15a hoja

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El hospital estaba frente a ellos y por un momento, Lea se replanteó si era necesario que revisaran su herida. Apenas era notable, pero el Uchiha esta vez no parecía dejarse llevar.

Tampoco será nada, pensó ella.

Y efectivamente no fue nada. Al menos no en ese momento.

—Deberías decirle a tu novio que ya está casi curada. —la enfermera comentó entre risas. —Mis compañeras dicen que está algo nervioso.

—No es mi novio. —fue lo primero que se le ocurrió decir, sus mejillas adquirieron un color rojizo intenso.

—Oh, perdona. Igualmente ya estás lista para irte.

—De acuerdo, gracias.

Al salir, Shisui se acercó a ella y comprobó que su rostro estaba caliente.

—¿Por qué luces como si tuvieras fiebre? ¿La tienes? —habló colocando una mano en su pómulo.

El murmullo entre las enfermeras sobre sus muestras de afecto la avergonzó y tiró del chico hacia la salida.

—¿A qué vino eso?

—Empezaban a cuchichear sobre nosotros. —aún en su semblante se formaba un interrogante. —Pensaron que éramos pareja.

La mención de ellos juntos hizo sonrojar tanto a la pelinegra como al azabache, quien no sabía qué responder a aquello y optó por rascarse la nuca con nerviosismo.

Era evidente que se gustaban, pero no habían hablado de formalizar su relación.

El Uchiha acompañó a la Sarutobi hasta la puerta de su casa. Y antes de despedirse, le propuso un plan.

—¿Te veo esta noche en la montaña de los Hokage? —si bien era cierto que no querían mostrarse en público, nadie decía que a solas se reservasen.

El hecho era que al chico le comenzaba a molestar no poder mostrarse con ella tal y cómo le gustaría.

—Claro. Espero que no llegues tarde, tonto. —se despidió de él con un beso en la mejilla y cerró rápidamente la puerta, con el corazón latiendo a mil por tal muestra de atrevimiento.

Shisui, por su parte, quedó pasmado. No se lo esperaba. Se marchó a casa con una sonrisa de un verdadero tonto en los labios.

—¿Lea? ¿Eres tú? —su hermano exclamó desde la cocina. Estaba haciendo la cena.

—Hola, neesan. ¿Qué tal tu día?

—Algo ajetreado como puedes comprobar. Hoy papá llega algo más tarde de la oficina y me tocó a mí hacer la cena.

—Espero que esa comida esté mejor de lo que huele. —se burló y recibió un golpe en la cabeza con la cuchara de madera. —¡Au! ¡Eso dolió!

—Eso te pasa por cuestionar mis dotes culinarios, pequeña mocosa. Ahora, para ignorar que me has infravalorado en cocina, te pido que vayas en un momento a por tomates y patatas a la tienda de al lado de Ichiruka's Ramen antes de que cierre.

—¿Papá no te enseñó a pedir favores por favor?

—Creí que hacerte la cena era excusa suficiente, Lea-niichan. —a lo que recibió un puchero de su parte.

No le quedó más remedio que hacerle caso y darse prisa si quería tener una comida rica para la noche.

Tardó menos de lo que pensó, pues su estómago rugía por bocado y no quería hacerlo esperar más.

Iba descuidada y por eso chocó con alguien. Por consecuente, las bolsas que cargaba sobre el pecho cayeron al suelo. Con suerte de que ningún alimento se salió de estas.

Lo que nunca te dije ↠ u.shisuiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora