Segunda parte Capitulo 12

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Dany aún sentía las palabras del mensajero retumbando en sus oídos. Le había hecho repetir su historia tres veces, en busaca de algo que se le estuviese escapando, pero el mensaje era claro. Los yunkios habían atacado desembarco del rey y habían sitiado la fortaleza roja. El soldado era parte del contingente que Tyrion había enviado a Aguas dulces para ayudar a Sansa. Había galopado sin descanso hasta llegar para avisar a la reina y ahora, ella no sabía qué hacer con aquella información. Las tropas del reino estaban diseminadas a lo largo del continente y solo entonces entendió la inteligencia de la jugada. Habían fragmentado las fuerzas para dejar desprotegidos todos los frentes y ellos habían caído en la trampa.
Dany caminó por el castillo, nunca había extrañado tanto a Jorah como en ese momento y se sintió otra vez como si fuese una niña de doce años a punto de ser vendida a un señor de los caballos. Entró en la habitación de Sansa y la encontró peinándose frente al espejo. A pesar de la cicatriz que ahora cubría su cuello, estaba realmente hermosa.
- ¿Qué haces levantada?
-Vos partís al sur majestad, y yo, hacia el norte. Aguas dulces, es ahora tan seguro como cualquier otro lugar del reino, y debo volver a mi hogar. Ser Ollie y lo que queda de mi guardia nos escoltarán hasta Invernalia, también algunos de los hombres de mi tío se han ofrecido a acompañarnos. Si os parece bien majestad.
-por supuesto, pero ¿estaréis bien?
-Majestad. Debo volver a mi hogar. Mis hijos deben estar allí. No deseo otra cosa. Si he de morir, quiero descansar junto a los huesos de mis padres, aunque, para seros sincera, no tengo intención de hacerlo sin luchar. Y tampoco pretendo que sea pronto. Sé que vos me comprendéis.
Dany asintió con una sonrisa. Desde luego que la comprendía.
-Partiré de inmediato. Pedidme cuanto necesitéis. Y Sansa... ten cuidado.
-Lo haré majestad. Ganad.
La reina se acercó a Sansa y ambas se abrazaron antes de que Danny se marchase. Las palabras de la guardiana del norte habían despertado en ella un sentimiento dormido desde que conquistase el trono de hierro. Tenía sed de victoria.
Unas horas después, Dany atravesó las puertas del castillo. Drogón estaba devorando una cabra cerca de donde había estado el asentamiento de Euron y Danny le acarició antes de subir sobre él. Sintió como el calor le recorría la piel y susurró unas palabras al oído de la enorme bestia negra. Inmediatamente, Drogón barrió el campamento con su aliento de fuego y tan solo unos minutos después, todo rastro del sitio, se había reducido a una capa humeante de cenizas.
-Volvemos a casa. - El dragón levantó el vuelo y se perdió en el cielo oscuro.Jon estaba cansado. Habían avanzado toda la noche y todo el día. Ya estaba anocheciendo cuando decidieron parar. Montaron un campamento con lo imprescindible. No querían llamar la atención, y había pasado de extrañar la confortable cama de su cámara en Desembarco del Rey a extrañar la litera de su tienda en el campamento. Ya casi había olvidado lo que era pasar una noche a la intemperie en el norte... hacía muchos años de sus tiempos de hermano de la guardia de la noche.
Cenaron en silencio, apretujados cerca del fuego y durmieron como pudieron, aunque era difícil. El frío era un enemigo silencioso; podía llevarte en mitad de la noche sin dar el más mínimo aviso, así que, la mayoría de los hombres se despertaban constantemente.
El día siguiente llegó demasiado pronto, la niebla les acompañó durante toda la jornada, y una nieve pesada y lenta cubrió todo, hasta que casi ni los árboles eran visibles. Cuando ni los caballos pudieron avanzar, pararon de nuevo. El viaje era tedioso y la rutina una muerte lenta. Recoger leña, hacer una hoguera, cenar racionando las provisiones... Jon estaba escuchando el gemido del fuego cuando otro ruido llamó su atención. El crujido de una ramita detrás de ellos, hizo que Thormund aferrase con fuerza su cuchillo. Ambos se levantaron y rodearon los árboles al borde del claro donde habían montado el campamento. Una sombra se deslizó ágilmente entre los árboles y ambos hombres la siguieron. Era una persona sin duda, pero se movía con la agilidad de un felino acostumbrado al terreno. En tan solo unos minutos, ya les había sacado una ventaja considerable, pero Jon tenía un as oculto en la manga. El aullido de fantasma les alertó, y se dirigieron hacia él.
El enorme wargo había acorralado a la figura y le enseñaba los dientes mientras gruñía.
- ¿Quién eres? ¿Por qué nos estabas vigilando?
-la menuda figura envuelta en pieles, se giró hacia Jon La chica no tendría más de catorce o quince años, tenía unos ojos verde claro y un mechón pelirrojo caía sobre su frente.
Thormund se dirigió a ella – No tengas miedo, no queremos hacerte daño- La chica retrocedió cuando se acercó a ella- Mi nombre es Thormund, este es Jon y ese, es fantasma...
- ¿Thormund?... ¿el matagigantes?
-Si. ¿Me conoces?
-Todo el pueblo libre te conoce
- ¿Pueblo libre? – Preguntó Jon - ¿aun queda alguien viviendo a este lado del muro?
-Solo algunos. Los que huyeron después de la guerra, o los que sobrevivieron por su cuenta cuando Mance unió los clanes, pero somos muy pocos.
- ¿Cómo te llamas chica? ¿Qué haces aquí?
-La joven miró a Thormund y dudó un poco antes de bajar la cabeza. El se acercó un poco más – No tengas miedo- te ayudaremos.
-Todos han muerto... pero yo pude escapar...
- ¿todos? ¿Quiénes han muerto? Explícate- la impaciencia de Jon asustó a la chica, que volvió a retroceder. Thormund le hizo un gesto a Jon con la cabeza para que le dejase a él
- ¿Quién ha muerto?
-Mi familia, mi clan... el monstruo los mató. Mató a muchos para utilizar su magia.
- ¿el monstruo?
-El de la cara quemada. El que despierta a los muertos...
Thormund hizo un esfuerzo para contener sus ganas de gritar a la chica.
- ¿sabes dónde está ese hombre?
-Se marchó. Hace muchos días. Zarparon en barcos desde casa austera... los mató y luego se marchó
-Está bien, espera un momento. Te protegeremos y te daremos de comer...
Ambos se retiraron un poco para que la chica no pudiese oírles.
-ha dicho que se han ido ¿Qué vamos a hacer?
-Confías ciegamente en la palabra de una chica asustada...
- ¿y qué quieres que crea Jon? No es una niña asustada. Es una salvaje. No habría huido por nada
-Y si no está aquí ¿Dónde está? -Tiene que llevarnos allí. Tenemos que comprobarlo
Thormund asintió y se giró hacia la chica.
-Te llevaremos con nosotros de regreso al sur, pero antes debes acompañarnos a donde viste al monstruo por última vez.
- ¿Puedes explicarme qué diablos está haciendo parado en las puertas?
-No sé qué es exactamente, pero te aseguro que no está rezando ni implorando perdón. Al final conseguirá entrar.
Jorah y Tyrion, observaban lo que estaba pasando bajo sus pies. A las puertas, el mago y cuatro esclavos, parecían invulnerables a todos sus ataques. Una especie de escudo que repelía sus flechas les protegía y la situación estaba desesperando a Tyrion.
-Hay que salir. Solo son cuatro. Gusano gris solo podría acabar con ellos.
-No- sentenció Jorah- Si algún hombre sale ahí fuera, no volverá. Ese hechicero es poderoso. Emplea magia que no comprendemos y pueden volver loco al más cuerdo de los hombres. Debemos esperar hasta el último momento. Defenderemos la ciudad, no atacaremos a los yunkios.
- ¿Y cuándo será el último momento Jorah? ¿Cuándo hayan atravesado las puertas y tomado la fortaleza roja? Debemos proteger al pueblo.
Jorah le dedicó una mirada desafiante – Debo volver con la princesa. Llevo mucho tiempo fuera.
-de acuerdo. Hablaremos mas tarde.
-Hazme llamar si me necesitas
Tyrion le despidió con la mano y volvió su vista a la bahía. Necesitaba al Jorah Mormont que había atravesado medio mundo para volver junto a la reina que le había desterrado, el que luchó en un reñidero a muerte solo para llamar su atención y el que había encontrado la cura a una enfermedad incurable... no a la septa con espada en que se había convertido. Si querían volver a salir de los muros del castillo, más les valdría tener un plan menos conservador que sentarse a esperar a que ese brujo derribase las puertas o les matase a todos de aburrimiento. Quizás, si la flota de Pyke llegase a tiempo, la batalla en la bahía distraería la atención del grueso del ejército y podrían acabar con el mago y los sabios amos. Quizás, un grupo pequeño, solo los mejores seleccionados y entrenados por gusano gris... quizás... demasiados quizás... Un crujido llamó la atención de Tyrion y vio, asombrado, como algunas de las piedras de la muralla en que estaba apoyado, comenzaban a resquebrajarse. Una larga y fina grieta recorrió en un momento toda la altura del muro exterior, poco después, fragmentos de roca comenzaron a caer.
Tyrion corrió de un lado a otro gritando instrucciones y se dirigió a la cámara de la princesa, el momento había llegado. Los guardias le dejaron pasar y encontró a Jorah con su armadura reluciente y su yelmo blandiendo su espada.
-están derribando la muralla. Debes irte ahora
Jorah se quitó el yelmo y miró a Tyrion - ¿derribando la muralla?
-Sí. Tenías razón, ese mago es peligroso. Debes llevarte a los príncipes antes de que sea demasiado tarde. Todo está preparado según dispusimos. Volveremos a vernos viejo amigo – dijo Tyrion ofreciéndole su mano al caballero.
Jorah estrechó su mano con fuerza. – Procura que no te maten.
El viejo oso tomó a la princesa en brazos y Missandei hizo lo mismo con el pequeño Eddard. Tyrion abrió la puerta con cautela y los guió por el pasillo en silencio. Los primeros sonidos de la batalla comenzaban a retumbar en los patios exteriores, y la princesa se aferró con más fuerza al caballero. Caminaron por pasillos y más pasillos hasta llegar a la entrada de las criptas.
-Aquí se separan nuestros caminos. Debo volver a la torre con los hombres...- Tyrion hizo una pausa suficientemente larga como para reprimir una lágrima- Cuidaros.
Tyrion se dio la vuelta después de cerrar la reja cuando un dolor intenso le perforó la clavícula. Se encontró a un ser horrible frente a él, que sonreía con una boca sin labios y destrozada por el fuego. No supo cómo, pero un segundo después estaba al otro lado de la reja.
Jorah había dejado a la princesa en el suelo y los tres, habían corrido a esconderse detrás de un pilar mientras Jorah desenfundaba su espada y se enfrentaba al eterno.
-Es tarde para esto. Nosotros hemos ganado. Hace muchos años que ganamos, pero no supisteis verlo Jorah el ándalo. - una fuerza invisible golpeó a Jorah, que se apoyó en la reja y susurró a Tyrion
-Llévatelos de aquí. Yo le distraeré- Tyrion se arrastró pegado a la pared e hizo una seña a Missandei para que le siguiesen. El eterno se volvió hacia ellos un segundo
-sí. Llévatelos, os encontraremos. No tendréis donde ocultaros...
Jorah llamó su atención asestándole un potente golpe, pero el eterno se desvaneció y apareció a unos metros de allí como salido de la nada. Antes de tenerlos a ellos, tendrás que acabar conmigo...
El ser volvió su mirada hacia él con esa sonrisa aterradora. – Eso no será un problema.
Jorah hizo que le persiguiese por unos pasillos angostos y oscuros. Cada vez le llevaba menos ventaja, y cuando llegaron a la puerta del patio, solo había unos centímetros de distancia entre ellos. El sol cegó a los dos, y Jorah respiró el aire fresco, llenándose los pulmones con él.
-Veamos si has aprendido algún truco nuevo desde la última vez que nos vimos...Ben tenía moratones y cortes por todo el cuerpo, pero era más feliz de lo que podía recordar. Durante el día, los hombres habían entrenado y luchado. Por un momento, se olvidaron el frío y el hambre, y las canciones volvieron a sonar en el campamento.
Su padre se había encargado de que se doblasen las guardias y se reforzasen las empalizadas del campamento. Había hablado con los soldados y los comandantes y todo parecía más tranquilo.
Arya había salido de caza con el maestre, y habían vuelto con dos enormes venados sobre sus caballos, que serían un estupendo aliciente para la cena de aquella noche. Ben había caminado junto a su padre y había estado presente en las reuniones...
El agua fría sobre las heridas le proporcionó una sensación de dolor reconfortante, estaba agotado, pero se sentía bien. Se vistió y puso rumbo a las tiendas que hacían las veces de cocinas. Un olor delicioso inundó sus sentidos y no pudo evitar sonreír. Esa sería una buena noche.
Se sentó junto a Lyanna y compartieron un pellejo de vino que la osa había reservado mientras el guiso de venado se repartía en cuencos. Comieron, rieron y compartieron anécdotas e historia. Sandor llegó un poco más tarde y bebió con Arya. Hablaron de algo, pero Ben no podía escucharlo desde donde estaba. Unos ratos después se unieron a ellos.
Apenas se habían sentado cuando un vigía llego corriendo sin aliento. El chico se sujetaba el costado, y estaba muy pálido. Cuando retiró la mano, la sangre empezó a brotar del agujero que una flecha había hecho. Solo tuvo tiempo para susurrar unas palabras antes de desplomarse a los pies de Sandor
-Ya vienen mi señor...
Todos los presentes se pusieron en pie y Lyanna se agachó junto al joven soldado, pero ya era tarde para él
-No debería haberse sacado la flecha...-, murmuró en voz baja mientras le cerraba los ojos
Sandor se dirigió a sus hombres. Y su voz ronca se escuchó por todo el campamento. – ¡Ha llegado el momento! Lo que estabais esperando. Es el momento de luchar y solamente tendremos una oportunidad para demostrar de que estamos hechos. ¡No perderemos! ¡No nos rendiremos! No vamos a dejar que nos quiten lo que tanto nos ha costado conseguir- el ejercito rugió enardecido por las palabras de su comandante – ¡Que nadie muera con la espada limpia!Soldados y bestias se movían por el campamento. Más vigías llegaron para informar a Sandor de los avances del ejército de muertos. Eran muchos menos, pero sin duda, eran muy difíciles de matar... Ben se quedo a una distancia prudencial de su padre mientras daba órdenes a los demás señores norteños. Lyanna y el, se estrecharon la mano como parte de un ritual de despedida que era ajeno a los demás y Lyanna partió con sus arqueros sin volver la vista atrás. Era una mujer espléndida.
Sandor le hizo un gesto para que se acercase
- ¿padre?
-Ben, iras en la retaguardia. Tú y tus hombres rodeareis sus tropas para poder atacarles desde atrás si es necesario. No debemos dejar que avancen, pero si la batalla cambia de rumbo, os podéis ver atrapados entre ellos y el muro. No arriesgues a tus hombres inútilmente, y tampoco lo hagas tú.
-Como ordenes Padre
Sandor le dirigió una mirada inquisitiva - ¿no cuestionas mis órdenes?
-No Comandante. Nunca más.
Su padre sonrió y le atrajo hacia sí. Ben se dejó estrechar entre los brazos de su padre y se sintió como un niño que necesitaba consuelo de su padre. Le retuvo unos segundos y puso la mano detrás de su nuca para obligarle a mirarle a los ojos.
-Te quiero Ben. No lo olvides nunca. Ten cuidado por favor.
Ben se quedó sin palabras. Solo asintió tratando de contener las lágrimas y le vio alejarse. Una voz familiar le sacó de su ensimismamiento. Arya había observado la escena desde lejos y la ternura de Sandor, le provocó una sonrisa. Siempre se metía con él, pero, era en esos momentos, cuando entendía perfectamente por qué su hermana había decidido compartir su vida con ese hombre.
-Vamos Ben, esta noche te convertirás en un verdadero lobo de Invernalia.Sandor subió a su caballo y acarició el cuello del animal con suavidad. Buscó bajo su manga el pañuelo de Sansa y respiró profundamente. Fuese como fuese, solo había una cosa en el mundo que deseaba por encima de todo. Ver el rostro de Sansa de nuevo.
Miró a ambos lados y observó la hilera de caballos que piafaban nerviosos. Los animales podían oler la batalla incluso horas antes de que se produjese. Pensó en extraño, siempre echaría de menos a ese animal, había sido su compañero durante muchos años, y perderle fue un golpe para él. Llego a convertirse en su único amigo en su época en desembarco del Rey... Miró al frente y no vio nada, solo había silencio y oscuridad. Era todo lo que podía ofrecer un ejército de hombres muertos que no luchaban por nada, salvo porque se veían arrastrados a matar... se aclaró la garganta y se ajustó el yelmo.
- ¡Adelante!

El rey de la nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora