I.

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Nadie nos dice nunca lo mucho que va a doler un corazón roto o una minúscula caída. Nunca se experimenta el dolor de un raspón hasta que lo tienes y la herida no cicatriza bien hasta que la limpias, en gran parte así es nuestra vida. Si no limpiamos bien los lugares golpeados o encontramos todas las piezas rotas, posiblemente nunca cicatricen bien.

Dos son más fuerte que uno, pero nadie le dijo a Milena que a veces hay que aprender a ser uno y ser fuerte por sí misma. Tres años atrás había conocido a una increíble persona, la había confundido con el amor de su vida y pensaba aun en esos últimos minutos que aún lo seguía siendo, pero al final él no cumplía los preceptos que encerraban el amor: porque ahora la estaba dejando.

Cuando a una persona se le dice que tiene que ir a operación riesgosa en su cabeza solo caben dos cosas: vivir o morir. Pero en Milena había paz, una incontrolable que aun desconocía, deseaba de alguna forma que nada de eso fuese robado, pero no duro mucho su pensamiento porque ahora lo estaba. Ahora esa tranquilidad y serenidad había sido cambiada por el desosiego y la tristeza que venía con un corazón roto.

Hay muchas cosas que nuestra vida no esperamos, Milena Romanueve por ejemplo; no esperaba que tres días antes de su operación su prometido le dijera que no podía seguir con la relación porque dentro del ser humano, existe ese egoísmo de no velar en ocasiones totalmente por la vida de otro. Para muchos era eso, pero para ella fue simplemente claridad para sus pensamientos; porque si alguien no estaba dispuesto a dar todo por ella, aun en la dificultad, entonces sencillamente no se la merecía. Aunque ahora le estuviese doliendo como nunca.

—Tony, ¿por qué ahora? —Pregunto la chica tratando de no soltar las lágrimas.

—No puedo, Milena. Pensé que podría soportarlo, que podría pasar por esto contigo pero ahora me doy cuenta que no— Tony Marshall era un vil egoísta. Pero en el fondo Milena lo entendía, no todos estaban hechos para sobrellevar los mismos retos y menos en pareja.

—¿Tan poca fe tienes de que todo saldrá bien y podre caminar? —Le pregunto.

—Bueno, yo...Son pocas las personas que lo hacen y yo tengo una vida por delante, aspiraciones. Se que soy tu prometido pero sinceramente no puedo, no estoy listo para dejarlo todo de esta manera por amor—Algo dentro de su corazón se rompió totalmente. Milena era una llorona, cualquier cosa la volvía un mar de lágrimas, pero no esa. Aunque le ardían los ojos como nunca y lo único que quería era estallar en ese momento; no lo hizo. Y atrevidamente pensó en Simon Fitzpatrick y sus secas pero reconfortantes palabras texteadas la noche anterior: "No importa lo que pase dentro del quirófano, seguirás siendo la misma Milena para mí, siempre." La morena se apropió de esas palabras y miro su mano adornada con un anillo de compromiso, lo saco de su dedo y le abrió la mano a su ex prometido frente a ella. Soltó sobre la palma el anillo—. Mile.

—No lo entenderé ahora, pero lo entenderé luego, lo sé. Espero que tu vida sea muy feliz, que cumplas todos tus proyectos y que llegue alguien a tu vida que te permita dejarlo todo por ella—En ese momento sus ojos comenzaron a soltar lágrimas. Tony trato de acercarse a ella pero Milena se lo impidió—. Si no estabas preparado para lo que traía el juego, no tenías por qué aceptar el primer reto.

—Milena...

—No, Tony. Basta—Se separó de él soltándole la mano donde había dejado su antiguo anillo y camino hasta la puerta con lágrimas bajando por sus mejillas—. Adiós.

Esa tarde y toda esa noche emocionalmente Milena se encontraba destrozada. Sabía que no era bueno para su salud pero se dio el gusto de llorar con todo lo que tenía. Sin embargo se negaba a arrepentirse de los últimos tres años; porque había aprendido mucho de ellos. Ella quería a Tony, claro que le quería, le amaba y mucho, pero algo en su corazón le decía que mantuviese la calma porque los siguientes meses no serían fáciles; pero explotarían su corazón de tal manera que amaría mucho, más de lo que ya lo hacía.

Ella lo creyó. Entre lágrimas y gritos desesperados lo creyó, pero en ese momento todo en ella dolía. No se está preparado para romperse, pero se está diseñado para reconstruirse, algo ilógico y bastante fuera de lo común pero así es. Nunca esperamos rompernos, pero sabemos recoger los pedazos y aunque es doloroso; al final logramos reunirlos y hacer de ellos algo maravilloso.


ARRIÉSGATE CONMIGO | LIBRO #3 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora