Night » horan.

12. Frío.

Al abrirla un leve vapor sale de ella y choca con mi rostro calentándolo un poco, su delicioso olor viaja por mis fosas nasales y mi boca se hace agua instantáneamente. Tomo una rebana y la llevo a mi boca dejando que el sabor haga explosión en mi paladar y un sin fin de emociones aparecen.

Nada más delicioso que una pizza recién hecha.

—Oh Dios, esto es lo mejor que he comido —expresó con los ojos cerrados sintiendo los sabores de la maravillosa pizza.

—Dímelo a mí, tuve que esperar una horas para poder saborear esta maravilla —dice Mike con la boca llena.

Una vez que terminamos la caja de pizza, nos sentamos en suelo, mi habitación está completamente oscura y solo la luz de la calle ilumina una pequeña parte de mi habitación.

—¿Cómo te sientes al respecto? —Michael suelta la pregunta confundiéndome.

—¿En qué aspecto?

—En el aspecto de tu miedo —dice sutilmente.

—No sé —miento.

No quiero hablar con él sobre esto.

—¿Algún sentimiento en especial?—pregunta el rubio teñido ahora, el ex-pelirrojo decidió hacer un cambio de look.

—Creo que eso no lo tengo claro —murmullo.

Un silencio cómodo se hace presente entre los dos. Seguramente el ojiverde debería estar procesando mis palabras, pensando en aquel ataque de pánico que vio el día que fuimos a la pizzeria, el cual sus amigos presenciaron.

Hablar sobre mi miedo irracional a los colores me hace sentirme con miedo. Se que no soy la única ya que hay más personas que sufren de esto y temen hablarlo con las demás personas por miedo. Y no es que no confíe en Michael, él es una persona muy divertida y alegre que te contagia de su buena vibra, parece despreocupado, pero en los pocos días que llevo hablando con él me he dado cuenta de que en sus momentos llega a ser serio y maduro, sabe comportarse en una situación que requiera seriedad, pero solo no quiero hablar de lo que me da miedo.

No estoy preparada.

—Oye, mañana te pasaremos buscando a Calum y a ti —dice rompiendo el silencio.

—¿A dónde nos pasaran buscando?—arrugo mi nariz.

—Al lavado de cerebros que se supone que es una escuela —él gira su cabeza y hace una mueca que me causa gracia.

Río.

—Entonces los estaremos esperando —afirmó.

El rubio teñido se levanta del suelo, se acerca a mí y me desordena el cabello, bufo y él ríe, se despide y sale por la ventana de mi habitación.

La casa está vacía y no entiendo por qué Michael se empeña en salir por la ventana si puede salir por la puerta principal, él dice que eso lo hace más emocionante.

Emocionante va hacer que se caiga de la rejilla y se rompa una pierna.

Eso seguro es emocionante para él.

La casa está sola, no tengo idea de donde está mi mamá y últimamente no la he visto, mi hermano tampoco sé dónde está, lleva desapareciendo hace dos días.

La soledad de mi habitación me acompaña mientras observo la luna desde mi ventana, creo que siempre estaré sola hundiéndome yo misma, cierro mis ojos y un fugaz recuerdo llega a mi mente.

"Mi nombre comienza con N".

No tengo idea por qué hasta este preciso momento decido acordarme de eso, soy un estúpida por no haber puesto más atención a sus palabras y creo que hasta pude averiguar su nombre.