Capítulo 32

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Beatriz caminaba los pasillos del bodegón mirando los anaqueles mientras su cuñado se encargaba de dejar en la cesta algunas botellas de cervezas para pasar el resto del día. La rubia fijó sus ojos en el área de dulces y sonrió entusiasta para luego dirigirse a ese pasillo.

Alcanzó varias barras de chocolates, y en ese momento alguien se paró a un lado.

—¿La puedo ayudar en algo? —una voz masculina la hizo alzar la cabeza, encontrándose con un hombre bastante robusto.

—No, gracias —sonrió para lucir amable y giró con la intención de alejarse, pero el mismo hombre la detuvo agarrándola con bastante presión por su antebrazo—. ¡¿Qué le sucede?! ¡Suelteme!

—Has mentido, preciosa. Sí sabes dónde se esconde...

Para ella todo tuvo sentido en ese momento, y su piel se erizó inmediatamente. Ese tipo también buscaba a aquella mujer de la cual ella no había tenido más noticias.

—¡Suéltame! —forcejó con él inútilmente, ganándose un apretón más fuerte.

Algunos empleados del lugar se percataron de la situación, por lo cual se acercaron al momento en que él le dedicó una mirada bastante amenazadora a ella para luego alejarse a pasos rápidos.

—¿Está bien? —preguntó uno de ellos.

Estaba en modo de shock. No entendía nada del porqué ya era la segunda vez que cierto hombre se acercaba a ella para amenazarla.

—¡Bea! ¿qué sucedió? —Nathaniel se acercó bastante angustiado.

—Vámonos de aquí —fue lo único que dijo tras un rato de silencio.

No alcanzaron a culminar las compras, Beatriz quería irse rápidamente de ese lugar y su cuñado aún sin entender el porqué la guió hacia al otro lado de la calle donde se encontraba el auto estacionado.

—Intenta calmarte, Bea. No es sano para el bebé ni para ti que estés así de alterada —pidió él a la vez que encendía el motor—. Nada más escuché tus gritos. ¿Qué sucedió?

—¡¿Me pides que me calmes y luego preguntas qué diablos me sucede?! —gritó. Pataleó sobre el asiento y jaló su cabello frustrada.

—Mantén la calma ¿si? por favor.

Para cuando llegaron a la casa ella fue la primera en bajar con prisa del auto y correr al interior de la misma, él a diferencia entró con calma pero con mucha confusión de por medio.

—¿Tan pronto han llegado? —preguntó Shanelli entrando a la sala luciendo un bikini. Miró cómo la prometida de su hermano la ignoró y volteó los ojos—. ¿Por qué tan rápido? ¿Dónde están las botellas? —cuestionó esa vez a su hermano.

Beatriz llegó a donde su prometido se encontraba sentado y con prisa corrió a abrazarlo con fuerza.

—Bea, ¿pasa algo? —cuestionó sin entender su comportamiento pero de igual manera correspondiéndole el abrazo—. Luces alterada.

—Royce, prométeme que pase lo que pase, no te alejarás de mi ni me dejarás sola, por favor.

—¿A qué viene eso?

—Solo prométemelo.

—No te dejaré sola, Bea, no estarán solos.

(...)

La morena se dirigió hacia la puerta cuando escuchó varios golpecitos en la misma y abrió para encontrar el pasillo del edificio vacío. Pensó en avanzar un poco más, pero el miedo que invadió su cuerpo en ese momento no se lo permitió. Retrocedió al interior del apartamento y justo en ese instante, el sonido del ascensor la alertó.

Royce salió de la caja metálica, luciendo fresco y relajado, eso hasta que la notó de pie en la puerta.

—¿Hola? —habló él con el ceño fruncido.

A ella se le hizo extraño mirarlo después de varios días, ese cosquilleo en su vientre apareció y tragó fuerte el nudo que se formó en su garganta. 

—¿Has tocado antes?—fue lo único que preguntó segundos más tarde.

—No, como has visto, vengo llegando. Tal vez han tocado para dejar eso —se fijó en una caja de color blanca a un lado de la puerta—. Entremos —dijo luego de agarrarla.

—¿Será para mi?

Él se encogió de hombros.

Se dispuso a abrir la caja con calma. Desamarró el nudo del lazo cuidadosamente y después quitó la parte de arriba de la misma para soltar un grito y sobresaltarse al ver lo que había en su interior.

—¿Qué sucede?

Alice se echó hacia atrás conscientemente y como modo de protección. Esa cosa con pelos, de color negro y con unas largas patas lograron asustarla.

—Qué mierda —habló él al mirar también e intentó mantener la caja cerrada manteniendo una distancia prudencial.

—¡Es espantoso! ¡Realmente lo es! ¿Por qué lo has hecho? ¡¿Por qué has dejado esa caja allí?! —gritó al borde de la desesperación.

—Hey, mírame —pidió él suavemente—. Yo, yo no he dejado eso allí en la entrada.

—¿Entonces, quién?

—Tal vez sea alguien que disfrutaría mucho ver tu reacción al momento de abrir ese paquete.

MARATÓN 1/3

¡Aquí tienen el primer capítulo del maratón que les comenté!

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⏰ Última actualización: Oct 03, 2018 ⏰

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Alice (Prince Royce)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora