Capítulo 28

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- Vamos, rápido, que he quedado, David.

- ¿Con?

- No te importa.

Llegamos a casa y sonó mi móvil.

Mi padre.

- Hola papá.

- Hola cielo, en media hora paso a buscaros.

- Eh... No, no. Escucha. - Me rasqué la nuca. - He quedado para cenar, llegaré tarde a casa. Solo tienes que recoger a David.

Bufó.

- Está bien. Llámame y voy a recogerte cuando termines.

- No será necesario. - Me estaba empezando a poner nerviosa, no me dejaba hacer nada sola, absolutamente nada. - Te llamaré cuando vaya de camino a casa, para que sepas que estoy llegando.

- Vale, pero no vayas sola. Un beso.

Colgué.

Me metí en la ducha haciendo que los músculos del cuerpo se me relajaran, de verdad que necesitaba más espacio respecto a mi padre, que desde lo de Izan, parecía entenderme un poco.

Salí del baño envuelta en una toalla, y del armario saqué unos jeans oscuros y una camiseta de mangas caídas azul con la frase Don't stop the party, me calcé unas botas bajas y volví al baño a peinarme y maquillarme un poco.

21:04.

Llamaron al telefonillo.

- ¡Es para mí, mamá! - Grité cogiendo el bolso. - Bajo. - Dije por el telefonillo.

Me monté en el ascensor y bajé las siete plantas. Thomas estaba apoyado en la puerta del portal con una camiseta negra y unos jeans claros.

- ¡Hola! - Dijo abrazándome.

- ¡Hola, perdido!

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Fuimos a la misma pizzería que la última vez.

- Hola, ¿saben ya lo que van a pedir?

Asintió.

- Una hamburguesa triple con bacon y patatas fritas. - Rió.

Lo anotó en la libreta.

- Yo una simple con queso, por favor.

- Bien, ¿y de beber?

- Coca-cola Light. - Pedí.

- Yo igual, no quiero engordar. - Dijo Thom sonriendo y entregando la carta a la camarera.

En cuanto se fue, nos echamos a reir.

- Claro, perdirte una Coca-cola normal te iba a matar, ¿no?

Asintió.

- No quiero arriesgarme a deformar este cuerpo. - Dijo con un acento pijo para después echarse a reir.

- Sí, será eso.

Me guiñó un ojo, y se le vió sexy... Muy sexy, creo que estoy sonando estúpida, pero con ese guiño podría derretir el Ártico.

- Hey, Atena. - Me llamó.

- ¿Sí?

- Que te has quedado embobada. - Sonreí. - Perdona. - Estaba pensando.

- ¿En qué? - Preguntó curioso.

• Holaa perdonad por no subir en un tiempo, pero quería también empezar con mi otra nove, que la podeis encontrar en mi perfil: ¿Con derecho a NO enamorarme? Vuelvo a decir que me gustaría que la leyerais.

P.D.: Caritas raras para todos!!!

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Inocencia como FelicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora