Capítulo 31

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Sin poder evitarlo, lágrimas empezaron a recorrer mis mejillas, pero no eran de dolor, sino de felicidad, y él lo sabía, y me miraba, y sonreía, sí, ambos sonreíamos.

Jordan puso un pie fuera de la ventana, y con su mano derecha se sujetó a la enredadera que estaba pegada a la pared exterior de la casa.

- ¡Cuidado! - Grité. Él solo volvió a sonreir y me guiñó un ojo, me derretí por dentro, ¿de verdad estaba pasando esto?

Clara Atena

- Mañana tienes que ir a casa de tu madre a hacer la maleta. - Dijo mi padre sentándose junto a mí en el sofá.

Asentí.

- Oye... Quería hablar contigo de un asunto.

- ¿Puede ser mañana? Estoy cansada. - Me levanté y salí del salón. - Buenas noches. - Dije asomando la cabeza por la puerta.

- Buenas noches, cielo. - Respondió mi padre.

Me puse el pijama, bueno, todo el mundo sabe en qué consisten mis "pijamas".

Fui a la cocina a por un vaso de agua, donde estaba mi abuela leyendo un libro. Desde hacía unos meses vivía con mi padre, ya que se divorció de su marido hace cinco años, mi abuelo murió cuando mi padre era muy pequeño, por lo que nunca lo conocí.

- Hola, cariño. - Dijo con su voz dulce.

- Hola. - Respondí con una sonrisa.

- ¿Por qué has vuelto tan tarde? - Preguntó cerrando su novela. - Cuando yo tenía tu edad...

- Sí, ya sé abuela. - Le interrumpí. - En tu época no salías tanto como yo. - Ella asintió.

- ¿Con quién has estado?

- Con un amigo. - Respondí sonriendo involuntariamente.

- ¿Solo es un amigo?

- ¡Claro que sí!

Mi abuela frunció el ceño.

- ¿Entonces por qué te has puesto tan nerviosa y has sonreido de esa manera tan tonta? - Arqueó una ceja, a lo que yo negué. - Ay, cariño... A mí también me pasaba eso con tu abuelo. - Sus ojos se humedecieron, siempre que hablaba de él, muy pocas veces, le pasaba lo mismo.

- Yo... Es solo un amigo, mi mejor amigo. - Sonreí.

- Conocí a tu abuelo cuando tenía tu edad, quizás un año menos, por lo que mis padres se oponían a que me viera con él, ya que era diecisiete años mayor que yo. - Sonrió mirando al vacío. - Tardamos cinco años en empezar a salir porque me tuve que escapar de casa, al año de huir de casa, me quedé embarazada de tu padre... Pero bueno, que me voy del tema... El caso es que tienes que vivir lo que sientes, porque nunca sabes cuando te quedarás sin ello. ¿Entiendes?

Asentí.

- Gracias abuela. - Besó mi frente.

- Solo quiero que no te equivoques, mi niña, que aún tengo la esperanza de estar en este mundo para cuando encuentres a esa persona.

Elísabeth

En cuanto puso un pie en el suelo, corrí hacia él y le abracé con todas mis fuerzas, susurrándole todos los "te quiero" que las lágrimas me permitían.

- Yo también. - Me susurró al oído.

Rozó su nariz con la mía buscando mis labios, con cuidado, atrapó mi labio inferior con los suyos, haciéndome entreabrir mi boca.

¿Habéis escuchado alguna vez "besar entre sonrisas, sonreir entre besos"? Pues eso fue justo lo que pasó.

Nos tumbamos en el jardín trasero desde su casa, yo encima suya, mientras que él me acariciaba las mejillas.

- ¿Te he dicho que te quiero? - Dijo en un susurro casi inhaudible.

- Lo has comentado alguna vez. - Sonreí. - Pero me gusta como suena.

- ¿Ah, sí? - Rió.

Se levantó del césped y me dirigió una mirada de complicidad.

- ¡TEEE QUIEEEEROOOOOOOO! - Gritó a pleno pulmón en mitad de la noche.

Inocencia como FelicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora