III - 06

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Erick ríe cuando Joel entra a la habitación y deja un vaso sobre su mesita y salta sobre él bloqueando su vista de la televisión. Él toma la cara de Erick y deja un gran y descuidado beso en sus labios.

—Te amo —le recuerda todavía sosteniendo el rostro de Erick y sus narices se rozan.

—Yo también te amo —Erick tararea inclinándose hacia adelante para robar otro pequeño beso.

Erick sólo puede pensar en lo mucho que ama admirar a Joel; desea poder escuchar lo que piensa cada vez que lo mira porque siempre se ve tan feliz, tan atrapado en algo que Erick nunca puede ver en su reflejo.

—¿Pensativo? —preguntó el menor cuando Joel se quedó congelado mirándolo.

—Perdido en ti, quizá.

—Esta puede ser la parte en donde me citas alguna antigua línea de amor.

—Si alguna vez belleza vi, deseé que fuera un sueño sobre ti.

—No sirves como poeta —niega con una sonrisa amando como los labios de Joel nunca se alejan demasiado de los suyos.

—Te arrepentirás algún día de decir eso, esposito.

Los siguientes minutos los pasan en silencio acurrucados viendo el programa de televisión, y eso es lo que han llegado a amar de ellos. Él y Joel no tienen que estar continuamente bromeando o hablando; pueden simplemente estar solos en una habitación y hacer cosas completamente diferentes y disfrutar de la presencia del otro. Si puedes estar en silencio con una persona y conectarte en una forma no verbal, entonces es la persona para sentarte con ella para siempre.

—Deberías quedar embarazado.

Erick alzo la mirada y achino sus ojos —Llamaré al doctor.

Se removió de los brazos de su esposo para alcanzar el teléfono cuando Joel lo agarró del brazo y lo miró con un puchero.

—¡Oye!

—Debes tener fiebre Joel. Te dije que nunca comas la comida que hace Chris.

—Tú igual comiste.

—¡Lo sé!

Y ambos sólo pueden deleitarse con el sonido de sus risas.

El lunes por la mañana llegó pronto y Erick ya cumplía una semana trabajando en el edificio. Se felicito interiormente ya que estaba seguro de que metería la pata alguna vez.

Iba entrando a la oficina de Joel con la habitual taza de café en sus manos. Con cuidado de no quemarse daba pequeños pasos, sin embargo, no se dio cuenta de la alfombra mal doblada y tropezó causando que la taza cayera sobre el escritorio.

—No, no, no, no —murmuró agarrando los papeles entre sus manos, papeles ya hecho pedazos —. Joel me va a cocinar...

En una acción desesperada tomó el cesto de la basura y botó los pedazos, secó el escritorio con su chaqueta y dejo todo en su lugar. En su camino al basurero chocó su hombro con el de alguien más.

—Perdón —murmuró sin siquiera mirar.

—¿Necesitas ayuda?

Erick levantó la vista encontrando a otro chico —un empleado más— una sonrisa adornaba su rostro —Uh, sí, gracias.

Él le entregó una bolsa de basura y se quedó con la otra, ambos se dirigieron al basurero fuera del edificio. Una vez de regreso Erick le sonrió agradecido, estaba por irse cuando el otro lo agarró del brazo.

—¿Y quisieras salir conmigo algún día, Erick?

—Tengo un esposo celoso, lo siento —y a casi a tropezones entró al ascensor.

Mientras hacia el camino de vuelta a la oficina de Joel su mente no estaba en el porqué aquel muchacho sabía su nombre, lo importante allí era cómo le diría a Joel que derramo el café sobre sus papeles, y realmente estaba rezando que fueran cosas sin importancia.

Abrió la puerta lentamente, el mayor se encontraba revisando unas carpetas cuando lo vio.

—En la mañana deje unos papeles en el escritorio, ¿Los has visto?

Negó.

—Ya le pregunté a Lydia si acaso los tomó, nadie aparte de nosotros tres entra aquí.

—Derramé café sobre ellos —confesó demasiado rápido —, pero eran papeles sin importancia, ¿Cierto?

Joel lo miró con los ojos demasiado abiertos pasando las manos por su cabello —Esos papeles sin importancia, Erick, eran las estadísticas de la empresa que estuve haciendo durante un mes.

—¡Lo siento! Fue, fue un accidente. No quería, sólo me resbale y, y, y no sabía. Los tire a la basura, pero puedo ir a buscarlos y...

—¡Ya! —gritó y trato de tranquilizarse —. Sé que no fue tu culpa, veré qué hare. Quiero estar solo.

Y Erick obedeció en silencio. Sabía que Joel estaba molesto y mejor era no decir nada; el malestar en su pecho se hacía más grande y sintió unas tremendas ganas de llorar. Arruinó el trabajo de Joel, algo que le costó tiempo y noches de desvelo. Arrastro sus pies hasta su puesto y se dejó caer en la silla, puso sus manos sobre la mesa y escondió su rostro entre sus brazos.

La hora de salida llegó finalmente y en el camino a su departamento ninguno de los dos hablo; de vez en cuando Erick miraba a Joel quien mantenía sus ojos pegados en la carretera. Joel deja escapar un pequeño y feliz suspiro ante la idea de ya estar en casa.

Las puertas del ascensor se abren y el silencio se mantiene también cuando abren la puerta. Joel cuelga su abrigo y sin más se dirigió a la habitación.

Erick lo observa y sin pensarlo grita —¡Joel!

—¿Qué?

—Te amo.

—Yo igual, pero estoy molesto contigo —y con eso entró al cuarto.

Erick logra sonreír a pesar de que sentía culpa —bastante— le compensaría todo, sabía el nivel de frustración que tenía su esposo ya que ni siquiera notó que las cortinas blancas ya no estaban.

Minutos después él entra a su habitación, luego de cambiarse se acuesta y toma su computadora. Erick miró a Joel: estaba de espalda y soltaba leves ronquidos, volvió su mirada a la pantalla y tecleó: Casas de Adopción.


falling for you || joerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora