Heridas

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Unos cuantos rayos del sol habían comenzado a pegar en mi rostro seguido de los gritos de una persona que conocía muy bien, abrí los ojos con algo de sueño y mire a mi alrededor; estaba acostada boca arriba, veía el cielo el cual me indicaba que estaba amaneciendo.

-¡...il!..¡Gil!- Dalia estaba sentada a un lado de mi y me miraba con gran preocupación, ¿exactamente cuantas veces había visto esa mirada en los últimos días?

-¿..Dalia?-me senté con algo de esfuerzo; ella no apartaba su vista de mi, supongo que quería una explicación.

-¿que paso? ¿Por que estas aquí? - la mire fijamente, traía una canasta que había dejado a su lado; si estaba amaneciendo probablemente había salido a recoger algunas frutas como siempre, sonreí levemente cuando el recuerdo de como nos conocimos cruzo fugazmente por mi cabeza.

-yo...- no sabia que decir, había pasado tanto que no tenia idea de por donde comenzar

-tu ropa; ¿estas bien? ¡Es demasiada sangre! - fue hasta ese momento en que ella tomo mi brazo; donde mi desgarrada manga se veía, que me percate de algo sumamente importante...

Las heridas se habían ido.

-si, yo estoy...¿bien?- mire mi brazo buscando algo pero..nada, ni la mordida de esa criatura ni el corte de Aenean; absolutamente nada; en automático pase mis manos a mi espalda y...nada, no había nada....y no entendía nada, tampoco.

-¿de que estas hablando?¿déjame revisarte?- no lo pensé demasiado y deje que me desabrochara el chaleco y levantara parte de mi camisa, quito la venda de mi abdomen y...esa herida...tampoco estaba - tus...heridas...¿que paso?

-...no lo se...yo...tampoco lo entiendo- creo que en ese momento yo estaba mas impactada que ella; aunque a pesar de que las heridas se había ido, algunos golpes todavía me dolían.

-...ven- se levanto tomando la canasta entre sus manos, al parecer ya había superado esa impresión; me levante con rapidez para seguirla, tal parece que dormir toda la noche me había ayudado bastante.

-¿estas molesta?- le seguí el paso, llegando hasta su casa tras unos minutos de completo silencio.

-no, solo...-suspiro mientras abría la puerta para entrar- me asuste mucho cuando te vi ahí tirada bañada en sangre- tras eso me dejo pasar, cerrando la puerta y yendo a dejar la canasta sobre la mesa

-entonces si te importo- intente bromear con ella para ver si podía sacarle una sonrisa o un reproche pero lo que conseguí fue ver sus ojos llenos de lagrimas

-¡claro que si, tonta!...- me lanzo una naranja a la cara la cual, de no tener tan buenos reflejos, seguramente me habría roto la nariz.

-lo...lo siento...- me acerque hasta la mesa para dejar aquella naranja que me había lanzado, no sabia si estaba triste o molesta, tal vez un poco de ambas cosas- todo, salió bien en Hydrangea...

-siéntate, traeré algo para que te cambies- había limpiado sus lagrimas y mantenía una mirada seria cuando la vi entrar a su habitación; me senté como me había pedido y al poco llego con un cambio de ropa- aquí, ¿caminaste desde allí en esas condiciones? - estaba apunto de darme otro regaño si mi respuesta era afirmativa, lo veía en sus ojos, para su mala suerte, negué con la cabeza, mientras me desabrochaba la camisa para ponerme aquel cambio.

-no realmente, Eldrian me trajo a caballo- ella me detuvo un instante antes de poder ponerme el nuevo cambio, no entendí hasta que paso un paño húmedo por mi espalda, supongo que aun tenia restos de sangre, se detuvo un momento y comprendí a que se refería, retire la venda de mi pecho para que pudiera seguir limpiandome.

HyacinthumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora