La mano de la mujer se cerró con fuerza en sus brazos, sus uñas largas enterrándose ligeramente en su piel, formando un agarre prensado del que no podía escapar en el estado en que estaba. Apenas y podía sostener su cuerpo contra el separador de madera mientras ella seguía hablando, dando indicaciones mordaces a las chicas, mucho menores que él, que iban y venían por toda la habitación.
Preparándola.
El futón estaba recubierto por gruesas sábanas de algodón y la almohada, rellena de trigo negro. Alrededor de la habitación, las niñas encendieron varias velas de incienso con un olor que le provocó un mareo, siendo demasiado sensible a ese tipo de olores. Y la madame lo sabía, por eso había ordenado que los colocaran en cada punta de la habitación, al igual que había ordenado que trajeran una dosis nueva de opio.
.- Vas a pagarme tu atrevimiento, Tsubasa – chan – le dijo al oído, sus labios acariciando su oreja derecha mientras él sólo lograba cerrar los ojos, sin poder hablar o moverse – Lo que ustedes dos han hecho, me costará mucho dinero...
A su alrededor todo permanecía opaco, apenas y distinguiendo como los cuerpos más delgados de las niñas se movían; ni siquiera podía sostenerse, estaba seguro que, al intentar dar siquiera un solo paso, caería estrepitosamente al suelo, ganándose un puntapié y una risa de la mujer. Así que se mantenía contra la puerta corrediza de madera, dejando que ella aruñara su piel y pasara sus labios por su oreja y su cuello.
Porque, antes que nada, Jungkook tenía orgullo.
.- Dado que el débil de Tokaro no puede servirme más está noche o se desangrará, lo harás tú... mi querido y hermoso Tsubasa – le acarició la mejillas con su mano libre, obligándolo a enderezarse con mucho esfuerzo – Conozco a alguien que te quiere tanto, que pagaría lo que fuese por ti, Tsuba – chan.
Su cuerpo se sacudió con violencia al entender de quién hablaba la mujer, sin embargo, no podía replicar nada. Durante las primeros días, los habían golpeado hasta el cansancio, le habían apretado tanto la garganta que no tenía voz y a Jimin se le había abierto la herida que Taehyung, había tratado de sanarle con una extraña técnica. Y luego de eso, vino el opio: líquido en pastillas que mezclaban con pequeñas dosis de cicuta, que introducían en sus cuerpos por dónde pudieses.
Y ahora estaba ahí, siendo lanzado por la Madame contra el futón. Una de las niñas fue obligada a abrir el kimono azul pálido que hace minutos le habían puesto encima. Ella lloraba en silencio, sus lágrimas cayendo sobre su pecho desnudo mientras lo movía para dejarlo totalmente desnudo ahí tendido, sin poder moverse. Al terminar y por orden de la mujer, le abrió de piernas.
Podía sentir los ojos de la Madame buscando algún signo de que otro hombre, aparte de los soldados que lo atraparon, le había tomado. Jungkook quería reírse, decirle que de haber sido así, esos bastardos habrían borrado cualquier huella. Pero no podía hablar y ella siguió mirándolo.
.- Dale la pastilla – ordenó la Madame a la otra niña, quien asintió y corrió a su lado.
Sus manos huesudas y temblorosas abrieron su boca, soltando un "sumimasen" sin sonido. Jungkook cerró los ojos, respirando con esfuerzo mientras sentía como los dedos delgados empujaron hasta el fondo de su garganta la deforme pastilla con sabor a hierbas que era el opio. Opio sin mezcla alguna. Y él quiso poder vomitarlo, no tragarlo, pero los dedos de la chica siguieron empujando.
Menos de dos minutos después, la Madame sonrió satisfecha viendo como su miembro se endurecía y una firme erección se mostraba ante ella. Jungkook no quería llorar, no quería doblegarse una vez más ante la mujer y el destino, pero mientras sentía aquel cosquilleo en su estómago, su cuerpo excitándose producto de la droga y la puerta abriéndose para mostrarle aquel hombre; las lágrimas brotaron una a una.
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Intermedios.
Romance¿Qué había al otro lado de esa puerta? Vkook - Yoomin. Contenido homosexual, violencia explícita. Portada hecha por: K-LCMM