Capítulo 9. La visión

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Aquella noche apenas dormí. La visión de la muerte de mi madre pese a las palabras de Rey seguían dando vueltas en mi cabeza y las imágenes regresaban en sueños cada vez que conseguía que mis ojos se cerrasen.

Primera imagen: Se veían mi sable y el de Rey, Hux con uno y yo con el otro y la guardia pretoriana a mi alrededor.

Segunda imagen: Soldados de la Primera Orden junto a Leia, Rey y otros miembros de la Resistencia

Tercera imagen: Leia cayendo al suelo.

Cada vez que me despertaba tras las visiones una sensación de intranquilidad, del regreso de los más puros sentimientos oscuros, inundaba todo mi cuerpo. Pero contrarios a los que sentía en tiempos anteriores, sino contra Hux y la primera Orden. Antes de eso no tenía intención de hablar sobre lo que había pasado con los de la Resistencia pero esa situación hizo cambiar de opinión. Debía contarles toda la información que le sirviera de utilidad a la Resistencia, debía ayudarlos.

Al día siguiente después del desayuno me llevaron a una sala con una mesa donde estaban los miembros que me interrogarían y algunos soldados armados. Los guardias que me llevaron me sentaron un una silla ante todos ellos y el silencio se hizo dueño del lugar.

-Ben Solo, más conocido como Kylo Ren, líder de los caballeros de Ren y mano derecha y aprendiz del antiguo líder supremo de la Primera Orden... – Empieza uno de los líderes de la Resistencia a leer en un papel – No creas que por ser hijo de quien eres vamos a ser más benevolentes contigo que si fueras cualquier otro miembro de nuestros enemigos – Sin darme cuenta aguanté la respiración, antes de llegar allí confiaba en que la influencia de mi madre hubiese suavizado un poco las ansias de lo que ellos llamaban justicia sobre mí. Tenía que mantenerme calmado, sonar convincente, hacer que confiaran en mí, si no lo hacían estaba perdido. Pero no me preocupaba qué pudiese pasar conmigo, puesto que ni siquiera la muerte era algo que temiese, pero tenía que ayudar para salvar a mi madre, estaba preocupado por las consecuencias de ese juicio para ella.

-No contaba con ello – Comenté en un tono bajo con un asentimiento.

-Bien... ¿Por qué has venido?

-Tenía que traer a Rey. Aquí es donde tiene que estar.

-No me has entendido. ¿Por qué has venido? La verdadera razón.

-La verdadera razón es esa. Y que no sabía a dónde ir y qué hacer. Nunca he tenido a mis subordinados queriendo rebanarme el cuello.

-¿Qué ocurrió para que te atacaran como lo hicieron? – Preguntó Amilyn Holdo, la cual yo ya conocía de antes, puesto que era amiga de mi madre desde época del imperio. En su tono de voz había la seriedad propia de la situación pero en el fondo su mirada expresaba preocupación.

-Lo que pasara o dejara de pasar antes de salir de allí no importa. La cuestión es que me da igual lo que hagáis conmigo porque de cualquier manera voy a estar mejor que en manos de la Primera Orden.

-Quizá decidiésemos devolverte a la Primera Orden... – Propone otro de los miembros del jurado.

-No creo que se decidiese eso, sería peligroso para la Resistencia, y no os veo yo tan súmamente suicidas como para llevarme de vuelta a la Primera Orden sabiendo, lo más importante, dónde estáis, y con la completa convinción de que me van a volver a torturar, ahora para que hable. La cuestión es que la Primera Orden me quiere muerto. Si me matáis vosotros le hacéis un favor, si me exiliáis puede que me encuentren y sería lo mismo que si me lleváis con ellos. Encarcelarme sería una buena opción pero una carga inútil para vosotros, porque ni se me pasaría por la cabeza ofreceros la información que tengo que vosotros necesitáis. – Ni yo mismo me reconocía de como estaba actuando. También tener en cuenta que era la primera vez en la que me veía en una situación así, estaba moviéndome por supervivencia controlando la ira y además sentía a mi madre y a Rey cerca, Rey apoyándome en que la controlara, por supuesto, inconscientemente, como la mayoría de las cosas que hacía relacionadas con la Fuerza y conmigo. Y también los libros sobre oratoria que leí cuando niño se notaban.

-Pongamos que tenemos en cuenta lo que nos dices. ¿Cómo sabemos que podemos confiar en ti?

-No podéis – Sentencié – A veces quien consideras tu enemigo es tu aliado y quien consideras tu aliado, tu camino a seguir, tu Maestro, se convierte en un traidor y tu enemigo. Mi madre siempre dice que hay que tener esperanza, ¿no? Hasta yo aprendí eso de ella.

-Un buen punto – Comentó Holdo – ¿De verdad estarías dispuesto a ayudarnos?

-Tenemos un enemigo en común. No quiero ayudaros por el placer de ayudar ni mucho menos porque haya dejado el lado oscuro de la Fuerza. Yo me muevo por intereses, lo reconozco, y ahora mismo a ambos nos conviene unirnos y luchar juntos.

-Ese punto es cierto, tú solo contra ellos no puedes y nosotros necesitamos la información que tu tienes, pero debemos hablarlo con tranquilidad – La mujer de pelo de colores, cada vez que la veía lo llevaba de un color, volvió a hablar – No creo que a todos les parezca buena idea que alguien contra quien hace días estábamos luchando esté ahora con nosotros.

-Espérate aquí, hablaremos un momento y decidiremos si llevar a Asamblea tu propuesta – Respondió el primero que había hablado bajo el ceño fruncido del otro miembro, no muy convencido e incluso molesto por la situación. Salieron por la puerta dejándome allí sentado con los guardias. Sentía a Rey, podía hasta casi sentir sus manos en mis hombros, me daba traquilidad. Mi madre debía de estar a su lado, preocupada pero ya no tanto como al principio, seguro que había estado escuchando la conversación. Dejé de sentirlas, debían de estar hablando con sus compañeros. La puerta se volvió abrir y por ella aparecieron los tres jurados junto con Rey – Hemos decidido llevarlo a Asamblea. Mientras tanto se te dará un poco más de movilidad para comprobar que eres de fiar, siempre y cuando no te separes ni un solo centímetro de Rey mientras estés fuera de la celda, donde habrás de estar fuera de los horarios que se te asignarán – Esa noticia me hizo soltar todo el aire que había vuelto a retener sin darme cuenta. Había sonado bien, les había convencido. Ahora faltaba que los demás aceptaran, pero durante esos días podría ganarme la confianza de más gente y, para mí más importante, podría estar con Rey.

Caminos entrelazados (Reylo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora