Epílogo 2

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«Hace días que dejé de preocuparme por qué día era.

Mantengo la mente en blanco lo máximo que me permiten los recuerdos. ¿Qué tan difícil puede ser seguir adelante, pasar página? Es complicado, teniendo en cuenta que todo en la aldea me recuerda a él. A la situación que vivimos y que ni papá ni Asuma supieron valorar.

Es injusto que Shisui tuviese que pagar por los errores de mi padre, quién pudo detener a Danzō. ¡Él era una de las mejores personas que pude haber conocido! Y quieren que sane esta herida, aquellos quienes ayudaron a crearla. Konoha jamás volverá a ser lo mismo para mí.

Si de veras quieren lo mejor para mí, me dejarían ir allí donde pueda cicatrizar. Donde recupere la esperanza por luchar...»

Dejó el reciente papel junto a los demás sobre la cama de su habitación. No volvería a necesitarlos más. Pues el solo hecho de leerlos, la transportaba al pasado y dejaba vía libre al dolor.

A paso sigiloso abandonó la casa. Ingresó en el distrito Uchiha, el cual se hallaba desolado debido a la falta de habitantes en él.

Aún quedaban restos de sangre de la masacre de la noche anterior. De todo el clan, el único superviviente fue el hermano pequeño de Itachi, Sasuke.

Itachi también se ha ido.

Había quedado sola. Las únicas personas con las que alguna vez logró congeniar, ahora estaban en el más allá.

Se prometió a sí misma no volver a llorar, a Shisui no le gustaría verla triste. Aunque su recién adoptada costumbre de lucir como sonámbula no era mejor. Llevaba tiempo que no entablaba conversación con nadie, y además, pocas eran las horas que conseguía dormir.

—¿I-Itachi..? —tartamudeó, sintiéndose en una alucinación por unos segundos al ver su figura a final del muelle del lago Uchiha. Su presencia allí solo significaba una cosa. Él asesinó a todo su clan. —Tú...

Sólo una mirada del azabache bastó para darle a entender que no tuvo opción. Sus ojos reflejaban dolor, vergüenza y sobre todo arrepentimiento.

—No tuve elección, Lea-san. Danzō siempre estuvo desde las sombras manipulando todo. —la mandíbula de la chica se apretó ante la mención. —Robó un ojo a Shisui e iría por el otro de no ser por su decisión.

—Shisui.. ¿s-se.. —el hecho de escuchar su nombre le daba escalofríos. El Uchiha asintió.

Debió herirle saber que fue decisión propia, eligió abandonarlos. Pero no lo hizo. Le confortaba saber que no permitió que Danzō se saliese con la suya, que luchó por sus ideales hasta sus últimos minutos.

Ese era el Shisui que conocía, del que se enamoró.

—Él quiso que te diera esto como último favor. —le entregó el sobre con hojas.

Cerró fuertemente los ojos en un suspiro, sabiendo que había dentro del sobre.

—Gracias Itachi.. por todo. —desde cuidar de Shisui hasta cumplir su voluntad.

—Adiós, Sarurobi Lea. —respondió agradecido.

Se miraron por última vez. Los dos estaban cargados de distinta tristeza, pero ambos llevaban el peso de sus actos a cuestas. En ese mismo momento eran los que mejor se entendían y tenían que despedirse.

Era un hasta nunca.

Jamás pensó que perdería a sus amigos tan rápido. Ni siquiera imaginó que todo resultara tan caótico.

Una vez sola se armó de valor y abrió el sobre. Todas y cada una de las hojas que perdió, se encontraban perfectamente ordenadas ahí. Hasta la hoja n°24, la última que escribió en casa del Uchiha.

Lo que nunca te dije ↠ u.shisuiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora