Alice caminó alrededor de la sala mientras recorría su vista en aquél gran espacio. Se encontró con que en una mesa habían unos cd's sin identificación y pensó que se distraería con eso mientras pensaba en algo para que las autoridades no dieran con ella.
—¡Puedes quitarme estas cosas!
Escuchó a Geoffrey quejarse mientras se acercaba a ella.
—No me veas la cara de estúpida, imbécil. Además no seas tan llorón y bruto, si intentas quitarlas te lastimarás más.
Sonrió al verlo con los brazos hacia atrás y esposado, aunque lo más cómico era saber porqué él guardaba unas esposas en uno de los cajones.
—¿Qué haras con eso? ¡No hurgues en mis cosas! —protestó mientras intentaba zafarse.
—Busco algo con qué entretenerme y escuchar música es una buena idea.
—Puedes escuchar ese —desvió su vista a uno que estaba sobre la mesa—. ¡Así sabrás quién soy y podrás soltarme!
—Veamos quién eres y no para soltarle, sino para sacar más provecho de ti.
Introdujo el cd en el reproductor y segundos después comenzó la pista de la canción. Se lanzó al sofá para dedicarse de lleno a escucharla mientras él intentaba quitarse las esposas, cosa que sería imposible.
Cuando la canción finalizó comenzó a reír; él pensó que su risa era bastante contagiosa y por tal rió también, lo hizo hasta que sintió su estómago doler un poco.
—¿Pensaste que soy idiota? —dejó de reír y lo observó— ¡claro! Pongámosla a escuchar esta canción y creerá que soy yo.
—¿Qué? —intentó zafarse nuevamente consiguiendo lastimarse más.
—Queso... —culminó ella.
Salió de la sala y se dirigió a la cocina dejándolo esposado en aquella mesa. Buscó algo para cocinar y dio con unos huevos, quesos, algo de pan y algunos vegetales. Quiso ingeniárselas, hace mucho tiempo no comía algo bueno hecho por sí misma.
Cuando terminó todo aquello la cocina era un desastre: las ornillas cubiertas de aceite, cáscaras en el piso y trozos de vegetales. Colocó todo sobre la mesa y ocupó una silla.
—¿Apeteces comer algo?
—¿No le has echado veneno?
—¿Crees que me gustaría envenenarme a mí misma? —lo miró incrédula— te equivocas.
—Estás loca y eres capaz de cualquier cosa.
—Tienes razón. Soy capaz de meterte una zanahoria en tu boca si no te callas de una vez.
—Tengo hambre.
—Espera a que yo coma y te la daré.
—¿En serio?
—¿En serio, qué?
—¿Me tendrás secuestrado en mi propa casa?
—Me gustaría poder soltarte pero no me fío de ti.
—No haré nada. Además eres tú la que tiene esa arma en su poder.
Finalmente terminó accediendo y lo soltó con precaución. No apartó la mirada de él ante cada movimiento que hacía. Se sentó frente a ella después de haberse servido la comida y probó lo que preparó, inmediatamente se arqueó y echó en el plato lo que había probado.
—¡Asqueroso! —gritó la chica haciendo una mueca.
Se levantó y miró asqueada su plato.
—Asqueroso es esto que has hecho. ¿Qué rayo es?
—Vegetales, queso y huevo...
Se encogió de hombros.
—¿Dónde has leído esa receta? ¿En serio? —limpió la comisura de sus labios— ¿echarle la clara de huevo a los vegetales y queso, si tan siquiera cocinarlo? —se levantó también— ¿acaso tu madre nunca te enseñó a cocinar, niña?
Ella marcó su mano en la mejilla del chico.
—¡Con mi madre no te metas imbécil! ¿Quedó claro? —hizo puños ante la frustración de haber recordado a su difunda madre.