Amiga

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Apenas un par de días habían pasado desde mi encuentro con Dalia, había investigado una pequeña parte del bosque de Helianthus, no quería adentrarme demasiado todavía, tenia algo que hacer antes de ello y con eso en mente tome camino hacia la casa de Dalia, no tuve que caminar mucho, la encontré a mitad del camino recogiendo unas naranjas con la falda de su vestido, me reí un poco al verla puesto que cada vez que recogía una se le caían dos, con cuidado me acerque hasta ella recogiendo las que se le acaban de caer.

-¿te doy una mano?- sentí una sonrisa formarse en mis labios mientras veía su expresión de sorpresa al verme.

-oh, volviste...-miro las naranjas que le ofrecía poniéndolas después sobre su falda evitando que se le cayeran nuevamente -uhm gracias eh...¿como se supone que debo llamarte?

Su cara tenia una clara muestra de confusión ante esa pregunta, la entendía bastante bien puesto que yo también la tenia, hasta ese momento; tres semanas desde que había salido del castillo; no me había puesto a pensar en el nuevo nombre que usaría.

-...ahora que lo dices, todavía no he pensado en un nombre- puse mi dedo indice sobre mis labios intentando pensar en alguno, pero a mi mente no le llegan muy buenas opciones.

-entonces te diré Gil, ¿alguna protesta?-dándose la media vuelta comenzó a caminar hacia su casa, le seguí el paso con los brazos cruzados tras la nuca; ¿Gil? Si, supongo que no estaba mal que me dijera de esa forma, no se distinguía el genero en ese sobrenombre y me gustaba

-no, estoy bien con ello- no tardamos demasiado en llegar a su casa, como la ultima vez todo se veía increíblemente ordenado, la única diferencia era que ahora había sobre la mesa un canasto mediano con diversas frutas, en el cual dejo las naranjas que venia cargando- la ultima vez dijiste que vivías con tu padre, ¿él trabaja en el pueblo?

-algo así, trabaja para los cuatro reinos...y a veces se va de viaje para otros países; es un gran comerciante- note un toque de felicidad en sus palabras y en su expresión mientras mencionaba a su padre; ciertamente...me gustaría poder sentirme así al hablar de los míos...

-¿te deja mucho tiempo sola?-

-solo el necesario-me miro por unos segundos tras decir eso y luego prosiguio-no me siento sola ni nada de eso, por si llego a pasar por tu cabeza- supongo que había visto mi expresión con nostalgia o algo parecido, como para que terminara por decirme eso.

-¿te puedo ayudar con algo...mas?-intente no sonar demasiado nerviosa, ella estaba espaldas a mi cocinando algo y yo comenzaba a sentirme un tanto...inútil.

-...-tras mis palabras ella suspiro y volteando hacia mi con gran seriedad fue al punto de lo que, al parecer, estaba pasando por su cabeza. -no es que me moleste que estés aquí pero...¿no tienes algo que hacer?

-en realidad lo tengo, por eso he venido; me iré de viaje, pasare por los cuatro reinos y no sabia cuando podría volver, por eso...-fui bajando el volumen de mi voz mientras decía cada palabra, mi miraba estaba fija en el suelo, me quede en silencio sin terminar mi oración imaginando que ella comprendería mi punto

-¿querías despedirte de...mi?-voltee a verla, se veía confundida, como si le hubiera dicho la cosa mas extraña del mundo. Aunque sabia que probablemente para ella, eso era así.

-ya se, ya se, es muy extraño, apenas nos conocimos hace un par de días pero, eres la primera amiga que tengo-

-no confías en la gente ¿cierto?- de nuevo su expresión había vuelto a la seriedad, me miraba fijamente como si intentara descubrir todo lo que ocultaba y...lo estaba logrando- yo tampoco; también me agradas, no eres tan loca como decían los rumores

HyacinthumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora