Cora

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Las manos del ojiverde tomaron las suyas y las alzó sobre su cabeza con cierta rudeza que hizo que Stiles soltara un gemido leve. Se miraron a los ojos y el castaño pudo ver a través de éstos. No era bueno.

-¿Qué viniste a buscar?- preguntó aun sintiendo la respiración del mayor contra su boca. Éste permaneció en silencio unos segundos sin aflojar el agarre sobre sus manos.

-A Stiles Stilinski- musitó –Al castaño de ojos miel que está volviéndome completamente loco- le besó despacio tirando de su labio inferior luego y volvió a mirarle a los ojos –He venido a buscarte a ti-

Stiles se quedó perdido en su mirada unos segundos y terminó suspirando. Estaba loco pero necesitaba más, mucho más.

-Una vez...¿Todo lo que buscas es sexo entonces?...-

-No, Stiles- interrumpió –La pregunta es ¿Crees conocerme lo suficiente como para entregarme tu cuerpo?-

-Yo...-

Stiles se quedó callado. ¿Entregarse a él? ¿Al acosador...? El mayor notó la inocencia en sus ojos y terminó por soltarle las muñecas y alejarse despacio.

Sin decir ni una palabra salió de nuevo por la ventana y Stiles solo escuchó el sonido hueco que hizo al caer a la tierra. Se quedó en el mismo lugar, observando firmemente la oscuridad y la nada, con miles de preguntas y maldiciones en su cabeza.

Se acarició las muñecas con delicadeza, sintiendo aun presión sobre éstas y luego respiró profundo bajando la mirada. Tenía una erección bajo sus pantaloncillos y solo pudo maldecir.

Sin ganas para nada se metió a la cama y se enfocó en relajar su mente y su cuerpo para conciliar el sueño, cosa que no sucedió hasta tres horas después donde recién cayó rendido por el cansancio.


Por la mañana siguiente el despertador sonó a las seis con treinta minutos y el castaño lo apagó con desgana. No tenía fuerzas para levantarse ni ánimos para ir al instituto.

Esperó varios minutos a que su padre hiciera lo que normalmente hacía cuando él no quería levantarse pero nada sucedió. El silencio se prolongó durante media hora más y Stiles volvió a dormirse.

Lo extraño de todo no era solo el hecho de que su padre no le haya levantado, sino que cuando dieron las diez de la mañana y el castaño volvió a despertar todo seguía igual de silencioso. Ni siquiera oía ruidos en la cocina o por el estilo.

Se levantó con pesadez en la cabeza y fue primero al baño a lavarse el rostro, luego bajó las escaleras despacio intentando determinar dónde se encontraba su padre. Para su sorpresa éste no estaba, encontró café en la máquina lo que indicaba que sí estuvo por la mañana pero la gran pregunta era ¿Por qué no le había despertado?

Subió corriendo las escaleras y tomó su teléfono marcándole.

-Hola pa- saludó

-¿Todo bien?- preguntó éste al otro lado. Stiles frunció el ceño sin entender

-Es lo que quiero saber... no me...despertaste- balbuceó

-¿Por qué debería hacerlo? ¿Tenías algo que hacer?- preguntó y el castaño observó desconcertado la pared

-El instituto papá, no fui al instituto- le dijo con obviedad, un silencio se prolongó del otro lado hasta que el mayor le contestó de nuevo.

-Hijo ¿estás bien?- preguntó –Es domingo... no tienes clases los domingos-

Stiles abrió la boca y volvió a cerrarla suspirando. Genial.

-Lo siento...me he confundido- murmuró rascándose la cabeza y cerrando los ojos

¿Quién recibió el mensaje? ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora