08. Claro.

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—¿Dónde quieres ir? —pregunto Calum mirándome fijamente esperando una respuesta de mi parte.

—¿Podemos ir a una cafetería que hay a unas cuadras de aquí? —respondo con una pregunta y él sonríe de lado.

—Como usted desee, señorita Peyton —hace una ademan y río.

Yo en cambio trato de comportarme normal y no dejar que él mire a la débil y cobarde Dawn. Hoy al salir del instituto me abrazo y creo que fue la cosa más tierna que a hecho y eso que siempre me abraza, pero esta vez fue como un 'estoy para tí'.

Me sentí tan bien con ese abrazo.

Ambos caminamos hacia la cafetería que hace unos días había ido con Dan, mientras él decía cualquier estupidez para hacerme reír.

No puedo creer que él sigue ahí, conmigo, ayudándome desde la primera vez que lo conocí, sin duda él es un verdadero amigo, de esos que ya casi no se encuentran y me siento muy afortunada de tenerlo, no sé qué haría sin él. Él siempre estuvo para mí y yo para él.

Sin duda estoy tan agradecida de tenerlo conmigo.

Entramos a la cafetería y nos sentamos en unas de las mesas del local, pido un dona de chocolate y él una torta de chocolate.

—¿Cómo sigue tu mano? —pregunta viéndo mi mano vendada.

—Creo que bien —me encojo de hombros.

—¿Sabes? Te quería pedir salir conmigo —asisto y alzó la vista solo para ver sus mejillas rojizas.

—¿Y adónde iremos? —preguntó de manera desinteresada ignorando su aspecto.

—Los chicos dicen que los tengo abandonados ya que dicen que te prefiero a ti que a ellos —ríe rascándose la nuca—,  y ellos dijeron que te llevará a una de las reuniones que hacemos para pasar el rato y conocerte mejor ¿qué dices?

—Suena divertido —sonrió.

Por alguna razón, quiero preguntar sobre Michael ya que su charla de la noche anterior me a dejado que pensar.

—Te advierto que ellos están locos —me señala con el dedo índice—. Hace unos días. Se nos ocurrió la brillante idea de vestirnos como abuelitas —el ríe de tan solo recordarlo—. Y bueno, fuimos a Target vestidos así, nos pusimos a bailar en el estacionamiento, después jugamos con los carritos de supermercado y Luke se cayo de uno, después nos pusimos a cantar y jugar —suelta una caracajada—, y Ashton dijo; " me dejaras sordo como la mierda".

Nos reímos tanto que captamos la atención de todas las personas del local, ambos nos llevábamos una mano a la boca para evitar reír, pero falló y estalló nuevamente en carcajadas junto a mi amigo.

El sonido de la campanilla indicando que alguien a entrado al local, llama mi atención y me giro para ver a la persona que a entrado.

Mi risa y la de Calum llama su atención y voltea a vernos, detengo mi risa, mientras mi mejor amigo sigue partiéndose en su asiento.

Lo aprecio bien y me doy cuenta que es el mismo chico que choque el otro día mientras salía de la casa de papá. Qué vergüenza. Él hace contacto visual conmigo y sonríe de lado siguiendo su camino.

Que linda sonrisa.

Una mano pasa por mi cara—: Hey Daisy, reacciona —vuelve a pasar su mano por mi cara.

—Agh, ¡Deja de hacer eso y no me llames Daisy! —lo señaló con el dedo índice como amenaza.

—¿Por qué? —se hace el inocente.

—Por qué no me gusta.

—A mí me gusta —y vuelve a pasar su mano por mi cara.

—¡Agh! —le doy un manotazo— Deja de hacerlo idiota o sino te golpeare.

—Uy si, uy si. Que miedo.

—Púdrete —golpeó su brazo y él se queja.

—Ah, estás muy agresiva —ríe.

Una mesera se acerca y deja un café en la mesa.

—Un frapuccino doble espuma para la chica —dice la mesera dejando el café.

¿Qué?

—Disculpa, yo no he pedido esto, ¿no estás confundiendo la ordenes? —inquiero confundida, ella niega.

—No, aquel joven le pagó su café —señala al chico rubio que hace unos minutos había entrado al local, salir por la puerta.

—¿Qué? —pregunta desconcertado Calum— ¿Lo conoces? —la mesera se va incomoda.

—Algo por el estilo —me encojo de hombros. Tomo el café y lo miro, tiene algo escrito en el envase del café.

" Te ves más linda cuando ríes y tengo que decir que es la risa más linda que jamás haya escuchado "–H.

Una sonrisa aparece en mis labios inconscientemente, mi amigo me mira y me quita el café.

—Esto es ridículo —bufa claramente enojado.

—Es lindo —defiendo con una sonrisa boba.

—Por favor, Dawn, ni siquiera lo conoces y te está coqueteando.

—Si lo conozco.

—Haber, ¿dime su nombre? —cuestiona burlón.

Demonios.

—No lo sé —suspiro.

—Vaya, y dices conocerlo —rueda los ojos con fastidio.

—Jodete, no sé por qué te molestas —paso mis manos por mis rostro frustrada.

—Te estoy protegiendo, Dawn, no quiero que te pase nada —toma mi mano y la entrelaza.

¿Qué?

—Deja de tratarme como si me fuera romper en cualquier momento —hablo con enojo deshaciendo su agarre.

—Es por qué ya te has roto, te has roto en mis brazos, es horrible verte hecha pedazos en mis brazos y no poder juntar tus piezas para sanar tu dolor, es frustrante —pasa sus manos por su cabello negro y me mira.

Él me mira con esa mirada chocolate y puedo sentir cómo ve más haya de mi mirada, no quiero que conozca la verdadera Dawn, la cual pasa lamentándose de su vida y llorando durante las noches.

Apartó la mirada.

—Dawn mírame, necesito que me mires, necesito saber que estés bien, mírame —ordena tomando mi mentón obligándome a verlo.

—No, no quiero —murmullo y quitó su mano de mi mentón y salgo de la cafetería con mi café dejando a mi amigo ahí adentro.

No quiero que nadie me conozca, no necesito que alguien sienta lastima por mí.

No quiero ser insegura.

No quiero ser débil.

No quiero ser cobarde.

Y sobre todo, no quiero sentir miedo.

Night » horan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora