Segunda parte capitulo 9

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Ben despertó antes del alba. Se desperezó y saltó de la cama. El fuego se había apagado durante la noche y ni todas sus pieles habían conseguido mantenerle caliente. Tenía las articulaciones agarrotadas y los dedos ligeramente azules, se preguntó cuando había empezado a hacer tanto frío. Se vistió rápidamente y agradeció la túnica de abrigada lana azul que su madre le había hecho. Después de encender el fuego y calentarse se dirigió a la salida de su tienda, pero no pudo salir. Al menos una vara de nieve había cubierto la entrada. Despejó el espacio justo para pasar de costado y salió al exterior. El panorama era igualmente desolador en el exterior. Casi todo el campamento estaba cubierto por el manto blanco. Avanzó con dificultad hasta la tienda de su padre, y le encontró luchando contra la nieve para despejar su entrada. Jon no tardó en llegar hasta ellos.
-Parece, que hoy no iremos a ningún sitio...
-Eso parece majestad – dijo Sandor empujando una palada de nieve – al menos han caído 6 palmos de nieve. Así, tardaremos 3 jornadas en llegar hasta el muro...
-No me parece que esto sea una casualidad...
-Majestad... disculpad – un joven mozo de cuadras se acercó tímidamente. –el maestro caballerizo me envía. Me temo, que hemos perdido unos cien caballos esta noche. Ha sido por el frio majestad. –Jon le hizo un gesto con la mano y el muchacho se marcho después de hacer una reverencia. Le pidió a su sobrino que fuese a averiguar qué había ocurrido y cuando también se marchó, le indicó a Sandor que le acompañase. Caminaron trabajosamente un trecho hasta una posición un poco más elevada. La nieve blanda cubría hasta la cintura, y el viento era tan frío que helaba la piel.
-No podemos quedarnos aquí. Si el tiempo empeora, no solo morirán los caballos. Y ¿Qué ejercito luchará por un rey que permite que sus hombres mueran de frío? Si no podemos avanzar hacia el norte, mucho me temo que tendremos que replegarnos. Seguro que él está esperando a que todos muramos congelados... esta vez el invierno es nuestro enemigo...
Sandor comenzó a hacerse una idea de cuál era la idea que rondaba la cabeza del Rey, y no le gustaba. Sin duda, cuando hablaba de replegarse, hablaba de ir a Invernalia. No quería arrastrar la batalla tan al sur. Desde allí, esos monstruos tendrían fácil acceso a aldeas desprotegidas, y destinar recursos del ejército a protegerlas, les haría perder fuerza... aunque, Jon, ya habría pensado en todo aquello, y precisamente por ello, estaba dando un rodeo...
- ¿Qué queréis hacer majestad?
-Creo que podremos aguantar un par de días más. Pero si la situación no cambia... debemos ir hacia el sur... hacia Invernalia.
Sandor asintió sin mucho entusiasmo. - Como ordenéis majestad. Si me disculpáis, debo ver a mis hombres.
-Claro. Yo debería hacer lo mismo. Hablaremos mas tarde. –Sandor hizo reverencia y se marchó arrastrando sus ciento treinta kilos a través de la espesa capa de nieve... Debía convencer a Jon para avanzar, si se replegaban hacia el sur, serían un blanco más fácil y llevarían la guerra a sus propias puertas. Ninguna muralla sería suficiente para detener a aquel ejercito, y, cuanto más esperasen, mas fuertes serían... debía haber alguna manera de llegar al muro...

Euron estaba apoyado en la proa de su barco. El viento revolviéndole el pelo y el olor a agua y sal siempre le proporcionaba una extraña sensación de paz. Recordó tiempos más sencillos, cuando era solo un niño, y pescaba cerca de los acantilados de Pyke con sus hermanos. La voz del vigía le sacó de su ensoñación. La costa se podía divisar en el horizonte. El puerto de Roca Casterly no había cambiado demasiado. Solo se veían algunos barcos atracados y el viento era favorable. En un par de horas, estarían desembarcando en el que fuera el hogar de la casa Lanyster, y que, ahora, sería suyo. Pero Euron no se detendría ahí. Con todo el grueso del ejército en el norte, las tierras del sur serían presa fácil para él y sus hombres... Euron pensaba tomar todo lo que le había sido arrebatado, y si no se lo querían entregar por voluntad propia, lo reclamaría con sangre... Se dio la vuelta para dirigirse a sus hombres.
-Preparad el desembarco. En cuanto estemos cerca de la costa, tomad las armas. Matad a todo aquel que no se rinda, ya sean hombres, mujeres o niños. Esta noche, cenaremos en la mesa de Twyn Lannister...
Los crackens vitorearon a su capitán y Euron devolvió la mirada a la costa... un destello de ambición brilló en sus ojos... esto solo acababa de empezar...

El rey de la nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora