Escucho como se abre la puerta de mi cuarto y a pesar de que ya estoy bajo las sábanas intento esconderme un poco más. No tiene sentido, lo sé, pero ahora mismo solo quiero desaparecer.
-Hola fiera.- Zed se sienta en mi cama y empieza a acariciar a Selva.- ¿Cómo se encuentra tu dueña?
Me limito a gruñir mientras Zed intenta quitarme de encima las sábanas.
-Thea... llevas así desde ayer y no tenemos tiempo para esto. Tenemos que pensar en algo lo más rápido posible.- Me incorporo dejando ver mi rostro rojizo y mi pelo blanco de puntas rojas desordenado.- Gabriel está con Nau y Adam haciendo todo lo posible para ser más fuerte e ir a por su hermana, mientras tú estás aquí tirada. Lamentándote.
-No me estoy lamentando.
-Ah no, que va, perdóname, solamente estás llorando.
-Déjame en paz por favor. - Me vuelvo a tumbar pasando las sábanas de nuevo por encima de mi cabeza. Zed suspira.
-Te lo diré lo más claro posible Thea. Imagínate que fuera Misha quien la tiene ahora mismo, a la enana, a Ele. Cuando te encontramos estabas fatal y Naunet me ha contado todo lo que les hacen a los niños para conocer sus poderes, lo que te hicieron a ti. Los golpes, las palizas...- El chico hace una pausa, se le nota angustiado.- No sé quien tiene a Eleanor, pero sé que voy a hacer lo que pueda por encontrarla, con tu ayuda o sin ella.
Se levanta y sale por la puerta dando un portazo que hace saltar a Selva del susto.
En cierto modo Zed tiene razón, no puedo seguir así. Salgo de mi cuarto con ropa limpia y me dirijo hacia al baño para darme una buena ducha de agua fría, necesito aclarar mi cabeza. Termino de secarme el pelo y bajo las escaleras para reunirme con todos en el salón.
En el sofá me encuentro a Gab profundamente dormido, tapado descuidadamente con una gran manta de cuadros rojos y negros. Parece que estaba viendo Peter Pan y se ha quedado sopa.
Naunet, Zed y Adam aparecen por la puerta que conecta el jardín con el salón. Adam al ver al pequeño se acerca a éste.
-Voy a subirlo a tu cuarto Zed.- Dice Adam cogiendo a Gab en brazos y desapareciendo unos segundos más tarde por las escaleras.
-Al decirle lo de las hadas, se encabezonó en ver la película.- Zed apaga la televisión y me mira.- Me alegro de que te hayas levantado, voy a hacer unas compras al pueblo, no tardaré.
Al marcharse el único chico que quedaba en la sala, Naunet se deshace la coleta y se tira sobre el sofá cómo si de un peso muerto se tratase.
-Ya era hora...-Dice mientras la miro con cara de confundida.- Parecía que te habías muerto dentro de tu cuarto o algo.
-Estoy bien...
-Sabes... no me puedo imaginar por lo que estará pasando Gabriel. Ayer por la mañana estaban jugando tranquilamente y ahora...
Se veían muy felices jugando juntos, peleando, riendo... Lo primero que sentí después de estar días encerrada fueros los dos bracitos de Ele abrazándome cálidamente mientras no paraba de llorar. Se aferraba a mí como si yo misma fuera un espejismo.
Pestañeo y ya no estoy en el salón de nuestra casa. Es un lugar oscuro, de poca visibilidad.
-Wow...
Doy un respingo y miro a mi lado, Nau está a mi derecha inspeccionando todo lo que había a nuestro alrededor.
-Sé que esto es una de mis "comunicaciones" o "visiones", ¿pero tú qué narices haces aquí?- La miro extrañada.
-Te has sentado y has perdido más o menos el conocimiento así que quería saber qué pasaba. Recuerda que esto está dentro de tu cabeza así que puedo ver lo que tú estés viendo. Lo que no entiendo es cómo puedo haberme... ¿materializado?, no sé cómo explicarlo. Es la primera vez que me meto tan de lleno en los pensamientos de alguien.
-¿Estás tan acojonada cómo yo?
-Yep.- Nau me contesta mientras se agarra a mi brazo.
Dos chicas, "¿Diosas?", les da miedo la oscuridad.
Andamos durante unos cinco minutos por el gran pasillo que teníamos delante, con la ayuda de una bola de fuego con la que iluminábamos el suelo para no caernos ni tropezarnos. Llegamos hasta una gran puerta llena de jeroglíficos. Pasé mi mano por ellos, inspeccionándolos uno por uno. No sé porqué pero me siento como en casa al mirarlos. Me alejo un poco y la puerta se abre sola. Escuchamos unos pasos rápidos detrás de la puerta. En la oscuridad que todavía permanecía junto a nosotras.
"Thea enserio, esto no me gusta."
"Tranquila, sea lo que sea no puede hacer contacto con nosotras..."
"¿Estás segura de eso?"
No le contesto y avanzo hacia delante. Las últimas comunicaciones que he tenido han sido sin contacto físico alguno aunque en una de ellas Adam me besó la frente. No sé si estemos seguras o no, y también sé que estoy poniendo en riesgo a Naunet, pero tengo que averiguar qué es esto.
"Bueno Thea, si estás tan segura te sigo, pero como pase algo te juro que te mato si no lo ha hecho nadie o nada antes que yo."
Atravesamos toda la sala llegando a lo que parecía una gran obra de arte, la conozco, la vi al llegar a la pirámide, en el despacho del hombre mayor que recogió mis datos.
-¿Y este bicho que será?- Le señalo a Naunet un híbrido entre extraño formado con partes de cocodrilo y otros animales que me cuesta identificar a causa de la poca visibilidad que hay.
-El hombre de la izquierda es Anubis y ese "monstruo" se llama Ammyt. El devorador de corazones.
Unos pasos hacen que nuestras miradas intenten buscar en la oscuridad la causa de ellos. Los pasos cesan y unas luces comienzan a llenar el cuarto. En las columnas, unas antorchas relucen dejando ver la habitación grande y vacía en la que nos encontrábamos. Esta llena de jeroglíficos excepto la pared del fondo en la que se encuentra la imagen.
Miramos al frente todavía agarradas la una a la otra. Una criatura está sentada frente a nosotras y a su lado la pequeña Ele con ojos de sorpresa.
"Ammyt, Ele..."
Antes de que pudiéramos acercarnos más a ellos la pequeña alza una de sus manos y unas enredaderas empiezan a brotar y ahogarnos, siento cómo mis ojos se van cerrando poco a poco. Antes de cerrarlos logro ver algo en el cuello de Ammyt, el collar de mi padre.
-¿Sel...va?
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Denki (Electricidad)
Fantasy¿Que pasaría si un día despiertas y tienes poderes? Acompaña a Thea, una chica con una vida normal, o eso creía ella, hasta que empezaron los sueños extraños. Una vez comenzaron las pesadillas, su vida se desmoronó. ...