Capítulo 14

138 19 1
                                    

—¿Vamos al fin del mundo?

—No, pero puedo darte un atajo derechito al infierno si no te callas de una vez.

—Esto luce horrible. Árbol por aquí, árbol por allá —refunfuñó Geoffrey sin parar de caminar esquivando algunas rocas.

—Si hubieses hecho lo que te pedí de desviarte al momento que te dije, no habrían disparado a una llanta —su tono de voz sonó rudo.

—¿Ahora qué?

—Conozco hacia donde voy. Cállate y sigue caminando, o bien, vuelve y deja que esos tipos acaben contigo. Me harían un favor —añadió y al igual que él esquivó algunas ramas y rocas.

Anoche después de haberse desviado varios disparos impactaron en el auto, fue en ese momento cuando Geoffrey entendió que no valora las cosas que realmente tiene a su alrededor. Puede tener fama, dólares y una prometida grandiosa pero hay algo que va más allá de eso. Ha vivido durante mucho tiempo envuelto en una burbuja entre conciertos, fanáticas y viajes.

Para la suerte de ambos una de las balas terminó en la llanta, y no en uno de ellos como lo llegaron a imaginar. A su vez, desafortunadamente les tocó bajarse del mismo y caminar durante toda la noche en medio de árboles y sonidos nocturnos para estar lejos de Bruno y de sus hombres.

Para Alice todo era una especie de flash back lo acontecido la noche anterior. Pudo sentir el mismo miedo de morir sin antes intentar al menos verla una vez más. Esa era su única razón para no querer estar en la cárcel, prefería ser la prófuga hasta que al menos logre su objetivo. Alzó la mirada encontrando esa vieja cabaña a unos cuantos metros de ellos, rodeada de horribles árboles. Miró de reojo a Royce, dándose cuenta de los ojos rojos del chico y sabía a la perfección que toda esa situación lo estaba afectando. Ella misma conocía lo que es sentir ese tipo de miedo, de adrenalina, ella lo entendía ahora mismo ya que hace mucho tiempo pasó por lo mismo.

—Servirá para pasar el día de hoy.

—¿Aquí? —miró horrorizado la casa de madera que parecía estar por caer en cualquier momento.

—Sí, aquí, y ya que pareces ser un chico fresa, puedes darte una ducha. Tienes dónde —desvió su mirada y Royce hizo lo mismo para encontrar un río con una corriente serena.

—No, no, no ¡y no! quédate tú. Yo, yo me voy de aquí. No pienso pasar una hora más aquí rodeado de árboles y posibles reptiles. ¡¿Y sabes qué?! ¡Ya no te tengo miedo! —gritó, escuchando su eco segundos después—. No tienes un arma con balas en tu poder, y creo saber a qué le huyes y el porqué me tienes así forzado a estar a tu lado. Estás huyendo de tu esposo ¿verdad?

Alice se cruzó de brazos y alzó una ceja ante la valentía del chico de soltar esas palabras.

—No chiquillo, ese tipo no es mi esposo ni quisiera tener a uno como él —la simple idea le dio náuseas.

—Porque nunca nadie quisiera tener a una mujer como tú a su lado. Ni el más solitario de los hombres.

—Puede que tengas razón y estoy bien así sin imbéciles que sólo piensan en tener sexo porque creen que eso es todo en una relación. De todos modos, puedes irte pero déjame decirte que si Bruno logró ver tu rostro, eres hombre muerto —y con eso dio la vuelta dispuesta a entrar a lo que sería su refugio por unas horas.

Alice (Prince Royce)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora