Capítulo 23

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—Los dejo a solas —añadió quien le daba la terapia, y lo miró—. Luego me gustaría hablarle acerca de su situación.

No entendía nada.

Observó fijamente a la morena que se veía físicamente descuidada: ojeras, pálida, con algunos hematomas, labios resecos y su cabello muy diferente. Sentía que había pasado mucho tiempo cuando sólo fueron cuestión de días.

—No sé qué hago aquí. Tal vez quería asegurarme de que estés bien, y ya que lo sé debo irme.

Le impactó verla así. Era un chico muy nervioso, verse en esa situación lo hacía sudar frío y comenzó a jugar con sus dedos.

Cuando estaba dispuesto a dar la vuelta e irse, Alice emitió un sonido desde lo más profundo de la garganta y eso lo hizo sentir peor.

—No, no puedes hablar —dijo apenas audible.

Se sintió helado al recordar todas esas cosas que con valentía ella llegó a decirle. Acortó la distancia y cuando hicieron contacto visual, notó los ojos de la chica rojos y en cuestión de segundos varias lágrimas humedecieron sus mejillas.

—Él es la pareja de Milagros, doctor.

La señora que lo atendió volvió a la habitación en compañía.

—Mucho gusto, soy Peter y soy el neurólogo encargado del caso.

—Doctor, la paciente se ve muy alterada —comentó alarmada—. Milagros, cálmate preciosa. Será cuestión de días para que vuelvas a casa para una pronta recuperación. Hey, cálmate.

—Pediré que le inyecten algunos calmantes.

—Se ve muy afectada emocionalmente doctor. Desde que despertó no se había puesto de esa manera.

—Es normal ante un reencuentro.

Una de las enfermeras entró, pasó algo más a la intravenosa y en menos de cinco minutos sus ojos se cerraron.

—Me gustaría hablar con usted.

—Todos están equivocados, yo no soy...

—Entiendo. Sol lo presentó como su pareja, aunque tal vez sea su ex y debo decirle que la joven le estará agradecida de por vida. Sus días acá en el centro médico están por terminar y el resto de su recuperación será desde casa.

—¿Por qué no puede hablar?

El doctor suspiró.

—Cuando llegó, realmente estaba muy, muy grave y con un fuerte golpe cerebral. A las horas descartamos que presentara alguna hemorragia interna en esa zona pero aun así estaba muy inflamada, lo que causó una conmoción —chequeó los aparatos que daban detalles sobre los latidos cardíacos—. Tuvimos que inducirla a un coma de tres días o las consecuencias serían mayores. Lleva así alrededor de cuatro días desde que despertó. No es de que angustiarse porque lo peor ya pasó pero es normal que haya olvidado el funcionamiento de ciertas cosas.

—Ella, ella parece estar en otro mundo.

—Pero no lo está. Es consciente de todo lo que sucede a su alrededor y puede oír a la perfección.

—Ha de ser difícil estar así.

—Lo imagino, solo ella sabe qué tan difícil es —hizo una mueca—. Pasado los días fuera de sedantes realizaremos otra tomografía y para ese entonces ella ya deberá poder mover sus extremidades, aunque sea con ayuda de una sillas de rueda.

El teléfono sonó desde su pantalón, al sacarlo visualizó que se trataba de su prometida y se disculpó con el señor para ir a atender.

—¡Cariño! —chilló— a qué no sabes, me sentí mal cuando estaba llegando a casa y fui a hacerme una prueba.

—¿Prueba, de qué?

—De embarazo, baby —suspiró—. Me da mucho nervio ver el resultado. ¿Podrías venir? Temo que si lo hago sola me desmayaré.

—Estaré llegando en hora y media a tu casa.

Alice (Prince Royce)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora