Royce esperaba que realmente eso haya funcionado ya que era lo único que se le había ocurrido. Hizo la B tal cual la había visto en el tatuaje, con suerte si los de seguridad eran listos se darían cuenta de la señal.
-Esa rubia no paraba de mirarte, eh. Si realmente fuera tu mujer le habría sacado los ojos -escuchó decir a Alice mientras se dirigían a otro piso.
-Lo dudo, porque nunca, nunca estaría con una mujer como tú.
-Te mearías todas las noches si te tocara dormir con una mujer como yo.
Prefirió no responder a ese comentario y continuaron su recorrido pasando desapercibidos entre las personas que caminaban a esa hora.
-¡Mami! -una pequeña corrió en su dirección y ella se quedó inmóvil observando la escena, hasta que otra mujer apareció en su campo de visión y alzó a la pequeña.
Cerró los ojos intentando no mostrar su debilidad en ese lugar. No podía, no ahora. Pero demasiado tarde cuando unas lágrimas bajaron por sus mejillas.
-Es una niña. Una babosa que llegó para arruinar nuestros planes.
-Jefe, ¿ahora qué hacemos? -un hombre se acercó a ellos cargando a una bebé de apenas hace minutos de nacidas en brazos. La misma lloraba sin cesar, logrando irritar a todos.
-Hm... -soltó en medio de un jadeo, abriendo lentamente sus ojos y sintiéndose perdida-. ¿Dónde... Dónde estoy?
-En el almacén, pero tú puedes llamarle infierno porque es lo que vivirás a partir de hoy.
-¿Dónde está? -observó su alrededor-. Quiero verlo... por favor... déjame verlo...
-Jefe, la babosa no para de llorar y realmente nos está irritando. ¿Qué hacemos? -interrumpió entrando nuevamente en la habitación cargando asqueado a la bebé.
-Niña, es, es una niña... -sonrió en medio del dolor- déjame verla...
El hombre miró a su jefe debatiéndote entre si acercar a la niña o esperando alguna orden que implicara alejarla.
-Mírala bien, mírala bien porque será la única imagen que guardes en tu memoria de esta mocosa. Y tú, una vez que la vea te espero en el auto.
-Sí, jefe. También el doctor llamó e informó que llegará en unos minutos.
-¿Doctor? ¡¿Doctor?! -alzó la voz- ¡¿Me ves herido o algo así?! ¡No! Dile a ese jodido doctor cuando llegue que se largue, o sino serás tú quien gaste una bala en él. Ella está perfectamente bien ¿no la ves? en unas horas estará bien y aquí no habrá pasado nada ¿entendido? ahora has lo que te dije -se retiró del cuarto dejándolos solos.
-Aquí esta tu bebé. Es preciosa...
-Es mi hija -sonrió débilmente-. Prometo cuidarte siempre mi amor. Eres lo único que tengo, y sabré cuidarte mucho, por siempre.
-No es bueno que te emociones. El jefe no piensa dejarla aquí, ¿y sabes? es mejor. Es mejor que no crezca rodeados de personas como nosotros, será mejor que crezca con buenos ejemplos y como lo que es: una princesa.
La chica sonrió en medio de tanto dolor y debilidad para luego inclinarse un poco. La bebé se removió incómoda sin parar de llorar y ella se sintió mal por no saber qué tenía; ¿frío? ¿hambre?
-Confío en ti, bestia, confío en que dejarás a mi hija, en buenas manos. Cuídala en el trayecto que estés con ella, por favor. Cuídala...
-Lo haré, Alice. Lo haré.
Y eso fue suficiente para sentirse un tanto conforme en ese momento. No quería alejarse de su hija, pero estaba realmente mal y las drogas que le habían suministraron horas antes no ayudaban de a mucho. La última imagen que vio antes de caer sobre el viejo y sucio colchón, fue esa que guardará por siempre en su corazón para recordarle lo mala madre y miserable que fue: a su hija siendo alejada de su vida, tal vez, para siempre.
-Chica ¿se encuentra bien? -una chica de unos quince años le preguntó sacándola de ese mal recuerdo. En parte le agradecía, pero por otra ¿por qué preguntaba si estaba bien si no es así? ¿acaso no notó sus lágrimas?
-Sí. Sí estoy bien -ladeó su cabeza y secó sus lágrimas aún abrumada. Miró a su alrededor dándose cuenta que el chico no estaba junto a ella. No estaba y eso comenzó a desesperarla.
Se alejó de la chica corriendo y buscando con la mirada a un chico vestido completamente de negro.
-Qué mujer más rara... -se dijo a sí misma la chica y se encogió de hombros para luego dar la vuelta e irse, pero varios hombres de seguridad la detuvieron.
-¿Ha visto a esta chica? -mostraron una fotografía capturada de uno de los vídeos de seguridad. En ella se veía Alice frente a la cámara sonriendo, una de las tantas sonrisas falsas que dejó en la tienda para convencer a la mujer.
-Sí, estaba acá hace unos segundos.
-Gracias -uno de ellos sacó una radio e intercambió unas palabras.
Con Royce, el mismo logró alejarse de ella cuando notó que estaba en su mundo. Fruncía el ceño sin dejar de mirar un punto cualquiera del centro comercial y no desaprovechó la oportunidad de dejarla en medio de su caos. Corrió hasta el estacionamiento, todavía pasando desapercibido entre los presentes y revisó los bolsillos de su pantalón en busca de la llave. Se sentía aliviado, libre, y aunque sabía que no debía volver a su casa, al menos no estará más al lado de esa mujer.
Lo que hizo en la tienda parecía haber funcionado ya que muchos hombres de seguridad estaban en el estacionamiento. Le agradecería de por vida a esa rubia por no haber ignorado su nerviosismo.
Palideció cuando la puerta de su deportivo se abrió, y en el interior se encontraba una Alice sonriendo sin dejar de apuntarlo con el arma.