26.- Comprensión.

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Mini capítulo dedicado a: JEONCEREZA, porque hoy está cumpliendo 18 años, se merece el mundo entero y yo estoy orgullosa de haber sido testigo de sus primeros pasos con las palabras.

Tal vez el mundo nunca esté listo para tus historias, pero estoy segura que siempre conquistarás corazones ahí donde vayas a contarlas.

El silencio era algo que solía atormentarlo porque silencio era lo que antecedía al ser doblegado

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El silencio era algo que solía atormentarlo porque silencio era lo que antecedía al ser doblegado.

Porque le recordaba la tortuosa espera antes de que algún hombre entrase en su habitación, dispuesto a utilizar su cuerpo para su placer. Jungkook siempre los había esperado sin hacer ningún ruido y eran las voces de ellos, sus jadeos excitados y sus palabras sucias las que llenaban los vacíos mientras lo ultrajaban.

Silencio era la espera por un nuevo día mientras las heridas sangraban y el dolor le carcomía entero, casi tanto como las toneladas de opio que parecían correr por su sangre, algunas veces causándole alucinaciones y otras tantas dejando su cuerpo laxo sobre el tatami, incapaz de defenderse durante las largas noches que había pasado en el silencio de su habitación en la casa de la Madame, acompañado tan sólo por el sonido laxo de su respiración.

Jungkook había comenzado a temerle al silencio y lo que provenía de él, el peligro que aguardaba cuando nadie se lo esperaba y que saltaba sobre él tras un silencio tormentoso. Había perfeccionado su sentido del oído, había llevado su cuerpo a estados catárticos para que las dosis de opio que la Madame solía inyectarle no funcionasen como ella esperaba. Se había llevado al límite, una y otra vez para sobrevivir.

Sin embargo, el silencio de ese momento era totalmente distinto.

Jungkook cierra los ojos con fuerza, incapaz de dormir mientras trata de convencer a su mente que no hay nada fuera de lugar, que todo está bien y que todo permanecerá de esa forma hasta que salga el sol y la oscuridad ya no sea un arma de doble filo. Permanece con los ojos fuertemente apretados, sus oídos tratando de captar algún sonido que diga todo lo contrario de aquello que quiere creer.

Sólo escucha los ronquidos de la niña al fondo de la cueva y la pesada respiración de Taehyung contra sus cabellos, su pecho subiendo y bajando rítmicamente con su respiración, golpeteando contra su espalda y transmitiéndole calor junto a los brazos que le sostienen fuertemente por la cintura en un apretado abrazo.

La posición, el calor corporal y la respiración del mayor provocaron escalofríos en su piel, una extraña sensación subiendo por cada terminación nerviosa de su cuerpo mientras Jungkook se concentra en él, en su cuerpo firme y protector. ¿Alguna vez se había sentido así? ¿Alguien, así fuese por una sola vez, le sostuvo de esa forma?

Jungkook no recordaba muchas cosas de su infancia, no recordaba mucho de una vida antes de la Madame y sus hombres, y en muchas circunstancias, es como si la vida hubiese empezado para él a los once años, pero puede asegurar que ese calor no lo había sentido nunca y, se dijo a sí mismo mientras una de sus manos se aferraba al brazo de Taehyung, no habría uno igual jamás.

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