Aenean

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Mi viaje en aquel reino había concluido el día de ayer, el sol comenzaba a salir entre las montañas, caminaba hacia la frontera cuando un sonido capto mi atención.

Me agache a la altura de los arbustos para evitar ser descubierta, me asome un poco y vi una...¡una manticora!...¿quien lo hubiera dicho?...tal vez si me acerco lo suficiente pueda...¡es-espera! Esa es...

¿Dalia...? No, no, no, esta muy cerca; si esa cosa la ve...

No sabia que rayos estaba haciendo Dalia en este lugar; estaba a casi dos días de su casa, pero lo que mas me importaba en ese punto era evitar que la manticora se percatara de ella, mire un par de piedras a mi alrededor y una idea cruzo por mi mente.

¡Ya se!

Llene una pequeña bolsa de tela que traía con unas cuantas rocas medianas y con toda la fuerza que tenia la arroje al lado contrario, vi a Dalia paralizarse al darse cuenta de esa cosa, la cual paso a gran velocidad hacia donde había caído la bolsa ocasionando un gran ruido, corrí hacia donde Dalia y le tome de la muñeca jalandola un par de metros atrás para después agacharnos entre los arbustos.

-¿que-que era eso? ¿Gil?- temblaba, tenia un miedo realmente grande, podía notarlo con solo verla.

-una manticora; no digas ni una palabra.-mire fijamente a donde esa cosa había ido, tras un par de minutos por fin se fue, espere un poco mas antes de dar un profundo suspiro, ya estábamos a salvo- creo que ya se fue...¿Dalia?- mire hacia ella y parecía aun estar en shock

-se que lo dije pero...nunca...nunca había visto una tan cerca...- la vi respirar profundamente intentando tranquilizarse

-¿que estas haciendo aquí? ¿Acaso me buscabas?-intente quitarle tensión al asunto haciendo una tenue broma pero parecí provocar solo lo contrario, como si hubiera recordado el peor de los males una tristeza ensombreció su rostro.

-...-

-¿Dalia?- su abrupto silencio comenzó a preocuparme, ante mi llamado note como había dado un pequeño salto de la sorpresa.

-iba...a rescatar a mi padre- había sido un murmuro tan suave que de no haber estado tan cerca probablemente no lo habría escuchado

-¿tu padre? ¿Por que? ¿Que paso?-estaba sorprendida, muy sorprendida, ¿como había pasado? Y...¿cuando? Por que, cuando yo me fui todo esta bien...¿o no?

-...unos bandidos...en Aenean...y él estaba...él-su explicación no tenia sentido y eso me desesperaba, quería ayudarla pero necesitaba algo mas claro que unos balbuceos

-por favor, se mas clara, no te entiendo-

-tomo una gran bocanada de aire y tras soltarlo comenzó a hablar mas fluidamente-unos bandidos llegaron al reino de Aenean, tienen en su poder a los reyes, han hecho sucumbir a todo el pueblo, y...han matado a muchas personas...mi padre había ido a ver a los reyes por un pedido que le habían hecho y ahora...no se si él...si él haya...-tenia sus manos hechas puños y podría jurar que estaba aguantando las ganas de llorar, mordí levemente mi labio inferior, esta...no era la primera vez que escuchaba algo como eso.

-siempre escuche al viejo mencionarlos pero...nunca creí que llegarían aquí..-mi padre siempre solía mencionarlos cuando hablaba sobre problemas de los que proteger al reino; decía que eran un grupo muy grande, primero se aseguraban de tener a los gobernantes en sus manos y en base a eso se apoderaban de todo el pueblo, un grupo de vándalos sanguinarios, o así les llamaban; si eran los mismos Aenean no resistiría mas de un par de días.

-¿viejo?-su pregunta me había sacado de mis ensoñaciones, sacudí un poco mi cabeza intentando volver al tema principal

-eh...larga historia...debes regresar a tu casa-

-¡no! ¡Yo iré! ¡Tengo que ir por él!-tenia tanta determinación que temía no poder convencerla de los contrario

-es muy peligroso-

-¡no me importa! ¡Él es todo lo que me queda!- por fin las lagrimas que había estado conteniendo terminaron rodando por sus mejillas, con ambas manos intento quitarlas de su rostro pero seguían saliendo sin la menor intención de parar.

-Dalia...-

-tengo que ir...tengo que...-intento levantarse y yo se lo impedí, sujetando sus muñecas la jale hacia mi dandole un abrazo para retenerla; escuche que su llanto se había detenido, probablemente ante la sorpresa.

-yo iré por él- mis palabras fueron firmes y serias, sentí su cuerpo tensarse e intento separarse pero se lo impedí.

-¿Gil?-

-yo iré, y te lo traeré de vuelta; pero...tienes que confiar en mi y volver a casa- la aleje un poco mientras le tomaba por los hombros, necesitaba que me viera a los ojos, necesitaba que confiara en mi.

-pero yo...-

-seré clara contigo, si vas conmigo solo serás un estorbo, entre el cuidarte y el cuidarme las cosas no podrían salir bien, por ello, necesito que regreses a tu casa. - su cuerpo se relajo al escucharlo, con un poco de tristeza, por fin había entendido por que era que le pedía eso.

-...¿puedo confiar en ti?-

-eso me gustaría- dandole una leve sonrisa volví a estrecharla entre mis brazos con fuerza- te devolveré a tu padre, es una promesa, ahora vete; si la manticora vuelve se perderá mas tiempo -me levante con cuidado y dandole una mano ella también se levanto.

-...- me miro una ultima vez con gran preocupación en sus ojos y tras dar un suspiro corrió hacia el lado contrario; me quede ahí en silencio hasta que la perdí de vista, voltee mi mirada al frente y un suspiro salió de mis labios.

Busque un lugar para dejar mis cosas, y encontré unas piedras lo suficientemente grandes como para guardar mi maleta entre ellas, tome cinco de mis cuchillos pequeños y los guarde en mi cinturón; tome mi nuevo arco y fechas y los colgué a mi espalda; asome la espada un poco de su funda, brillaba reluciente mostrándome...la gran sonrisa que se había formado en mis labios. La guarde y amarre fuertemente a mi cintura, finalmente tome mi capa negra y poniendomela tome camino hacia el reino de Aenean.

Tras ir directo no tarde mas de tres horas en llegar, el pueblo parecía desierto, pero desde la pequeña colina donde estaba podía ver a varios de los bandidos pasearse por las calles, probablemente cuidando que nada se saliera de control.

-Aenean...

El sol yacía en lo mas alto del cielo cuando comencé a bajar de esa pequeña colina, con mi espada desenfundada en una mano, apuntando al suelo y viendo a aquellos hombres venir hacia mi;...con una enorme sonrisa en mi rostro.

-...esto, será divertido.

esto, será divertido

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