Capítulo 27

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Se abrochó uno de los botones, pero siguió andando por la clase hasta llegar a mi sitio y señalarme con el dedo índice.

- Ella.

- Ni de coña. - Dije negando con la cabeza.

Gabriel sonrió sarcásticamente.

- Los demás elegir vuestras parejas y coloquen la silla sobre la mesa. Teneis que hacer un trabajo de investigación sobre el Titanic.

Por lo menos el trabajo me interesaba.

Me cargué la mochila al hombro y me dirigí a la mesa de la profesora.

- Me ofrezco a hacer el trabajo sola. - Dije seriamente.

- Es un trabajo por parejas, Clara. Parejas indica dos personas.

Gracias por la aclaración.

- Sé lo que significa. Necesito subir nota, y con este primate lo que voy a lograr va a ser justamente lo contrario.

- Pues esfuércese. ¿Por qué cree que le he dejado ponerse con usted?

Me encogí de hombros.

- Usted es la única que no se ríe de sus bromas y la única que es capaz de llevarle la contraria.

- Me da igual, no pienso hacer el trabajo con Gabriel.

- Pues en ese caso, ambos tendrán un cero.

- Joder...

- Venga, Clara. No será para tanto.

Salí de la clase junto a Elísabeth.

- Espera, acompáñame a las taquillas que necesito el libro de geografía.

Caminamos por el pasillo hasta llegar a la zona de los casilleros.

Justo en frente estaba Gabriel junto con las chicas del equipo de voley.

Se acercó a mí.

- ¿A sí que soy un primate, eeh?

Mierda, me había escuchado.

Asentí.

Saqué una hoja de cuaderno de mi mochila, y le cogí el boli que tenía detrás de la oreja. Le escribí mi número y mi dirección y le puse el papel en la mano.

- El trabajo es para el lunes que viene. El viernes a las cuatro hacemos el estúpido trabajo. - Dije recalcando el adjetivo como él había hecho antes. - No llegues tarde.

La semana pasó rápido, mi madre estaba contenta de verme mejor y dejé de tomar las pastillas que me provocaban dolor de estómago. Lo malo era que, desde el domingo, no había hablado con Thomas. Creo que le echaba de menos.

Viernes, 15:47.

- Cariño, me voy a echar un poquito, ¿hoy no sales?

- Puede que por la noche, ahora viene un compañero a hacer un trabajo.

- Vale, tesoro. ¿Te importa recoger a David del futbol a las ocho?

- No, claro.

- Muchas gracias, no olvides que tu padre os recoge a las nueve.

Me besó en la frente y se metió en su cuarto.

16:17.

Llamaron al telefonillo.

- ¿Sí?

- Soy Gabriel.

- Sube.

Escuché el ascensor llegar y abrí la puerta.

Inocencia como FelicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora