𝓡𝓸𝓬𝓴𝓼 𝓐𝓷𝓭 𝓣𝓱𝓸𝓻𝓷𝓼 // 𝓕𝓪𝓬𝓴

CAPITULO 49. El barranco.

Narrador POV.

Eran poco mas de las 5 de la tarde de un día Sábado. Un hombre que llevaba por nombre Henry caminaba por la calle polvosa que rodeaba un inmenso barranco. La calle había sido creada ingeniosamente para evitar el trafico en la calle principal y hacer una vía mucho mas rápida para llegar a varios destinos. Para muchos esa calle era un peligro; esta se componía por dos carriles (uno de ida y otro de venida) lo necesariamente anchos para dejar pasar todo tipo de automóviles o camiones, pero lo suficientemente peligrosa como para que cualquiera que condujera en estado de ebriedad o con un ligero sueño se desviara (para la izquierda o derecha) y fuera a caer a un profundo y oscuro barranco.

Pensándolo mejor; esa no era una calle ingeniosamente creada, mas bien era una calle de perdición y muertes.
Dado a los antecedentes de dicha carretera la mayoría de automovilistas la evitaban tanto como si fuera posible. Algunos que se consideraban aventureros o valientes se atrevían a ir en ella, debo decir que muchos de ellos ahora se encuentran bajo tierra gracias a su ego.

El hombre de unos 40 años de edad aproximadamente empujaba cuesta arriba un carrito de supermercado donde el llevaba sus posesiones mas sagradas. Pura basura dirían algunos, pero para ese hombre era su vida la que arrastraba con semejante trabajo. Todos en la ciudad de Miami lo conocían como "Henry el honrado", nadie que lo conociera a plenitud se atrevía a tenerle miedo o a apartarse justo cuando el pasaba en la acera o por la calle. Todos lo querían y lo consideraban buen hombre, pero ninguno de ellos se digna a darle mas de $0.25 centavos cuando el imploraba limosna.

Las ruedas rechinaban al ser empujadas por Henry, las cosas por dentro hacia ruido al chocar unas con otras, se veían las partículas finas de polvo que se levantaban al dar un paso mas hacia su destino.

La oscuridad empezaba a tomar su lugar y el frío se hacia sentir de a poco.
Las piernas del hombre se iluminaron por una luz tenue amarilla, el giro su cabeza para ver de donde provenía dicha luz que se acercaba mas y mas a el iluminando mas y mas su persona.
Puso su mano sobre sus ojos y los achino para poder ver bien, pero era inútil, el hombre a penas podía ver lo que había a mas de 1 metro de si. De pronto una nube de polvo rodeo al pobre hombre el cual empezó a toser por aspirar el polvo levantado cual humo de cigarrillo. "El humo del mundo" pensó el.

Al aplacarse un poco el polvo levantado por ese rápido auto pudo ver nada mas y nada menos que 2 luces rojas que se alejaban mas y mas del lugar con un fuerte cambio de velocidad.

"Que tanta prisa llevaba esa persona como para correr de esa manera en esta calle tan peligrosa e impredecible" pensó Henry luego de dejar de toser.
No se imaginaba que la persona dentro de ese auto tomo dicho atajo para poder llegar a un lugar especial, donde un pequeño niño de casi 5 años lo esperaba para poder disfrutar de una hermosa cena con amigos y familiares mas cercanos.
Un niño el cual lloraría toda esa noche y las demás por la perdida de un grandioso padre justo el día de su cumpleaños.

El hombre retomo su camino, empujando, haciendo pausas y volviendo a empujar su carrito hasta llegar a la sima de la cuesta, luego todo seria mas fácil para el ya que en la bajada se deslizaba como un niño de 8 años en su patineta a toda velocidad, con la diferencia que el tenia 40 y que su patineta era ese carrito oxidado y repleto de cosas inservibles.

A eso de las 7 pm Henry llego al punto mas plano de la carretera encontrándose ahí con el mismo auto que había levantado tanto polvo que el sintió los pulmones llenos de lodo por un largo rato.

Lo observo, se acerco a la ventanilla y puso sus manos al lado de sus cara haciendo una especie de círculo para poder ver a través de el vidrio polarizado.
No había nadie ni nada.