El ser humano no está preparado para que le arrebaten cosas, porque están acostumbrados a llamar a todo "mío" sin preguntarse realmente si todo lo que piensan que es de suyo realmente le pertenece. Eso se acopla a todos: a los sueños, a las ganas, a las personas, a la vida misma.
Un día tal cual, un momento fugaz y miles de sensaciones pasaron por la cabeza de Simon y Milena cuando su vida cambio para siempre. No, no sería igual, pero de ellos dependería de si era peor o mejor que la anterior que estaban viviendo. No eran momentos paralelos, pero ambos vivieron la misma zozobra, levantándose en la cama de un hospital, ambos con el corazón acelerado a mil por horas y los sueños destruidos en pedazos que jamás se volverían a unir.
Pero cada persona es un mundo distinto y dentro del sistema solar, ninguno se parece a otro, ni siquiera se asemejan sus pensamientos, aunque se compartan características. Algunos mundos son fríos, otros calientes, en algunos hay desolación y en otros tristeza.
Era una tarde soleada, de las favoritas de Simon cuando recibió la noticia de que no volvería a jugar más. Que el haber sido arroyado por un auto fantasma le había quitado la oportunidad de seguir cumpliendo y viviendo uno de sus sueños. Al principio no fue fácil; hubo risas, llanto y molestia. Él nunca olvidaría las caras de lastima y dolor de sus familiares, trabajaba a diario intentando borrar eso de su mente, pero en especial; intentaba borrar su propio dolor.
Milena nunca espero que al levantarse le dieran las noticias de que nunca más volvería a caminar. Ese día miro con dolor a su lado donde morían todos sus sueños, donde morían sus escapadas nocturnas, donde moría completamente el amor, en una silla de ruedas donde quedarían plasmadas para siempre, sus aventuras de libertad.
Ambos corazones se sintieron tristes en ese momento, lloraron como nunca antes lo habían hecho porque una parte de su alma se quedó allí, con lo que realmente perdieron. Todos aprenden a sobrellevar el dolor de distintas maneras: Ella escribía canciones e internamente se enojaba porque había perdido su total autocontrol. Lloraba todas las noches y en las mañanas le regalaba sonrisas a las personas a su alrededor. Él leía libros, todos los que podía y acababa uno tras otros para no pensar en lo que había perdido, porque entre páginas encontraba que otros habían perdido más que él; y egoístamente eso lo hacía sentir mucho mejor.
Pero el destino da malas pasadas O no, ni siquiera era el destino, simplemente era la manera en que Dios unía personas. No por medio del sufrimiento, si no cuando realmente se encuentran listas para aprender una de las otras y ellos estaban listos para aprender. Porque en medio del dolor y la perdida, siempre hay un plan "B" reluciendo; se llama esperanza.
Lo que seco y muerto esta, humanamente seguirá así. Sin embargo hay alguien más, algo más grande y más poderoso que puede levantarlo todo de nuevo y hacer brillar lo que sea. Incluso si ya no funciona o si jamás ha funcionado; y ellos iluminaran de nuevo.
No como luces palpitantes en una bahía, sino como luceros; inapagables e inamovibles.
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"—Lo sentimos, Milena—las palabras del médico fueron sinceras. Por lo menos lo pudo ver en sus ojos o simplemente lo actuó demasiado bien, porque ella dudaba mucho que él lo sintiera, porque no sientes algo, no te duele algo...si no has pasado alguna vez por ello"
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"—Lo siento mucho, Simon—él también lo sentía bastante. Por él y por su corazón, porque en ese momento; dolía."
Y el dolor y la miseria no serán más que eso; simples recuerdos que jamás volverían.
Pensaron que sus miradas jamás volverían a encontrarse. Él había dejado de pensar en ella y se resignó a poder enamorarla alguna vez, porque era cierto, ella no lo quería. Pero ella entendió después de que a ella tampoco la quisieran. Ambos pensaron que el AMOR no era algo para lo que estaban hechos.
El problema es que todos estaban hechos para fallar, para caer, para levantarse y para AMAR. A lo mejor no estaban destinados para años antes; pero estaban destinados para un ahora. El mar y la arena siempre han estado compenetrados, el agua adoraba mojar la arena y pintarla de tonos oscuros; y sus ojos adoraban hacer eso también.
Los de él tan azules como el mar.
Los de ella tan cafés como la arena mojada.
La combinación perfecta.
Los dos planetas destinados a alinearse en el sistema solar.
Los dos corazones dispuestos a amar.
Y las dos bocas que estaban hechas para colapsar.
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ARRIÉSGATE CONMIGO | LIBRO #3 |
JugendliteraturSimón Fitzpatrick tenía sueños, su vida puesta en una balanza eran más cosas buenas que malas, era maravillosa, hasta que vio como el sueño que había construido durante toda su vida se destruyó en pocos segundos. Para un deportista decirle que no p...