II - 16

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—¿Desde cuándo tocas piano? —le preguntó Joel a Rossi.

—Desde los trece —respondió ella, como de costumbre una sonrisa adornaba su rostro —. Amo hacerlo.

—El sueño frustrado de mi mamá es que aprenda a tocar piano —comentó vagamente riendo —. Deberías enseñarme.

—Cuando quieras.

Cayeron en un silencio cómodo. Él solo observaba como la chica con delicadeza movía sus dedos sobre las teclas y tocaba una hermosa melodía.

Inconscientemente Joel sonrió con ternura.

Se levantó e iba a dejarla sola cuando paro en seco y se volvió hacia ella —Rossi... ¿Me acompañas a tomar un café?

Gustosamente ella aceptó.




Entró a su departamento y fue directo a su habitación tirándose a la cama. No tuvo muchas clases, todo el día estuvo compartiendo con Rossi conociéndola más.

Cerró sus ojos. Era extraño.

Se suponía que no debería sentirse solo.

Hoy se cumplía una semana desde que se fue.

Miró el techo donde semanas atrás Erick pegó pequeñas estrellas que brillaban en la oscuridad.

Le extraña.

Extraña la sensación de acurrucarse con Erick y escuchar la suave sinfonía de su corazón latir cuando estaban demasiado cerca.

Sacudió la cabeza y suspiró mirando el lugar vacío a su lado, hasta que su teléfono vibro con una solicitud de facetime.

Emocionado agarró el aparato y contestó.

¡Joeeeeey! Te extraño.

Extrañaba tanto su voz y el tono infantil al pronunciar de esa manera su nombre.

—¡Hola, bae! —dijo sonriendo.

—Te extraño mucho —hizo un puchero ladeando su cabeza —. ¿Qué has hecho?

—No mucho —respondió, la cámara estaba posicionada para que pudiera ver lo que hacía Erick —, pero, ¿No crees que es un poco tarde para que juegues videojuegos?

Miró detrás de él y rodó los ojos —Así no me aburro. Mamá ha estado todo el día con mi abuelo —porque esa fue la causa de su viaje de improviso: Visitar a su abuelo que no ve hace diez años.

—Solo siete días más —dijo apoyando su cara entre sus manos.

Erick frunció el ceño mirándolo con preocupación —Tienes ojeras. Debes dormir, amor.

Joel bostezo frotándose los ojos —No, aún es temprano —trató de sonreír. Erick lo seguía mirando de la misma forma, suplicando que le dijera la verdad —... No he dormido bien, hace unos días nos dejaron un informe y me come vivo.

—No quiero hacer esto, pero, tienes que dormir. No quiero que te canses mañana en clase.

—Muy bien —sonrió —. Mañana te llamaré en mi receso.

Asintió —Te amooo.

—También te amo —respondió a la vez que Erick hacia una estúpida y graciosa mueca y cortó la llamada.

Volvió a tirarse a la cama; hablar con Erick siempre le hacía feliz. Tomó una chaqueta que le robo —o tomó prestada— del menor y la abrazo.

El aroma era tan familiar. Olía a casa, donde Erick pronto regresaría.    


falling for you || joerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora