Capítulo 8

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Clara Atena

Semifinal de la película. Rose, está tumbada en la madera en el Atlántico suelta la mano de Jack, y este se unde bajo la tristeza de la actriz Kate Winslet

Se me saltaban las lágrimas e Izan me abrazaba fuértemente.

                                                                                          *

¿Puede darme su nombre, por favor?

Rose mira al guardia.

- Dawson, Rose Dawson.

- Gracias.

"El corazón de una mujer es un profundo mar de secretos. Pero ahora saben que hubo un hombre llamado Jack Dawson, y que él me salvó en todas las formas en las que se puede salvar a alguien, ni siquiera tengo un retrato suyo, ahora solo existe en mi memoria."

                                                                                          *

Finalmente, varias lágrimas recorrieron mis mejillas. ¡En ese puto trozo de madera flotante cabían los dos!

- ¿No te parece precioso cuando Rose le dice al guardia que se apellida Dawson? - Pregunté a Miriam.

- Sí, creo que es mi momento favorito de la peli. - Dijo con los ojos rojos.

- Los españoles lloreis muy fácilmento.

- Vale Thomy. Cuando aprendas a hablar me lo dices. 

Su novia sonrió y sé quitó una lágrima del ojo.

- Me gustaría veros a hablar a vosotros en mi idiomo.

El italiano se cruzó de brazos y soltó una palabra mal sonante en su idioma. Bueno, en italiano cualquier pasabra suena bien. ¿No?

- Sciocco, se sai che ti amo, (Tonto, si sabes que te amo).

Todos incluido Thomas nos quedamos mirando a la chica pelirroja con los ojos abiertos como platos.

- ¿Sabes hablar italiano? - Pregunté la primera antes de que nadie pudiera decir nada.

- Mi tío está dando un curso y me ha enseñado algunas cosas.

- Anche se la pronuncia è terribile, ti amo troppo, (aunque tu pronunciación sea horrible, yo también te amo).

Izan y yo nos miramos sin saber que decir.

- Thomy, carño, hasta ahí ya no llego.

Todos empezamos a reír.

Elísabeth

Empezó a sonar Let Her Go, (mi canción favorita), de Passenger. Mi móvil vibraba en el bolsillo izquierdo de mi pantalón.

- ¡Cucú! - Exclamó Clara al otro lado de la línea.

- ¡Hola fea!

Mi madura amiga gruñó.

- Así no es tonta. - Dijo con voz de niña pequeña. - Empezemos otra vez. ¡Cucú!

- ¡Trás! - Ahora si lo dije bien.

- ¿Llegará el día en el que lo digas todo seguido?

- Supongo nena. ¿Qué querías?

Se oyeron risas.

- Ah, perdona. No sabía que para llamar a mi-me -jor-a-mi-ga tenía que tener un  motivo. - Se aguantaba las carcajas.

- Verdad, verdad. - Jordan me miró divertido. - ¿Hay algo que quieras contarme, me-jor-a-mi-ga?

- Sí. Bueno, en verdad, no es nada. Estoy en casa de Izan y Thomas. También está Miri, te llamaba por si querías pasarte.

Miré a Jordan, el cuál había escuchado lo último que dijo Clara. Me hizo un gesto de aprobación.

- ¿Os importa que vaya con un amigo?

-  No, trae a quén quieras, ya lo sabes. - Esta vez respondió Izan.

- Gracias guapo. En 20 minutos estamos ahí. Un beso.

- Hasta ahora tonta. - Ahora era Clara. Dios, que mareo.

- ¿A ti te apetece, no? - Pregunté a Jordan.

- Eh... Bueno, sí, claro. Espero que no les importe. - Sonrió tímidamente.

- No, ¿no has oído a Izan?

- ¿Quién es?

- En resumen, el que ha dicho que puedes ir sin problema.

Sonreí.

- Perfecto. - Ahora sonrió él.

- Perfecto.

Inocencia como FelicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora