6a hoja

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Dentro del distrito Uchiha las personas la miraban raro, cabía decir que mal.

Aquel clan era antisocial, supuestamente, ellos debían ser aceptados en toda la aldea y sin embargo recibían recelosos a los no miembros del clan que se adentraban en su barrio.

Todo era producto del recelo.

Para escapar de las miradas, decidió ir por los tejados a gran velocidad y no ser vista.

Aunque tenía un problema. No sabía donde vivían sus amigos. Así que esperó encontrarlos en el campo de entrenamiento visible desde arriba de las casas.

Afortunadamente divisó a Shisui a lo lejos entrenando. De entre sus dos amigos, de quién más esperaba era de él. Pues el mayor había vivido por más tiempo y debería estar mejor informado.

—Shisui. —dijo recuperando la respiración perdida en la carrera hacia donde estaba.

—Vaya Lea, no te esperaba por aquí. —saludó deshaciendo su próximo jutsu.

—Vine a verte. —eso causó sorpresa al pelinegro. —Siento interrumpir tu entrenamiento, no que-

—No tranquila, no pasa nada. Me alaga que vengas por estos lares. —habló pasando una mano por su cuello.

—Está bien, igualmente lo siento. Pero necesitaba saber si me responderías unas preguntas.

—Claro. ¿Qué te parece si nos sentamos? —asintió y tomaron asiento en un tronco que se encontraba cerca. —¿Sobre qué querías saber?

—¿Es cierto que todo el odio hacia tu clan viene del ataque del Kyuubi años atrás? —las palabras salieron de sopetón de su boca, sin medir si molestaría al muchacho. —No tengo malas intenciones, te lo aseguro.

—Si te creo, es sólo que no me esperaba tal pregunta... De hecho sí. Existe el rumor de que los Uchiha trataron de utilizar a la bestia con colas para hacerse con el poder de la aldea, pero no fue así. Muchos Uchiha también murieron ¿sabes?, se sacrificaron por una aldea que ahora los culpa. Y no quiero decir que sea toda en general, sé que hay gente como tú, que no piensa así. Sé que no debería decírtelo; pero alguna que otra vez que regresaba a Konoha te escuché defendernos. Y como Uchiha te lo agradezco.

>>Quedan pocos aldeanos que no se dejen llevar por las historias y trate de buscar el equilibrio entre ambas versiones.

—Creo que el problema se ha extendido incluso a los tuyos. Al entrar al distrito no tuve buena recibida... Pero supongo que después de tantos años es comprensible.

—El recelo entre ambas partes es el causante de todo. —Shisui se colocó de manera que veía de frente a Lea para contarle más detalles. —Desde que el Segundo, Tobirama-sama nos trasladó a las afueras, todo ha ido de mal en peor. Y ¿quiéres saber mi opinión?

—Claro.

—Creo que alguien o varios siguen aprovechándose de aquel incidente para manejar Konoha a su antojo. —aquello hizo divagar a Lea, ¿estaba hablando de su padre? —Incluso manipula al Tercero sin que este se dé cuenta.

—Por un momento pensé que culpabas a mi padre. Pero sí, concuerdo contigo. Hay un traidor de la voluntad de Konoha.

(...)

«La conversación con Shisui despejó bastantes incógnitas. Ahora entendía el odio y sus motivos, una parte del pasado de Konoha.

Al llegar a casa se sorprendió al encontrarse tanto a su padre como a su hermano. Los dos estaban sentados alrededor de la mesa esperándola con semblante serio.

Se sentía como si hubiese hecho alguna travesura y estuviese a punto de ser regañada.

—Papá, Asuma.

—¿Qué has hecho en el día de hoy? —habló rápidamente Hiruzen.

—Tal vez.. ¿has intentado colarte en el despacho de papá? —Asuma soltó la perla. Los ojos de Lea se abrieron.

—Ehm, yo... Puedo explicarlo, de veras. Buscaba..

—..información sobre aquello que te dije que era tabú? —fue completada y asintió en derrota. De nada le servía esconder la verdad.

—Es que no soporto la idea de no comprender a la aldea, de no entender el por qué de la rivalidad con los Uchiha...

—¿Desde cuando te relacionas con ese clan? —le pareció haber sobreentendido algo entre líneas que deseaba que fuera erróneo.

—Desde mi última misión. ¿Algún problema?

No supe de dónde saqué el valor para contestarle así a la mayor autoridad para mí. Las cosas se estaban tornando feas e injustas a mi parecer.

—No deberías hablarle así a Hiruzen. —aquel hombre, el que la descubrió fuera de la oficina del Hokage, salió de la penumbra del salón. —Tu padre tiene razón en preocuparse. No queremos que te llenen de ideas erróneas la cabeza, ¿verdad?

Él estaba manipulando a mi padre. Él le dijo que comencé a juntarme con Uchihas como si fuese algo malo. Le convenció de que conseguirían llevarme a su lado en aquella estúpida guerra.

Si tan sólo mi padre no fuera el Hokage, tal vez mis acciones no hubieran repercutido tanto en él. Los dos hubiésemos sido más libres.

Asuma se mantuvo callado observando. No encontraba adecuado introducirse en la conversación, aunque deseaba defender a Lea. Pero en esta ocasión, ella había obrado mal y debía estar del lado de su padre y de la aldea.

—¿Llenarme de ideas la cabeza? —repitió, incrédula. —Tan sólo fui a buscar las respuestas que nadie en esta aldea se digna a darme.

—Sarutobi Lea, no quiero que vuelvas a pisar el distrito Uchiha otra vez, ¿entendido? —Hiruzen dijo firmemente. —Danzō, agradezco tu información.

—Es por tu estatus ¿cierto? —el tono en su voz esta vez era más elevado. —Te preocupa lo que la gente dirá cuando se entere de que la hija del Tercero tiene contactos con Uchiha, los causantes y eternos culpables del ataque del Kyuubi. ¿Qué ejemplo estarás dando si no consigues que tu hija esté del lado "bueno"? ¿No demostrarás ser capaz de hacerte respetar? ¿¡Cómo serás capaz de dirigir una aldea si ni siquiera puedes controlar a tu hija!?

Lo siguiente, un golpe que hizo a Lea girar su cabeza por el impacto. Sintió su mejilla hervir ante la mirada de aquel sujeto llamado Danzō y los ojos entristecidos de su hermano quién no se había esforzado si quiera en ayudarla.

—Lea, no te lo pienso volver a repetir. Te prohíbo pisar ese territorio y que me vuelvas a hablar así. —Danzō estaba disfrutando de ver al tranquilo Hiruzen fuera de sus casillas.

Nunca creyó que los acontecimientos se tornarían tan fáciles para él y su plan de ejercer una Konoha como sus ideales marcaban.

No creí encontrarme en esa situación en la vida, en la que mi familia me daba la espalda y no tenía a nadie.

Salí de casa con un nudo en la garganta y sabía que si no me desahogaba de alguna forma, lo haría en lágrimas. Y odiaba llorar.

Al igual que odiaba el sentimiento de empotencia que me acompañaba y que por tanto había acompañado a Shisui y a los suyos.»

Lo que nunca te dije ↠ u.shisuiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora