Simón Fitzpatrick tenía sueños, su vida puesta en una balanza eran más cosas buenas que malas, era maravillosa, hasta que vio como el sueño que había construido durante toda su vida se destruyó en pocos segundos. Para un deportista decirle que no p...
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1 año después
El sillón en el que se encontraba era cómodo. El lugar en general era como una tacita de té arreglada con sofisticación y mucha clase, pero el sillón definitivamente era la mejor cosa de aquel lugar. Loras Brown apareció nuevamente en su canal de visión seguido de una mujer de cabello muy oscuro, casi que llegando a negro y ojos azules despampanantes. Su mirada iba justo dándole al chico, pero no era una mirada tierna a decir verdad. Los únicos ojos que había visto tan azules como esos eran los de su sobrina de cuatro años, Esther.
Al llegar la pareja hasta donde Simon Fitzpatrick se encontraba, este se levantó rápidamente del sillón y aliso por última vez su traje de entrevistas. Se encontraba desempleado, porque aún no tenía un trabajo fijo como tal. Las ayudas extracurriculares que les daba a estudiantes no contaban como uno y ya la vida le estaba saldando cuentas como para seguir viviendo de cualquier cosa y no de lo que había estudiado. Ya que no podía jugar y ser un increíble deportista como para vivir de eso, su carrera tenía que ayudar en algo y por eso se encontraba en la empresa de la esposa de la hermana de los mellizos.
—Buenos días—las palabras de la chica fueron dichas y su voz era tan tierna como Simon lo imagino. No es que imaginara mucho pero a decir verdad era una hermosa mujer y los años le habían dado gafas para leer, pero veía a las personas a la perfección. La chica frente a él estiro la mano para que este la sostuviera en forma de saludo—. Es un gusto por fin conocerte, Loras y Pame me han hablado mucho de ti. Mi nombre es Bibi Abbruzzi.
—Simon Fitzpatrick, el gusto es mío, Señora Abbruzzi—comento el chico. Bibi rio fuerte. Era realmente bonita, no había duda de aquello.
—No, nada de señora, llámame Bibi, con eso me basta.
—Bien, ya se conocieron. Espero que disfruten el momento, me están esperando en el trabajo así que tengo que irme. Simon, no hagas algo que yo no haría, Bibi, cuídalo ¿bien? Esta bajo mi cuidado y Pame podría incluso tomar un avión de San Francisco y venir aquí a matarme si algo le pasa a su querido cuñado y Timothy Fitzpatrick acabaría conmigo de una sola tacleada—comento el mellizo acomodándose las gafas. La pareja rió, Simon no lo hizo pero le agrado aquello.
Loras se había convertido en un gran amigo para Simon en los últimos años, desde el accidente se hicieron bastante cercanos y por alguna razón tenerlo cerca le recordaba a su cuñada Pame a la cual quería demasiado. Fue bastante la razón por la que Simon no se había dado por vencido en muchas cosas, como por ejemplo el ver béisbol; su amigo se había encargado de ser increíble, aunque la mayoría del tiempo no entendiese gran parte de sus conversaciones. No era muy bueno con los computadores, él solo era bueno con los libros. Pero agradecía por la vida del chico, porque gracias a él tenía muy buenos ratos y ahora una oportunidad de hacer algo grande por su vida, aunque no significara mucho para otros. Para él era algo importante porque sería como comenzar de 0 nuevamente.
