Segunda parte capitulo 7

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El avance del ejército hacia el norte se había ralentizado en los últimos días. Sin duda, Euron ya sabía que un gran ejército se dirigía hacia él y trataba de entorpecer su avance con una guerra de guerrillas. Pequeños grupos los emboscaban cada día. Eran ataques carentes de peligro, que causaban a lo sumo algunas bajas entre sus filas. Su único objetivo era atrasar todo lo posible su llegada. Jon pensaba que trataban de ganar tiempo, aunque nadie sabía demasiado bien con qué objetivo.
Sandor se había recuperado prácticamente del todo y dedicaba gran parte de su tiempo a entrenar con Ben. La relación entre ambos había mejorado sustancialmente y le parecía que Ben mejoraba por momentos. Había crecido en esas semanas. Se comportaba como un soldado y los hombres también lo sentían así. Le respetaban y le apreciaban a partes iguales. Por las noches, todos los comandantes se reunían para repasar el avance de las tropas y el estado de los suministros y las armas. Después, solo Sandor y Ben solían compartir una copa con el Rey, aunque Sandor prefería pasar algún tiempo a solas, deseaba llegar a su tienda para releer las cartas de Sansa. Había recibido el ultimo cuervo hacia casi dos semanas, en el solo decía que partirían esa noche hacia su destino y que le amaba, que le echaban de menos...
Por mucho que Euron les retrasase, solo faltaban algunos días de viaje hasta llegar al muro y una vez allí, no sabían que encontrarían. Sandor estaba más tranquilo sabiendo que su familia estaría lejos de Poniente cuando empezase la batalla. Tenía temores que no había compartido con nadie, ni con el Rey, ni con Ben. Le preocupaba que los tentáculos del cracken se extendiesen más allá del norte... ¿por qué Euron hubiese aceptado ayudar a los extranjeros si no fuese a cambio de algo que él quisiese? ... y no había nada que Euron ojo de cuervo hubiese deseado más en toda su vida que el trono de hierro. Conocía a los hombres, si era listo, y lo era, no se fiaría de los esclavistas y trataría de servirse su porción el solo. Con los reyes y su ejército fuera de desembarco del Rey, nada le impediría tomar la capital él mismo, aunque quizás eso fuese un bocado demasiado grande. Había otros lugares estratégicos cerca de allí. Roca Casterly era uno de ellos. El que hubiese sido el hogar de una de las familias más poderosas de Poniente había quedado desprotegida y vulnerable tras la muerte de Jaime y la desaparición de Cersey; ahora en manos de parientes lejanos, no poseía ni un ápice de su gloria. Sandor sonrió al pensar en cómo se revolvería Twyn Lannister en su tumba sabiendo que Tyrion había permitido que el hogar ancestral de los leones se hubiese convertido en el mayor Lupanar de los siete Reinos.
Roca Casterly estaba demasiado cerca del fuerte Clegane. Sansa y los niños no estrían seguros allí si un ejército trataba de tomar la roca. Antes de que partiesen de Invernalia, había acordado con Ser Ollie una ruta de escape si las cosas se ponían muy feas en el norte. El maestro de armas conservaba contactos en Lys de su época de mercenario y no le costaría encontrar un lugar apartado en que vivir a salvo de miradas indiscretas hasta que pudiese reunirse con ellos
-Padre. ¿Puedo pasar?
-Claro Ben. ¿Ocurre algo?
-No. Solamente...- Su padre le interrogó con la mirada- solo quería charlar un rato contigo. He estado pensando...
Sandor amaba a su hijo más que a casi nadie en el mundo, pero era un hombre de pocas palabras, y le gustaba ir directo al grano, odiaba los rodeos. – Ben, dime ya lo que tengas que decirme. Sabes que puedes contarme lo que sea...
-Quiero saber que va a pasar cuando lleguemos al muro. - Ben miró fijamente a su padre y se quedó visiblemente desconcertado cuando éste se echó a reír. Sandor se acercó a su hijo y se sentó frente a él ofreciéndole una copa de vino. Se puso serio antes de contestarle.
-Muchos hombres morirán. Probablemente miles de ellos acabaran quemados o devorados por las alimañas. Pero tú y yo no seremos uno de ellos. Eso es lo que va a pasar cuando lleguemos.
Ben quiso protestar, decirle a su padre que eso no era a lo que se refería, pero cuando fue a hablar, se contuvo. Porque eso era justamente lo que deseaba oír de su padre. En realidad, no estaba tratando de averiguar los vericuetos técnicos de la disposición de las tropas en el campo de batalla, ni si atacarían al alba o al anochecer. Todo eso se lo diría su Rey, quería saber lo que su padre pensaba, como acabaría todo... y de repente se descubrió a sí mismo sonriendo.
-Este vino es excelente padre- dijo levantando su copa-
-Vino dorniense. Cortesía del Gnomo. –ambos brindaron y bebieron en silencioSansa se alegró de llegar por fin a Aguas dulces. El que había sido el hogar de su madre, sin duda, había conocido tiempos mejores. El castillo había caído en desgracia tras la guerra de los cinco reyes, y cuando el pez negro lo recuperó, fue tan solo para que Edmure se lo entregase en bandeja al mata reyes. Pero de eso, había pasado mucho tiempo. Ahora Lord Edmure Tully era el señor del Castillo y sus codiciosos hijos mitad Frey ansiaban su muerte para repartirse las riquezas de la familia en una batalla sin cuartel. Una guarnición les esperaba cerca de las puertas. No habían enviado ningún cuervo al castillo para evitar desvelar su paradero. Sansa temía lo que pudiese pasar hasta que la Reina llegase. Entonces, con la protección del ejército, tendría vía libre para llegar al norte.
Ollie se adelantó hasta los soldados, que lucían el pez de los Tully en sus escudos. Unos momentos después, uno de los jinetes que había partido al castillo, volvió hasta ellos al galope. Ollie se acercó al carro.
-Mi señora. Vuestro tío Edmure os recibirá de inmediato.
La caravana avanzó escoltada por los soldados hasta traspasar las puertas de la fortaleza. Allí se encontraba su tío, acompañado únicamente por el mayordomo y unos pocos soldados de su guardia personal. Sansa bajó con la cara cubierta por una capucha y se acercó a él. Hacía años que no le veía, y parecía que un centenar de años hubiesen caído sobre él. Estaba encorvado, y su pelo se había vuelto blanco como la nieve. Cuando estuvo frente a él, le retiró la capucha con una mano arrugada y acarició su rostro con ternura.
-Sansa... Mírate... te pareces tanto a tu madre... estas muy hermosa sobrina...
-Gracias tío Edmure. –Sansa se fijó en sus ojos, estaban vidriosos y tristes. Cansados... observó unas lágrimas que pugnaban por asomar
-Pasa, por favor. Estaréis cansados después del viaje, el camino desde el norte es largo.
-en realidad, no venimos del norte, pero sí estamos cansados, y algunos de mis soldados están heridos...
-Caro, claro. El maestre se ocupará de ellos. Acompáñame Sansa. - Lord Edmure la tomó del brazo y la hizo acompañarle paseando antes de entrar al castillo.
- ¿Cómo están vuestra esposa y vuestros hijos tío?
Edmure le dirigió una sonrisa triste. -Están bien, y lejos afortunadamente. Será mejor así... no confío en ellos querida sobrina. Solo están esperando mi muerte para quedarse con todo. No son Tully... nunca lo serán. Son Frey hasta la médula... Pero, ya está bien de historias de viejo. Y tú... si no vienes del norte... ¿de dónde vienes entonces?
Sansa dudó un instante... debería confiar en su tío... Decidió, que debía confiar en alguien en ese momento – De torre Tarbeck tío.
- ¿De los puertos?
- Nos disponíamos a embarcar hacia Lys cuando nos atacaron unos mercenarios, aparentemente nos buscaban y ya no era seguro quedarnos allí a buscar otro barco... por eso decidí venir aquí...
-Deduzco entonces, que no estabas en Invernalia, sino en el fuerte de tu esposo cerca de Roca Casterly...
Sansa asintió. -Estaba con los niños, y pensé que tú nos ayudarías, no pretendo molestarte más de lo necesario tío. Solo pretendo quedarme hasta que La reina pase por aquí camino del Norte. Después nos marcharemos con ella.
Edmure le garró a mano entre las suyas. – Claro que sí niña. Esta es tu casa. La sangre de los Tullly corre por tus venas y siempre serás bienvenida aquí. Si lo deseas, puedes partir con Danerys, sus porta estandartes vinieron esta mañana anunciando su llegada dentro de tres días, pero también puedes quedarte aquí. Yo te protegeré.
Sansa sintió una oleada de afecto hacia ese hombre. En verdad le recordaba a su madre. Y la echaba mucho de menos, aun ahora, después de tantos años. – Vamos. Comamos algo, y quiero ver a esos pequeñines.Danerys casi había olvidado las incomodidades de un viaje. Hacía muchos años que había marchado por última vez al frente de un ejército, y ciertamente se había acomodado. Sintió como le dolían músculos de su cuerpo casi olvidados y recordó otros tiempos, muy lejos de allí cuando cabalgaba a la plata y sus criadas la ayudaban a bajar de la montura porque no tenía fuerzas para hacerlo por sí misma.
Ahora también cabalgaba, a pesar de que los soldados estaban ligeramente acostumbrados, temían a los dragones de la Reina, especialmente a Drogón, que se parecía al terror negro que fundió las torres de Harrenhall. A sí que, Dany procuraba mantenerlo alejado de las tropas. Esa noche, dormirían en el campamento, pero al día siguiente, llegarían a Aguas dulces y disfrutaría de la hospitalidad de los Tully, y de una cama blanda.
El capitán de los inmaculados llegó junto a ella. Dany había dejado en desembarco del Rey a Tyrion, a gusano gris, Missandei y Jorah. Podría haber parecido una mala decisión en principio, pero ella confiaba en sus consejeros para dirigir la ciudad en su ausencia, aunque, en varias ocasiones, había dado la vuelta a su montura esperando encontrar a Jorah a su lado. Le costaba acostumbrarse a no contar con la presencia del viejo oso.
-Kaleeshi. Las tropas están listas para descansar. Montaremos el campamento cuando lo ordenéis.
Dany miró al hombre que Gusano gris había elegido para sustituirle en ese viaje. Era un hombre adusto y respetuoso, totalmente fiel a Dany. Aunque carecía de las aptitudes de Gusano gris para la guerra.
-De acuerdo. Montad el campamento, faltan pocas horas para el anochecer y mañana llegaremos a Aguas Dulces.
El hombre se alejó en silencio al galope y todo el grueso del ejército se detuvo para comenzar a montar el campamento. Dany aprovechó para escabullirse hasta una colina cercana. Drogón y Vyserion estaban devorando una cabra cuando ella llegó. Los dos dragones levantaron la vista un instante de sus presas para contemplar a su madre y acto seguido siguieron comiendo.
La reina echaba de menos pasar tiempo sola. Siempre rodeada de consejeros, guardias y sirvientes, extrañaba aquellas largas cabalgadas por el mar de hierba y surcar los cielos a lomos de su dragón, pero, una reina tenía otras obligaciones. La conquista de los siete reinos había sido ardua y cuando aún no había tenido tiempo para sentarse en el trono de hierro, llegó la amenaza de más allá del muro. Una guerra horrible que se había acabado gracias en gran parte al fuego de sus dragones y a la astucia de ser Jorah. Pero también al sacrificio y valor de muchos soldados. El norte, casi devastado por la guerra de os cinco reyes, había luchado valientemente con hombres como Sandor Clegane y su propio esposo al frente de las tropas y hora, allí estaba ella. Dirigiéndose de nuevo hacia el muro para librar la misma batalla años después.
-Mi señora. – Dany giró la cabeza para ver de donde provena la voz. Un mozo se asomaba tímidamente tratando de mantenerse lo más alejado posible de las dos bestias que devoraban los últimos huesos de los desafortunados animales. - Ha llegado un cuervo de Desembarco del Rey para vos-
Dany se levantó y acarició a Drogón. Tomo el pergamino y lo desenrolló rompiendo el lacre de la mano del Rey.
"Hemos recibido noticias de Pyke. Yara y Theon regresaron ayer de Braavos. La flota de las Islas del Hierro estará preparada en tres días para dirigirse a donde vos ordenéis Majestad"
Tyrion había escrito la misiva de su puño y letra. La reina guardó el pergamino y volvió hacia su caballo. Si ellos no tenían nada que ver, como esperaba. Sin duda Euron, debía contar con apoyos para lanzarse a esa locura.Sansa se levantó rápidamente al escuchar los gritos de su hijo. Atravesó el pasillo hasta la habitación de Rob, y al entrar lo encontró sentado en la cama y empapado en sudor. Se sentó junto a él y le acarició con cariño
-Tranquilo Rob, solo ha sido una pesadilla. - El niño había tenido pesadillas cada noche desde que su padre y ben habían partido al norte. El maestre lo achacaba a la muerte de Alystair y la partida de su padre, pero, a Sansa todo aquello le resultaba familiar.
-He visto a un hombre madre. Un hombre dentro de un árbol. - El niño estaba agitado y temblaba. Sansa le apretó contra su pecho y le acunó.
-Solo ha sido una pesadilla Rob, ya está amaneciendo. ¿Qué dice siempre tu padre de las pesadillas?
-Que no pueden hacerme daño, y que siempre se van con el sol.
Sansa sonrió y le besó en la cabeza. - ¿has visto algo más?
El niño pareció dudar antes de asentir tímidamente con la cabeza. – Un fantasma, con los ojos azules. El hombre que estaba dentro del árbol luchaba contra él. Pero perdía...
Sansa le arropó y descorrió las cortinas dejando pasar la tenue luz del amanecer. – Duerme tranquilo hijo. Yo debo ayudar a Lord Edmure, hoy llegará la Reina y partiremos con ella hacia el norte. - El niño pareció más animado
- ¿la reina traerá a sus dragones madre?
-Si Rob. Ahora duerme.
Sansa salió de la habitación y fue a vestirse. Le esperaba un día duro. Su tío había querido "abusar de su confianza" pidiéndole que le ayudase a organizar el banquete para la Reina, alegando que ella sabría mucho mejor que hacer con la reina dragón que un viejo pez. Así que, después de vestirse, se dirigió a las cocinas y pasó la mayor parte del día atareada con los preparativos. Era agradable invertir su tiempo en esa tarea. Le recordaba a su hogar en tiempos más amables, cuando ella era la anfitriona y el salón grande de Invernalia se vestía para dar cabida a los grandes señores. Tiempos más sencillos. Tiempos de paz.
Antes del anochecer, los porta estandartes Reales llegaron a las puertas y Sansa y los niños, se colocaron junto a Edmure en la entrada del castillo para recibir a la Reina. Dany no pudo disimular su sorpresa al ver allí a sansa, y olvidando todo protocolo, la abrazó con fuerza.
-Sansa. No esperaba encontrarte aquí... Lord Edmure, os agradezco vuestra hospitalidad.
-Mi castillo es vuestro, majestad – Dijo Edmure con una reverencia- aunque, me temo, que debéis agradecer el recibimiento a mi sobrina, ha sido ella quien lo ha dispuesto todo. Me temo que yo no estoy muy versado en temas domésticos mi Reina
Dany sonrió. – Seguro que todo está perfecto lord Edmure. - La reina se volvió hacia Sansa- y ahora, ¿Puedes explicarme que estás haciendo aquí?Arya estaba terminando de encender el fuego cuando Sam llegó con un fardo de ramitas.
-Me temo, que esta sea la única madera seca al norte del muro Lady Stark- dijo dejándolas a su lado.Habían viajado siempre hacia el norte las últimas semanas, y a medida que avanzaban, el paraje se volvía más desolador. Habían dejado atrás los espesos bosques de pinos y robles, y ya solo había arcianos y hielo hasta donde alcanzaba la vista. No obstante, Sam estaba sorprendido con las habilidades de Arya, a pesar de las dificultades, se las había arreglado para encontrar refugio y comida cada noche. El por su parte, no podía dejar de maravillarse con lo que veía. Jamás había estado tan al norte del muro, y anotaba cada detalle en una vieja libreta que siempre le acompañaba. Arya le había dicho, que estaban cerca de su destino, pero que no podía decirle a donde se dirigían aún y Sam, se había resignado y había dejado de preguntar. Observaba a su acompañante mientras despellejaba el conejo que había cazado cerca del campamento y lo ponía en un espeto encima del fuego cuando una voz de mujer habló detrás de él.
-Puede que os estéis comiendo mi única cena de toda la semana.
Arya contestó sin siquiera levantar la cabeza – Eres hábil con el arco, seguro que encontrarás otra cosa que ensartar con una flecha.
-Puede, pero ese conejo estaba bastante gordo. - La mujer se acercó a Arya, que se levantó para darle un breve abrazo.
- ¿Te envía él? - le preguntó Arya separándose de la mujer.
-Si. Temía que os congelaseis antes de llegar a verle. - Ambas mujeres rieron. - Os vigila desde que comenzasteis el viaje, pero no quería que viniese hasta que estuvieseis cerca. Solo hay una jornada de viaje hasta allí.
Arya, pareció darse cuenta de repente de que Sam estaba allí. El maestre las miraba desconcertado con su mano aún en el pomo de la espada.
-Tranquilo maestre, no tendríais tiempo siquiera de desenfundar vuestra espada si quisiese mataros- dijo Arya. - Esta es Meera Reed. La mujer se acercó a él ofreciéndole la mano. Sam la estrechó aun sin comprender la situación.
- ¿Reed? ¿Sois la hija de Howland Reed?
-Lo fui, ahora solo soy una habitante del bosque del norte. - Se volvió hacia Arya antes de hablar de nuevo. - Cenaremos y nos pondremos en marcha. Quiere veros cuanto antes.
Ambas mujeres se sentaron y cenaron compartiendo historias mientras Sam las observaba en silencio. Era evidente que se conocían desde hacía muchos años y compartían un mimo tipo de vida. Eran supervivientes.
Después de la cena, avanzaron a oscuras por el bosque. Eran silenciosas y ágiles y Sam, a pesar de ir a caballo, parecía un elefante comparado con ellas. Avanzaron durante toda la noche sin descanso y poco antes del amanecer, Meera se detuvo en la última línea de árboles.
-Esperad aquí. Voy a echar un vistazo. Por cierto, Arya. Manos frías está aquí. Regresó ayer. El imaginó que querrías verle.
Arya asintió antes de que Meera desapareciese entre los árboles. Esperaron durante un largo rato que a Sam le pareció eterno. El frio le congelaba los huesos y el claro que se extendía frente a ellos parecía extrañamente tranquilo. El piafar de un caballo le sobresaltó y volvió a echar mano de su espada. Arya si embargo no se movió.
-Eres menos silencioso cada vez que vengo. Te he oído hace una milla. Los años te han hecho más torpe...
Una figura negra envuelta en una capa a lomos de un caballo de guerra surgió de la penumbra y descabalgó a su espalda. Arya se levantó y le abrazó un largo rato, la figura le devolvió el gesto sin retirarse la capucha que le cubría todo el rostro.
- ¿Cómo estás pequeña?
-Helada hasta los huesos. Pero bien.
- ¿Cómo fue tu viaje a Braavos?
-Bueno, digamos que fue movido tío.
Sam se quedó pensativo. ¿Tío? La figura se volvió hacia él y le observó detenidamente sin soltar a Arya.
-Así que ¿este es el maestre del castillo negro?
-Al menos lo era, ahora ya no queda nadie en el castillo negro. - La figura apretó el puño con rabia
-lo sé. Él lo vio, pero no pudimos hacer nada. Ya sabes cómo funciona esto.
Sam estaba harto. No tenía ni idea de que hacía allí y no tenía idea de quien era toda esa gente, pero estaba dispuesto a averiguarlo. Iba a abrir la boca, cuando Meera apareció.
-Vamos, os está esperando.
Arya, Meera y la figura oscura echaron a andar y a Sam, no le quedó más remedio que seguirles. Cuando salieron del bosque, entraron en una inmensa explanada donde había un arciano enorme, bajo el árbol, se abría un agujero oscuro que parecía la entrada a una cueva. Avanzaron hasta allí y cuando iban a entrar, la figura le detuvo.
-Nosotros esperaremos aquí. - Sam se volvió hacia la figura sin rostro y luego hacia Arya.
-Puedes confiar en el maestre. Es de mi sangre, y antaño, fue de los tuyos. - La figura se quitó la capucha y los pañuelos que le cubrían al rostro, dejando al descubierto una piel blanca como la nieve cubierta de yagas sin cicatrizar y unos ojos grises muy claros. Sam retrocedió unos pasos alejándose de él.
-es un muerto... ¿Cómo es posible...?
-Mi nombre es Benjen Stark y tienes razón en parte maestre. No estoy del todo vivo... pero tampoco exactamente muerto, y no soy uno de ellos. Puedo contártelo mientras esperamos.
Arya le hizo un gesto con la cabeza y desapareció con Meera en el interior de la cueva.Euron estaba junto al fuego, arriba, en la cima del muro, tenías que estar al lado de un fuego si no querías congelarte. Últimamente, la guardia de la noche había descuidado sus labores, y el bosque había avanzado hasta llegar casi a las puertas del Muro. Si los salvajes que quedaban, o cualquier otra cosa que hubiese al norte del muro los atacaban, no hubiesen podido verlos hasta que hubiese sido demasiado tarde para hacer nada.
Un inmenso terreno de altas montañas y hielo perpetuo se extendían hasta más allá del horizonte bajo sus pies. Euron pensó en cómo habría sido aquello cuando los primeros hombres llegaron a esa tierra. Como habían levantado ese muro para defenderse de lo que acechaba al otro lado. Desvió su vista hacia la parte que habían derruido semanas atrás con fuego valyrio y durante un fugaz instante se sintió culpable. Pero la culpabilidad duró poco. La recompensa era lo suficientemente jugosa como para hacer callar a su conciencia. Por fin podría vengarse de todos aquellos que le habían perjudicado y una vez que el trono de hierro estuviese en su poder. Derrocaría a su sobrina Yara y se la ofrecería al dios ahogado como tributo. Después de acabar con su familia y recuperar Pyke, haría apresar a los señores de las casas que ayudaron a Danerys en su conquista. Empezaría por el perro, deseaba quemar vivo a ese animal y a toda su familia, y obligarle a mirar mientras tomaba a su amada esposa hasta matarla. Se acarició la cicatriz que le surcaba el rostro y le debía a él. Pagaría. Todos pagarían. Sobre todo, esa zorra de la reina dragón que le haba rechazado y su querido rey.
-Señor... disculpadme. Os esperan abajo.
Uno de sus soldados le sacó de sus cavilaciones. Había estado esperando ese momento. Todo estaba listo por fin. Habían tardado más de lo previsto y con un ejército casi a sus puertas, las últimas noches apenas había podido pegar ojo. Bajó en la jaula con su errático contoneo hasta el patio del muro y se dirigió hasta el salón. Allí estaban los sabios amos y su criatura. Ese mago Qhartiense que podía resucitar a los muertos. Le miraban con desprecio. Euron sabía que le consideraban inferior, no obstante, le necesitaban y él había cumplido su parte. Ahora quería su recompensa.
-Bienvenidos. Lamento no poder recibiros como os merecéis, pero mis recursos aquí son limitados- dijo haciendo un gesto con la mano a un sirviente que entró con una bandeja.
-No os preocupéis. No estaremos aquí mucho tiempo. Todo está listo. - el mago se adelantó y tomó aire antes de hablar
-Está preparado. Esta noche marcharemos con el hacía aquí. Procurad mantener a vuestros hombres alejados, o no quedará nadie a quien mandar.
-Lo haremos como nos dijisteis. El camino estará libre. Pero hora quiero lo que acordamos. ¿Vuestros barcos están listos?
-Lo estarán pronto. – Dijo uno de los amos- cando la Reina Dragón y sus criaturas hayan caído.
Euron ya había previsto algo así. - Eso no es lo que acordamos. Yo tendría mis barcos en cuanto el estuviera listo.
-ha habido un cambio de planes. Tendrías que haber mantenido al ejército alejado hasta que todo hubiese estado preparado. Ahora tendrán que luchar contra miles de hombre armados que están a las puertas del castillo. Ha sido tu torpeza la que lo ha provocado. Así que tendrás tus barcos cuando nosotros tengamos a la Reina.
Euron contuvo la ira que se apoderaba de él por momentos y les ofreció la mejor de sus sonrisas.
-Es cierto. Que así sea entonces. Nos veremos al amanecer entonces. - Los tres amos y el mago inclinaron levemente la cabeza y salieron de la sala mientras Euron permanecía de pie sin dejar de sonreírles...
-Mai. Avisa a los hombres y prepáralo todo para partir en cuanto salgan del castillo negro. Y envía un cuervo a nuestros hombres en el puerto. Ya saben lo que tienen que hacer. Partiremos en cuanto anochezca y tomaremos lo que es nuestro
-Sí señor.
El teniente de Euron salió obediente de la habitación dejándole con sus pensamientos. Tendría lo que es suyo, y esta vez, nadie se lo quitaría. En previsión de que los sabios amos se arrepintiesen. Ojo de cuervo había dejado un regimiento listo junto a sus barcos. Ahora casi desprotegidos. Eran hombres más que suficientes para robar cuatro o cinco de sus barcos y con ellos, marcharían hacia el sur. Quizás no pudiesen tomar Desembarco de Rey con trescientos hombres, pero si otro castillo de la costa. Una vez que asegurasen una buena posición, encontraría más apoyos. Partirían hacia roca Casterly.
La cena en aguas dulces, había resultado ser todo un festín. Dany había disfrutado de la comida y de la compañía. Los pequeños Jon y Sandor, estaban enormes y eran unos bebes fuertes y sanos, que le recordaban a su propio hijo. Después del banquete, se reunió con Sansa y Edmure en el salón privado.
-Me temo alteza, que el ejército de los Tullly, ya no es lo que fue antaño. Desde que mi tío murió, lo que quedaba del ejército fiel a mi casa murió con él. Y fue por mi culpa. Ahora no confío en casi nadie y los Frey tampoco acudirán a la llamada. Al menos no con todas sus fuerzas.
Dany suspiró. Sabía de sobra a que jugaban los Frey. Lo había vivido de primera mano cuando Robert Baratheon derrocó a su padre. –Los hombres que podáis aportar, serán bien recibidos Lord Edmure. Y también necesitaremos suministros.
-Los tendréis majestad. Las despensas están a rebosar después de la cosecha y mañana, seiscientos hombres de la casa Tullly partirán con vosotros.
Dany asintió dedicándole una sonrisa. – y tu sansa ¿Qué harás?
-Me gustaría partir hacia el norte con vos majestad. Después de lo que ha pasado. Creo que debo estar en el norte. No es seguro volver al fuerte de mi esposo y no deseo abusar en exceso de la hospitalidad de mi tío.
-Di más bien, querida sobrina, que no quieres estar aquí cuando mis hijos y mi esposa regresen de los gemelos... yo tampoco querría.
Danerys pensó en la crudeza de las palabras del viejo, aunque ese hombre había sufrido, y no pensaba juzgarle.
- ¿Vuestros hijos, no se unirían a vuestras huestes Lord Edmure?
-Os diría, que el honor debería ser suficiente para que acudiesen a vuestra llamada. Pero huyeron a esconderse como ratas en el señorío de su tío cuando supieron que pasaríais por aquí.
-No podrán negarse sin embargo si la Reina les llama. Debería enviar un cuervo a los gemelos.
Edmure sonrió. -Desde luego majestad. Haré llamar a mi maestre. - Se levantó pesadamente de la silla y desapareció tras la pesada puerta de roble labrado.
-Sansa. Creo que deberíais permanecer en Aguas Dulces- La reina sintió la desilusión en la cara de Sansa
-Es más seguro majestad, pero nadie se atreverá a atacarnos si os acompañamos hacia el norte... yo... - Guardó silencio y bajo la mirada.
Dany le tomó la mano. – Puedes hablar con libertad conmigo.
-Deseo volver junto a Sandor. Nunca debería haberme ido de Invernalia. Es una pesada carga majestad
- ¿Crees que los pequeños aguantarán el viaje? ¿O deseas dejarlos aquí con tu tío?
-No majestad. No me separaré de ellos. Sandor jamás me lo perdonaría, y yo tampoco si les dejase solos. Debo estar con ellos, ya es suficiente que su padre esté lejos. -Pensó en ella misma muchos años atrás, cuando se quedó sola en la corte sin más que la limitada protección que Sandor le ofrecía. - Quizás tengáis razón majestad. Mi tío me ofreció quedarme con él.
-Aunque puedes acompañarnos si lo deseas...
Sansa sonrió y apretó la mano de la Reina. -No majestad, será mejor para mis hijos que nos quedemos aquí. Aguas dulces es fuerte, no caerá. Está preparada para aguantar un largo asedio si fuese necesario.
- No habrá tal asedio. No dejaremos que nada de esto llegue tan lejos. Pararemos su avance antes de llegar siquiera a Invernalia sea lo que sea, y todo esto, quedará en una historia que escribir en los libros. Ahora, debería ver al maestre...
-Claro majestad. Descansad
Sansa salió de la habitación e hizo pasar al maestre. Fue a su habitación y después de ver a los niños, se sentó en el escritorio y rellenó dos láminas de lino con su delicada caligrafía.A la mañana siguiente, Sansa y Lord Edmure, despedían a Danerys en la puerta de Aguas dulces. Sansa tomó las manos de la Reina y le entregó las hojas cerradas con una delicada cinta verde. Dany la miró y lo tomó con delicadeza entre sus manos.
-Se la entregaré personalmente. Le dio un fugaz abrazo y pegó la boca a su oído para susúrrale brevemente.
-Marcharé al muro hoy con Drogón y Vyserion. Deseo estar allí cuanto antes. Tu esposo sabrá de ti hoy mismo. Cuídate mucho.
Sansa volvió junto a su tío y vieron marchar a la Reina. Edmure la agarró del brazo con afecto.
-Vamos niña. No te preocupes. Estaréis seguros aquí. Y tu esposo también estará bien. Le he visto luchar... y nada impedirá a ese cabronazo volver a tu lado...- Hizo un gesto a los soldados que guardaban las puertas y estos izaron el puente. – Cerrad el castillo. De hoy en adelante nadie entrará ni saldrá si yo no lo ordeno.
-Si mi señor. Jon había pasado gran parte de la tarde paseando por el campamento. Sabía que, era importante mantener alta la moral de las tropas, y aun con más motivo, si iban a enfrentarse a una muerte inminente. Habían montado su último campamento a unas horas de viaje del muro y los hombres sabían que al día siguiente marcharían a la guerra, aunque aún no supiesen contra quien. La noche había caído y la oscuridad se había apoderado de todo, salpicada solamente por las hogueras que se extendían por el campamento. Desde donde estaba, podía contemplar las hileras de tiendas apiñadas al abrigo de una pequeña ladera. Conocía ese terreno como la palma de su mano, pero cada vez le parecía nuevo y desconcertante. Extrañamente hermoso y cruel. Volvió la cabeza cuando una sombra gigantesca pasó sobré él. El batir de alas de Vyserion levanto una pequeña ventisca a unos metros cuando el dragón se posó delicadamente en el suelo y se acercó a él. Jon posó sus manos sobre las escamas calientes y el dragón soltó una nube de humo caliente que reconfortó al rey. A los pocos minutos. Drogón descendió trazando círculos sobre ellos.
Jon corrió hacia su esposa y la estrechó entre sus brazos. –Has tomado un atajo- dijo sonriendo.
-No quería esperar más para verte. Tuve el presentimiento de que me necesitarías esta noche- dijo apretándose más contra él.
-Mañana partiremos hacia el muro. Los hombres se sentirán reconfortados al saber que su reina ha llegado
-Se sentirán reconfortados al saber que los dragones de la reina han llegado.
-Te he extrañado. Ambos se fundieron en un abrazo y se besaron durante un largo rato hasta que drogón los interrumpió empujando suavemente a Dany
-Vamos. Volvamos al campamento. Tengo algo para Sandor- Jon la miró interrogante.
- Es una carta de Sansa.
- ¿Has estado en Invernalia?
-Es una larga historia. Sandor estaba sentado en la puerta de su tienda, junto a la hoguera. Disfrutaba del frío de Invernalia, pero allí, debías ser una piedra o un árbol si querías sobrevivir sin un buen fuego. Siempre había bebido antes de una batalla. Al menos hasta que había vuelto con sansa. Ella había cambiado muchas de sus antiguas costumbres y casi todos, habían sido cambios a mejor, aunque esa noche, hubiese disfrutado de una buena cantidad de cerveza. Miró la copa de vino que tenía en la mano y apuró el último trago con resignación. Sería otra noche muy larga.
Sacó el pañuelo que tenía guardado en el interior de su capa. El suave tejido lila estaba manchado de sangre y había perdido su perfume y su textura, pero, aun así, era de su esposa, y eso le bastaba hasta que volviese junto a ella. Se preguntaba constantemente como iría su viaje hacia Lys, la isla estaba rodeada de aguas peligrosas y el viaje era largo, pero, el riesgo era menor que el de permanecer en poniente.
-Padre. - Sandor se volvió hacia su hijo, que venía corriendo hacia él. - El tío Jon quiere verte en su tienda. Dice que te des prisa.
Se levantó con esfuerzo, sus rodillas ya no eran tan fuertes como antes, y el frío y las largas cabalgadas, hacían que el dolor de su pierna volviese con fuerza, fue cojeando unos pasos hasta que su musculatura se calentó de nuevo y entró en la tienda del Rey sin ser anunciado. No pudo disimular su sorpresa cuando vio a Danerys allí.
-majestades...
-Sandor, pasa. - Jon le invitó a sentarse con un gesto, pero el declinó la oferta.
- ¿Qué ocurre? - sabía por experiencia, que ese tipo de reuniones nunca traían nada bueno. Generalmente venían acompañadas de malas noticias.
-No ocurre nada Lord Clegane- dijo Dany anticipándose a la respuesta de Jon, pero tengo algo para vos. Es de vuestra esposa.
Todas las alarmas saltaron en la cabeza de Sandor. ¿Cómo era posible que Danerys hubiese visto a Sansa? O ¿acaso había recibido ella algún mensaje para entregárselo a él?
-Lo siento majestad, pero. ¿Dónde habéis visto a Sansa?
-En Aguas Dulces. Me recibió allí junto allí junto a su tío Lord Edmure ayer. – Sandor guardó silencio. No comprendía como Sansa había acabado allí, y cuanto sabía la Reina en cuanto a su plan de sacarlos de poniente. Pero en su cabeza había otra preocupación más inmediata.
- ¿Ella está bien majestad? ¿Se encuentran bien ella y mis hijos?
Dany sonrió relajando la tensión – están todos perfectamente. Me dio esto para vos. Imagino que querréis leerlo cuanto antes- le dijo entregándole el rollo de papel. Sandor lo cogió con ansia y lo apretó en su mano.
-Gracias majestad. Si no ordenáis otra cosa...
-No Sandor. Gracias, y perdona si te hemos asustado sin necesidad. Puedes marcharte.
El perro hizo una reverencia y se marchó a toda prisa hacia su tienda ignorando a cuantos se encontraba por el camino, incluido Ben, al que despachó con un movimiento de la mano y la promesa de que todo estaba bien y hablarían más tarde.
Se sentó en la cama junto al fuego y sopesó el rollo de papel entre sus manos. Estaba lacrado y cerrado con una cinta de seda verde. Sandor lo abrió despacio. El papel olía al perfume de Sansa y no pudo evitar sonreír cuando unos pétalos de rosa de invierno cayeron al desenrollarlo. Sin duda se había casado con la mujer más maravillosa del mundo. La carta, estaba fechada el día anterior. Comenzó a leer despacio.
"Querido Sandor, te envío esta carta a pesar de los riesgos, únicamente porque sé que llegará a tus manos sin peligro. Nuestra aventura por mar fue muy corta, partimos como ordenaste a Ser Ollie, pero el capitán nos había traicionado. Huimos gracias a la habilidad de los valientes soldados que dejaste con nosotros y decidí ir hacia Aguas Dulces. Era peligroso volver al Fuerte, alguien del castillo había vendido nuestro secreto y el castillo de mi tío me pareció el lugar más seguro. Nadie excepto tú y la Reina sabéis de nuestro paradero. Mi tío Edmure, ha cerrado el castillo y ha prohibido salir a los sirvientes y a los soldados que nos han visto, así que nadie sabe que estamos aquí. Vine decidida a marchar con Danerys al norte para reunirme contigo. Pero sé que los niños no resistirían el viaje, y sé que tú no podrías luchar preocupándote por nosotros. Estamos protegidos. No temas por nuestra seguridad y concéntrate en la batalla.
Los niños están bien, crecen rápidamente y te extrañan. Cat no deja preguntar cuándo volverá su padre y los gemelos están enormes. Rob también te extraña, pero se está comportando como todo un hombre. Edmure le ha tomado aprecio y pasa todo el día contándole viejas historias y entrenando con él en el patio de armas.
Me alegra saber que Ben y tú estáis bien. Deseo estrecharle entre mis brazos y estoy orgullosa de él. Cuídale y no dejes que se meta en líos.
Te extraño mi amor. Cada noche sueño que estoy contigo, juntos en nuestro hogar, lejos de la guerra y la muerte. Pero el alba me devuelve a la realidad y rezo por volver a verte muy pronto. Desearía estar junto a ti en estos momentos de incertidumbre. Echo en falta tu consuelo y tú aliento. Tu calor y tu cuerpo. Vuelve pronto junto a nosotros. Te amo, desde los albores de la humanidad hasta el fin de los tiempos.
Siempre tuya. Sansa"
Sandor secó un par de lágrimas que corrían por su mejilla antes de que se perdiesen en la espesa barba. Olió de nuevo el papel y ató la cinta verde en una de sus muñecas. Releyó la carta de su esposa un par de veces más antes de guardar bajo llave la parte que no había quemado.
Sabía que aguas dulces era un lugar seguro. Era un castillo bien fortificado y casi inexpugnable. Pero no confiaba del todo en Edmure, al fin y al cabo, había entregado su propio castillo a Los Lannister años atrás. Pero ahora eso daba igual, no había vuelta atrás. Sansa había tomado la mejor decisión posible teniendo en cuenta su situación. No podía evitar sentirse culpable. Quizás había puesto en peligro a su familia, quizás los había arriesgado sin necesidad, ¿y si Euron no tenía intención de viajar al sur...? Sintió el irrefrenable impulso de salir de allí, y cabalgar a galope tendido hasta Aguas dulces. Pero todo lo que estaba pensando, desapareció de su mente en un instante cuando oyó revuelo fuera de su tienda. Se asomó a la puerta abrochándose el cinto de la espada mientras un joven corría al grito de fuego.
Sandor buscó a Ben con la mirada y lo encontró saliendo de la armería y corriendo hacia él. – Ben ¿Qué ha ocurrido?
-Fuego padre. Están atacando el campamento.
Sandor corrió a reunirse con Jon Y Danerys, la mayor parte de los comandantes ya estaban allí y Jon gritaba algo a sus soldados.
- ¿Cómo han podido acercarse tanto sin que los hayamos visto? ¿Acaso no tenemos guardias en el perímetro del campamento?
-Han disparados flechas incendiarias desde lejos mi señor, y luego han huido hacia el bosque. Eran pocos hombres. - Jon y Sandor cruzaron sus miradas.
-No nos estaban atacando. Estaban fijando un objetivo...- dijo Sandor antes de marcharse. Jon le siguió y reunió a sus hombres mientras los demás comandantes hacían lo propio. Había llegado la hora...

El rey de la nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora