18a hoja

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El tiempo pasó más rápido que de costumbre.

Las cosas andaban aburridas para la Sarutobi, quien su compañero se encontraba con misiones sin ella constantes. Las cosas habían vuelto a la normalidad antes de que conociera a Shisui, después de todo. Ya que recientemente frecuentaban las misiones con Itachi. Y en parte era positivo, así podría controlar más de cerca la situación y asegurarse de que su casi hermano no caía en malas manos y tomaba el camino equivocado.

Por otro lado, justo hoy un mes se hacía desde la última vez que vio a Danzō. Aunque ha estado bastante presente en su vida desde aquel entonces.

Todos los días, Lea encontraba alguna carta o mensaje con cierto tono amenazador. No era ningún misterio que eran enviados por Raíz. Le fastidiaba tener que pretender que no sabía de quién podrían ser y dejarlos de forma "anónima".

Como las veces que le contó a su padre qué le sucedía. Aún Hiruzen trataba de averiguar quién era el que estaba detrás del acoso a su hija.

—Hiruzen, deberías dejar de preocuparte por el asunto de los mensajes. —le dijo Danzō, "aconsejándolo". —Es decir, entiendo que te preocupe; pues es tu hija. Pero llegar a tal punto de estrés no solucionará nada. Date un respiro.

—Te juro que trato de no saturarme, pero verla cómo cada día va llegando a su límite me hace sentir mal como padre. —además de que claramente no sabía en quién confiaba.

—Puede que tenga información que sea de tu ayuda. Aunque no sé si será de tu agrado, esta vez. —el Hokage dirigió su mirada, derrotado, hacia él. —Hace tiempo te hablé sobre la relación entre Lea y ese Uchiha. Mis sospechas se dirigen hacia ese clan. Es una relación destinada al fracaso, y es visible tanto para Uchiha como para el resto de la aldea.

El Tercero oprimió fuerte sus ojos. Sin razón alguna se negaba a creer que Lea mantuviese una relación de algo más que compañeros con Shisui. No con Shisui.

—Sigo manteniendo mi opinión, Danzō. Hasta que Lea no me lo diga personalmente, no lo creeré ni juzgaré. —sin embargo, en su mente ya estaban los prejuicios. —No niego que puedan ser Uchiha, claro. Si tú viste algo entre ellos, que repito, no creeré hasta que se confiese y se me diga lo contrario; algún Uchiha inconforme puede que haya tomado represalias.

—Exacto. —sonrió como usualmente cuando la manipulación sobre su compañero funcionaba.

—Tampoco deberíamos descartar a alguien de la aldea de otro clan por esa regla de tres.

Aún con su propia valoración de su alrededor, había vuelto a caer bajo los engaños de aquel que llamó amigo.

«Puede que esta sea la vigésima y tanta carta en la que digo que estoy perdiendo la paciencia. No es mentira, de todas formas.

También puede que las anteriores las deseche, ya que no hablan de nada importante. Solo de mis constantes paranoias respecto al tema.

Danzō y sus súbditos están haciendo un gran trabajo empujándome hacia la desesperación. No existe minuto en el que no me sienta observada. Controlada. Y no tengo a quién hablarle de cómo me siento, con quien desahogarme. Shisui no se encuentra en la aldea desde hace días, y papá y Asuma no me creyeron cuando les dije que Danzō los controlaba. ¿Me van a creer ahora?»

El día amaneció lluvioso, como si las nubes hubieran sufrido una tragedia. Decidieron estrujarse de repente y Lea no tenía con qué cubrirse.

Misteriosamente, al girar la esquina vio un pequeño paraguas del que al abrirlo cayó una nota.

"Se vive tranquilo en la luz sin saber que la oscuridad está al acecho."

Esa fue la primera nota que recibió. Esa vez se asustó, le costó darse cuenta que era otro de los trucos del querido amigo de su padre.

Después de días llenos de lluvia, cuando despejó, la arena se había convertido en barro. Un material fácil en el que escribir.

De hecho, cada ciertos metros encontraba una acotación y oración escritas.

"La verdad predominará sobre lo que crees importante. "

"La maldición del odio caerá sobre ti junto al desprecio de Konoha."

"Vigila tus acciones."

"Los seres queridos son queridos porque los tenemos, y añorados cuando los perdemos."

Juraba que estaba harta. ¿Acaso nadie se daba cuenta de quién y cuando los escribía? ¿Cómo era posible que hubiera mensajes en todos lados y nadie se percatase? De verdad que se trataba de ANBUs...

"Detrás de ti."

Inevitablemente se giró sobre sí. Comprobando que no había nadie tras suya.

Ese había sido el mensaje/amenaza más reciente.

El pelinegro de cabellos largos observaba desde la lejanía como huía hacia un lugar solitario donde poder dejar salir a la luz sus emociones.

Vio cómo la chica se posaba en el suelo de rodillas y pasaba las manos por su pelo, llena de estrés y ansiedad.

Y se odió. Se odió por tener esa labor, por tener ese destino.

Quería acercarse y enmendar el daño hecho, justo como Shisui trataría de hacer. Aunque él nunca cumpliría una misión que hiriese a los suyos.

—Lea, no fue mi intención.. —se disculpó entre susurros que nadie escucharía.

Nacer para luchar y luego morir. Esa era la función de un ninja, el deber que Itachi asumió al ganar consciencia.

Pero todo por salvar a los Uchiha, y con ellos, a Konoha.

—Maldición, Lea. —se dijo a sí misma, tratando de recuperar la compostura.

Se tumbó boca arriba y observando el cielo consiguió regular sus constantes teorías y delirios en su cabeza.

Lo que nunca te dije ↠ u.shisuiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora