Habían pasado casi dos meses desde que Sandor Clegane se había convertido en su escudo juramentado, y ni siquiera Jon podía tener dudas respecto a él. Cumplía con su cometido, participaba en el entrenamiento de los hombres y no había tenido un solo problema con nadie. Parecía que las cosas en Invernalia comenzaban a recuperar toda la normalidad que era posible.Los banderizos habían partido hacia semanas, y era el momento de buscar más aliados. Jon se marcharía en unos días junto con Lord Glover para tratar de ganarse a algunas casas indecisas y tenía una misión para ella también.
Lord Baelish, que había vuelto al valle para ocuparse de los asuntos de Robert, había enviado un cuervo a Jon. Visitaría Invernalia con algunos de los caballeros del valle. Los recusadores querían ver por si mismos al Rey en el norte antes de apoyar a nadie, y por supuesto, Petyr no había podido negarse.
Necesitaban a los señores del valle en su bando, y Jon sabía de sobra, que Sansa poseía cierta influencia sobre meñique. Toda la que alguien pudiese tener sobre él... Debería emplearse a fondo si pretendía crear la ilusión de estar dispuesta a jugar al juego de meñique. Si no lo hacía, todo estaría perdido.
Sansa no le había contado nada a Sandor sobre cómo había llegado a casarse con Ramsay, pero él no era estúpido. Había pasado suficiente tiempo en la corte como para saber que alguien había orquestado ese matrimonio, y solo había un candidato para tal atrocidad. Desde que supo que meñique estaría allí, había sustituido sus ocasionales sonrisas por su semblante más adusto.
Peleaba con rabia en los entrenamientos y estaba poco hablador en general, aunque no con Sansa. Siempre se mostraba atento y amable con ella. Había aprendido su lección, y parecía que no tenía intención de repetir sus errores. Cabalgaban a solas muchas mañanas charlando sobre cosas banales. El día anterior, Sansa había fingido torcerse un tobillo caminando mientras él abrevaba a los caballos. Cuando fue corriendo hacia ella para levantarla, le había tirado una bola de nieve y había reído hasta llorar al ver su cara. Él también había reído. Y era una risa sincera. No recordaba haberlo hecho desde que era un niño muy pequeño. Podría haber dicho en ese momento que era feliz. Pero después, la sombra de meñique volvía a planear sobre ellos.
El día que Petyr llegó. Le dedicó la sonrisa más envenenada de la que hubiesen sido testigos los siete. Para meñique, Sandor era un estorbo. Un inconveniente en sus planes. Pero él era un especialista en lidiar con los inconvenientes.
Llegó con una información valiosa y extrañamente oportuna. Randyll Tarly estaba en el norte. La voz de que Sandor seguía vivo, había corrido como la pólvora, y Cersey había puesto precio a su cabeza de nuevo. Quinientos dragones de oro a quien le entregase la cabeza del perro. Como no había obtenido lo que quería. Había enviado a Lord Tarly en su busca. Era la oportunidad perfecta para deshacerse de un valioso aliado de los Lannister. Había pensado en todo. Sandor iría allí, acompañado por cincuenta hombres del valle y darían muerte a Lord Tarly y a sus hombres. Dos pájaros de un tiro.
Cuando Jon se lo contó a Sansa, no pudo evitar reírse. ¿En serio meñique pensaba que era tan estúpida? Ella no, pero quizás Jon sí. Aun no sabía de qué era capaz meñique.
-Sansa, sé que parece una trampa, pero es una buena oportunidad. Tarly no tiene ni la cuarta parte de esos hombres. Les aplastarán, y después podrá regresar aquí con una victoria. Lord Glover se ha mostrado de acuerdo con el plan.
-por supuesto que sí. Lord Robett y meñique desean lo mismo. La cabeza de Sandor en una pica...
-Sería una prueba irrefutable de su lealtad
-Ya ha dado pruebas irrefutables de su lealtad Jon... no le envíes a una muerte segura...
-No se trata de lo que queramos. Esto es una guerra, y todos debemos hacer sacrificios...
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El rey de la noche
FanfictionVientos frios llegan del norte, pero entre tanta oscuridad y muerte, un sentimiento fuerte se alza...