capitán Kolps, permanecían quietos, mis compañeros asustados por lo que acababande ver. Solté los dos sables apagados al suelo y corrí hacia mi madre que por suerte seguía con pulso y tras notar un gran alivio y sentir como el aire volvía a mis pulmones suspiré y la tomé en brazos para llevarla a la enfermería ya que necesitaba asistenciamédica urgente. Yo tenía muchas cosas que hacer, Hux había dicho que si vencía tomaría su puesto. Al matarlo me había convertido en el nuevo líder, algo que me ponía en un aprieto. ¿Qué debía hacer?

Caminos entrelazados (Reylo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora