Capítulo 4. ¿Qué le has hecho?

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La Resistencia no estaba demasiadolejos de dónde nos encontrábamos, apenas dos horas en hiperespaciode donde nos encontrábamos al entrar. Conseguí entrar en el hangardel crucero principal evitando los disparos enemigos extrañados porno ver más naves ni mis disparos. Volví a tomar a Rey, la cual yacomenzaba a dar señales de que pronto despertaría, en brazos unavez aterricé y salí.

-¡Alto, lleva a alguien! – DijoDameron, el "piloto estrella" de la Resistencia. Aún así ni élmismo apartó su bláster de mí. – ¿Qué le has hecho? –Preguntó en tono preocupado mientras yo notaba como la sangre volvíaa correr por mi espalda. Estaba agotado y dolorido. La euforia de lahuída ya había finalizado al conseguir el propósito.

-Está bien, solo dormida. – Elpiloto se acercó desconfiado y la tomó en brazo para apartarla demí y que los demás pudiesen disparar si hacía algo extraño. Perolo único que mi cuerpo fue capaz en ese momento fue agradecer lapérdida del peso y caí de rodillas al suelo y todo se volviónegro.


[Leia]

Estaba en la sala de comunicaciones conotros cargos de la Resistencia debatiendo sobre unas nuevasinformaciones que nos habían llegado cuando un aviso de laaproximación de una lanzadera de la Primera Orden nos fue entregado,nos extrañó el dato de que no disparaban.

-Se necesitan médicos en el hangarprincipal. – Avisan por el intercomunicador – No sabemos muy bienlo que acaba de pasar, pero la lanzadera traía dos heridos, uno deellos es la chica que vino con Han.

-¿Y con quien viene? – Dije esoechando a andar hacia el hangar principal, el cual estaba cerca dedonde nos encontrábamos, cruzándome nada más salir con un equipomédico.

-No sabemos es un hombre moreno y alto.

-Ben... – Susurré al empezar asentir a mi hijo cerca, el cual cumple la descripción que dió elsoldado, aunque fuera escueta. Aceleré el paso para llegar cuantoantes al hangar, hacerme hueco entre los soldados que formabancuchicheando un semicírculo alrededor de la nave y ver,efectivamente, a mi hijo inconsciente en el suelo con la espaldaensangrentada. – ¡Beeeen! – Grité nada más verlo y corríhacia él. En ese momento la tristeza por la muerte de Han pocotiempo antes y el rencor porque quien tenía delante de mí fue lamano asesina se disiparon, en el fondo era mi hijo y por mucho rencorque guardase hacia él me era imposible no preocuparme al verlo asíni tampoco pude evitar que las lágrimas salieran de mis ojos. Yahabía perdido a Han no quería perder también a mi único hijo. Miprioridad en ese momento era que Ben, o Kylo, como lo reconocía lamayoría, se recuperase, pero mi obligación era otra muy distinta. –Rey a la enfermería, a él a una ade las celdas pero lo quiero biencuidado – Le dije en un tono bajo al jefe de médicos queacompañaba al resto, el cual asintió y ordenó que llevaran elequipo médico a una de las celdas que yo le señalé.

-¿Qué ocurre? – Me preguntó concuriosidad mi amiga y compañera Amilyn.

-Mi hijo está aquí – El asombro dela vicealmirante era muy notable en su rostro – En la nave que noshan avisado durante la reunión, venían Rey y Ben, los dos heridos.

-No te veo muy alegre por su vuelta.¿Tan mal está?

-No es que esté mal, que lo parece –Comencé a hablar mientras la tomé por el hombro para apartarnos dellugar concurrido y poder hablar solas – Fue él quien mató a Han,no puedo apartar ese hecho completamente a un lado. Por otro lado, hehecho lo que debía hacer, y no es agradable mandar a tu propio hijocomo prisionero, por mucho que haya hecho.

-Me imagino como puedes sentirte –Responde mi amiga dándome un abrazo – Verás como se pone bien yhablas con él, es lo que necesitáis

-Espero que él quiera hablar...

-¿Para qué viene sino? Todavía estása tiempo de que vuelva a ser el que era.

-Que la Fuerza te oiga. Voy a ver comoestán los dos.

Caminos entrelazados (Reylo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora