04. Humilde morada

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Estado: California, Malibú. Hora: 1:30 a.m
13 de Diciembre, 2013.

Kylie.

La camioneta de Chris avanza por las calles más obscuras de California, hace al menos 15 minutos nos tendió una cinta a ambas para vendar nuestros ojos y justo en el momento que lo hice comencé a sentir que me alejaba cada vez más de casa.

—Christian por favor, llévanos a casa —suplico tomando la mano de mi mejor amiga quién duerme incómodamente en los asientos de atrás—. Te prometo que cometimos un gran error y nos sentimos terribles por eso.

Vuelvo a hablar ganándome un gruñido por parte de mi hermano mayor. Luego de unos minutos de torturarme mentalmente el me anuncia que me quite la cinta de los ojos y logro divisar luces a lo largo de la calzada indicando que estamos llegando a algún lugar.
En cuanto más nos acercamos una imponente mansión —todavía más grande que la de la fraternidad— se hace presente en el medio de la nada.

Al entrar en el espacio territorial de ella un gran portón se abre y cómo si de un desfile se tratase las camionetas entran en fila ordenada y se colocan en distintos lugares del inmenso parqueo, observo de manera cautelosa todo y un sentimiento de terror se sitúa en mi pecho, esto está mal muy mal.

—¡CHRISTIAN JACOB BEADLES! ¿DONDE ESTAMOS? —grito alarmada en cuanto apaga el motor.

—¿Podrías hacer algo de silencio? Ya estoy lo suficientemente cabreado contigo cómo para querer explotar —amenaza serio y baja de la camioneta, rodea esta y despierta a Nicole con sumo cuidado mientras le quita la venda de los ojos, luego abre mi puerta y me ofrece su mano la cuál ignoro.

—No me moveré de aquí hasta que me digas donde estamos.

—¿Ese es tu veredicto final? —se ríe y me toma por las piernas alzándome en su hombro cómo un costal de papas, comienzo a quejarme y golpeo su espalda baja pero es prácticamente imposible, observo a mi mejor amiga con su mirada perdida caminar a nuestro lado acompañada de su hermano, ella coloca su mano derecha al final de mi vestido para asegurarse de que este no se levante mientras avanzamos.
Unos minutos después escucho una puerta abrirse y se qué estamos ingresando a la casa, lo poco que logro ver mientras avanzamos son verdaderos lujos incluso podría jurar que el marco de la puerta es de oro puro.

Christian avanza un poco más antes de bajarme y cuando finalmente lo hace le doy un golpe en su entrepierna con la absurda idea de escapar junto con mi mejor amiga, pero eso solo tiene sentido en mi cabeza.

—¡Mierda, si no llegas a ser tía luego no te quejes! —expresa adolorido y yo tan solo sonrío triunfante.
Bizzle hace acto de presencia ingresando al living con un dos armas lo cuál termina por matarme del miedo.

—¡Bienvenidas a mi humilde morada! —nos saluda orgulloso de sus porquerías y alza ambos brazos cómo si de una victoria se tratara—. Deberían tomar asiento, no creo que se vayan a marchar tan temprano.

Dice y señala un gran sofá color blanco, Nicole me mira y en sus ojos por primera vez logro diferenciar algo que definitivamente no es paz, al contrario, estos gritan socorro. Tomo su mano y le doy un apretón para que se sienta un poco menos asustada pero lo que ella no sabe es que yo me encuentro peor que ella.
En cuanto como asiento cierro los ojos rogando en silencio que en cualquier momento aparezca mamá o el mismo Christian y me aseguren que todo es una una broma pesada por ir asistir a esta fiesta sin autorización.

—Es cómodo ¿no? —la voz de Bizzle me trae de vuelta a la realidad y abro los ojos de golpe—. Es de piel y posiblemente vale más que tu propia vida.

Concluye, toma asiento frente a nosotras, Christian y Ryan se quedan al lado de nuestro sofá y las demás personas comienzan a ingresar a la casa rumbo a lo que supongo a de ser el patio trasero o algún lugar en especial sin siquiera volver a vernos.

Bizzle Gang » +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora