Capítulo 21

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Una vez que entró al hospital donde habían trasladado a Alice corrió detrás de los paramédicos que arrastraban la camilla con la chica hacia urgencias, y se sintió gran parte estúpido porqué no sabe qué hacía allí.

Alrededor de una hora transcurrió y él ni siquiera llegó a ocupar una silla debido a los nervios. Nunca antes había presenciado algo así, no había estado tan cerca de una persona que se encontraba al borde de la muerte y eso es lo que en sí lo ponía más nervioso.

—¿Buenas noches? —una señora le sonrió con cordialidad al otro lado de la barra.

—Necesito información acerca de una paciente que ingresó no hace mucho... una o dos horas, más o menos.

—Oh sí, ya sé de quién hablas pero lamento decirte que aún no manejo información de su caso. Tendría que esperar que el médico de guardia salga a dar noticias. ¿Es usted pariente?

No halló a dónde mirar ante esa pregunta. ¡vete de aquí, sal de ahí antes de involucrarte más! gritó su subconsciente y negó lentamente para la señora.

—No lo soy. Presencié el momento en que sucedió todo, y me entra curiosidad no saber qué sucedió con ella —mintió— pero gracias, esperaré entonces al doctor.

La mujer lo miró con aires de desconfianza y continuó tecleando en el computador. Geoffrey recordó que su madre lo esperaba en casa, si acaso seguía allí, y también a su mente llegó Beatríz. Caminó hasta la salida del pequeño hospital y en ese momento visualizó a un hombre vestido de azul conversando con la señora de la barra.

—¿No ha dado con la identidad de la señorita que acaba de ser atendida? —alcanzó escuchar—. Necesitamos a algún pariente que pueda hacerse cargo de los trámites de la hospitalización y otros recursos que necesitará la joven.

—No doctor. ¿Cómo está la joven? Necesito esa información para hacer el registro.

Geoffrey dejó de prestar atención al momento en que algunas personas entraron al centro médico y por sus vestimentas supo que se trataba de algún hospital religioso. De hecho, al fijarse en la mujer del escritorio notó que estaba vestida como una, bueno, no como una, sino que se trataba de una monja.

El doctor intercambió algunas palabras con la mujer y segundos después se dirigió a un pasillo.

—¿Cree que mejore pronto? Sinceramente doctor, cuando la vi entrar en esa camilla pensé que su historia sería otra.

—Así es María, gracias a Dios está estable pero aún hay algo que me inquieta sobre su estado y lo descartaremos con la tomografía.

Chequeó algunos aparatos conectados a su paciente.

—Acá está la orden firmada por mí, a más tardar dentro de una hora vendrán por ella para hacerle los otros exámenes.

—De acuerdo doctor. Pasaré la actualización de su estado al sistema.

(...)

Se hallaba corriendo en medio de la solitaria carretera, no tenía algún destino, simplemente corría y corría. El llanto de un bebé la alertó y detuvo sus pasos mirando su alrededor con cierto temor a la vez que hacía puños con el vestido de color esmeralda que llevaba.

—Hija...

—Hija...

Dio la media vuelta viéndose envuelta en una nube de neblina.

—¿Mamá? —su voz era un eco.

Sus nervios aumentaron al momento de ver a las únicas dos personas importantes en su vida tiradas en el frío asfalto.

—¡Mamá! ¡Papá! —gritó desgarradoramente y se tiró a un lado cubriéndose el rostro.

Escuchó voces a su alrededor y su cuerpo dolía como si una docena de camiones le hubiesen pasado por encima. Su abdomen dolía, sus brazos dolían y su cabeza dolía mucho más que sus otros miembros.

—¿Me escuchas? Jovencita, ¿está escuchándome? —un enfermero acercó su rostro y tiró de sus parpados— si es así, háganoslo saber.

—Tenemos los resultados y temo que no son como esperábamos —añadió el doctor entrando a la habitación.

Alice (Prince Royce)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora